Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

30 abril 2007

Un fin de semana completito

Hace ya una semana que volví de Palencia, de pasar un fin de semana más que agradable, en familia, gracias a una boda familiar. No sé si fue un encuentro con el presente o un reencuentro con el pasado.
Simplemente el hecho de volver a Palencia, supone que mi mente recupere momentos de hace unos cuantos años. Un viaje en coche, por esos tramos nuevos de la carretera por Santander... llegar hasta el pueblo de mis abuelos, en primer lugar, Cozuelos de Ojeda, y hasta Herrera de Pisuerga después.

Cuántas veces recorrimos en familia, con el viejo Ford Fiesta (matrícula Palencia, letra C) la carrereta Nacional, llena de señales que prohibían ir a más de 100 hasta ese pueblo, entrañable, precioso, lleno de buenas gentes y que hoy, me dicen, tiene una Casa Rural que es de lo mejorcito que se pueda encontrar por la zona de la Ojeda. Está claro que la excelente calidad de nuestros abuelos hoy cuesta dinero. Triste, pero cierto.
Después, la boda, el banquete, el gañote, la música y las copas en el propio Herrera, pueblo por el que jamás había salido. Y luego noche en Aguilar... Ese desayuno en la barra del Valentín, como algunas mañanas cuando el equipo de periodistas (becarios incluidos) apurábamos la
s horas de sueño antes del comienzo de cada etapa en la Vuelta Ciclista a Palencia.
Y todavía sobraba el domingo. Llegada prontito a Palencia y subida rápida al Cerro del Otero. Un paseo más que agradable por las calles del Barrio del Cristo entre gritos de ambulantes ve
ndiendo sus ropas y el aroma a almendras garrapiñadas. Hizo una mañana magnífica.
Por si fuera poco, al regreso, en el tren, la emisión de Cope Palencia se me perdió justo después de que Armendáriz marcara el 0-1 en Logroño. Lástima que, siete días después, la situación haya cambiado tanto... Vendrán tiempos m
ejores.
FOTOS: Mesón El Roble (http://www.guiahispania.com/asadorelroble/) y Cristo del Otero (Tony T. ©)

20 abril 2007

El enano se cae del árbol - Vocablos II

"¿Sabría alguien traducirme este argot? el chiguito corito se escolinga por el arambol?".
El portal de internet Yahoo ofrece un espacio para que sus clientes pregunten lo que quieran y éstos, si así lo desean, puedan responder.
Accediendo a dicho portal a través de México, encontramos la pregunta que abre este texto. Un usuario llamado "Miguel a.s." ha lanzado esa pregunta al aire. Lo que lamento es que la pregunta haya sido cerrada y no puedan añadirse nuevas respuestas, porque no hay más que tres, y a un servidor, como palentino, le chirrían un poco los oídos:
- Respuesta 1: "Es de Madrid, castizo, pero no domino el idioma pese a que el Madrid castizo está en mi sangre por las dos vías familiares. (Alejandra)"
- Respuesta 2: el chiquito cortito se caga por la pata abajo (trasero)... (Elena D, española, lo cual agrava el delito, porque entiendo que Alejandra, por su respuesta, no lo es.)
- Respuesta 3: El enano se cae del árbol. (Marmota. Por su avatar, es fácil deducir que es chica, de nacionalidad impredecible).
Me recuerda a las enciclopedias del disparate que hay publicadas en la que las respuestas más inimaginables que nacen de la ignorancia de los que escriben y que, por ser niños, producen gracia. Aunque mucho parece que los que hayan intentado responder al tal Miguel muy niños no creo que sean.

17 abril 2007

Zanguango, ajuntar, arambol, baldragas, chapuzar y espiritar

En unos días se celebra el "Día del libro", que, al menos, nos sirve para recordar que podemos leer más allá de la pantalla del ordenador.
Este año, la novedad que han impulsado dos organizaciones españolas es crear un hueco en internet en el que los usuarios incluyan aquellas palabras que desearían rescatar del olvido para que, de paso, el DRAE no los llegue a excluir. Una iniciativa a la que se apunta uno de los rotativos que más goza de la participación ciudadana en España: 20 Minutos. No sé si también contará de forma oficial la aportación de sus lectores, pero el caso es que muchos se vuelcan en su web colgando palabras y palabrejas.
Me llama la atención la aportación de un lector, cuando sus propuestas son: zanguango, ajuntar, arambol, baldragas, chapuzar y espiritar. Lo primero que me llama la atención es arambol, palabra asociada a los vocablos típicos palentinos. Es entonces cuando recurro al Vocabulario Palentino Etimológico del Profesor Gordaliza.
Curiosamente, las seis palabras aparecen recogidas en su diccionario. También figuran en el de la RAE, pese a que ajuntar, Gordaliza lo suscribe como una palabra puramente palentina, aunque quizás por el significado que le da: "admitir como amigo (entre niños)", que es mucho más concreto que el de la Real Academia: "Vulg: Juntar".
También recoge como autóctono, un significado que le atribuye a espiritar. Más en concreto, espiritado: "agitado, conmovido". Además -añade- dícese de la "persona muy falca o esmirriada".
Del arambol, ¡qué no sabemos!, si estamos desde antaño pendientes del chiguito que lleva toda la santa vida escolingándose por él.
Un zanguango es un "tonto, abulto, zopenco", un baldragas es una persona sin vigor ni decision" y chapuzar es "meter a alguien la cabeza en el agua".
El seudónimo de quien firma la respuesta da que pensar que puede ser de los nuestros: Del Carpio.

15 abril 2007

Son mis amigos

Suena a canción de Amaral, pero no lo es, aunque la letra, digo yo, tiene algo que ver.
Palencia no es sólo Palencia, un nombre o una ciudad. La ciudad sin sus gentes no sería más que un cúmulo de hormigón armado con formas rectangulares y poco más.
Nací en Palencia, con la ayuda de un equipo de médicos y el calor de la familia. Crecí en Palencia, en mi casa, en el colegio, con la ayuda de un montón de profesores y muchos, muchos niños, muchos más de los que hay ahora en los colegios de mi barrio. Seguí creciendo con los que yo empecé a llamar "amigos": los primeros cumpleaños, los primeros partidillos en la calle, en la "pista" de fútbol del barrio... Y me hice un poco más mayor. Seguía viviendo en Palencia. La ciudad no cambiaba mucho, la verdad, apenas se modificaba en paisaje. Pero mi vida seguía su proceso de metamorfosis: instituto, primeras salidas, discotequillas, disco-bares... las cosas cambian. Los amigos también. Unos se mantienen y otros dejan de serlo. Alguno que otro, por su familia, pues se va. Se va porque Palencia ya no les ata o la ciudad no tiene fuerza suficiente como para hacerlo.
Y después de todo, llega la Universidad. El abandono de Palencia, aunque siempre me encanta volver. De hecho, no me gusta marcharme. Y con la Universidad (aún sin concluir), los primeros pinitos en el curro. Fueron en verano, de "vacaciones". Mi ciudad comenzó a ser mi destino habitual de descanso. Quizás la gran ciudad te hace ganar como persona a nivel individual. Quizás por eso es por lo que se agradece encontrar el calor humano en Palencia.
Cinco días de vacaciones, ni tan siquiera en un periodo marcado en rojo en el calendario. Y cinco días más que bien aprovechados. ¿Gracias a quién? A las personas. Al que puso en tal sitio en su día una zapatería y permitió que pudiera comprarme unas deportivas que me chiflan. A mi familia, que me acompaña una buena tarde a buscar ropa para una boda. A mis amigos, los buenos, los que no fallan, los que no mienten. Los que te producen bienestar y alegría con sólo verlos. Los que, por algún motivo, cuando llegas, están ahí. Y lo están por ti. Para eso no hay palabras de agradecimiento. Es una gozada. El jueves por la noche le hice salir a mi amigo Toño por primera vez entre semana (sin ser fiesta). Mereció mucho la pena. No estuvimos solos. No estuve solo ni me sentí en soledad en esos cinco días extraños, por aquello del calendario. El día que eso ocurra, entonces Palencia sabrá diferente. Sabrá a cenizas, a madera chamuscada, a recuerdos. De momento, no lo veo posible. Palencia me da la vida. Mi gente, mi buena gente, me da la vida. Un puro balón de oxígeno después de una estancia más o menos larga es más efectiva que la medicina más agresiva para curarme todos los males. Gracias a todos por todo. Siempre tengo ganas de volver.

11 abril 2007

El club de compra "Palencia"

No me parece mala la iniciativa que ayer rubricaba el comercio palentino ("Palencia Abierta") con Caja España. Es una forma muy buena de fidelizar a los palentinos con el comercio de su tierra, una buena idea de cara a los problemas que, año tras año, se presentan a estos comerciantes.
Problemas como que, no sé por qué, algunos palentinos prefieren acercarse a las grandes superficies pucelanas, tipo Valsur o, como me gusta llamarlo, "Corte en las Ingles". Eso si no nos da por irnos más lejos. Una demanda que atiende más al capricho de ir a los centros de moda de Pucela, que parece quedar como "más chachi", y que entre gasolinas y el sablazo que le pueden dar a uno en los grandes almacenes del Paseo de Zorrilla, mucho ahorro no se hace precisamente.
Otro problema que está al venir es el incipiente Centro Comercial que se tiene previsto abrir en el Sector 8 (o aledaños), que amenaza con minar un poco más el comercio pequeño.
¡Qué duda cabe que uno de los mejores centros comerciales que tenemos está en plena Calle Mayor! Y esas tiendas de barrio, en la que si no puedes pagar hoy, te fían el dinero, y si eres habitual, te conocen por el nombre.
Sin duda, ese club de compra, o como quiera llamarse, es una alianza fuerte entre los débiles, una forma de hacerse más robusto ante las adversidades. Una medida que, por otra parte, es síntoma de que "algo raro pasa". No pocos profesores de la Facultad de Periodismo son los que dicen que un periódico que saca promociones no deja de ser un periódico con problemas de ventas. Y algo parecido es lo que debe suceder en este caso.
Pero me gusta ese carácter luchador, esas ganas de querer seguir adelante con negocios y tiendas que dan de comer a algunas familias. Esas ganas de que la gente disfrute comprando en sus tiendas, las de aquí. Me gusta esa forma de lucha, de iniciativas (me encanta la que hacen una vez al año en la que sortean un gran vale de compra cada año que da para mucho), aunque haya detractores que piensen que los tiempos modernos pasan por las grandes superficies para sobrevivir en el mundillo del comercio. Son formas de ver las cosas, pero, por mi parte, que conste que disfruto yendo de tiendas por Palencia, Calle Mayor arriba, Calle Mayor abajo.

06 abril 2007

Cuando llega el Viernes Santo

Viernes Santo. Es mi primera Semana Santa lejos de Palencia. Cada Viernes Santo me viene a la cabeza uno de los recuerdos que más me marcaron y que más satisfacción me produjo vivirlos durante estos días característicos en Palencia: conducir junto a mis tíos la imagen de la Virgen de la Amargura.
Mi tío ha trabajado para la cofradía de N.P. Jesús Nazareno, ha vivido muchos años en San Pablo, donde los nazarenos tienen su sede y siempre ha gozado de ese privilegio cada Semana Santa. Ese año, cuando yo tenía unos 16, me ofreció ir con él bajo el paso del escultor Víctor de los Ríos. Al principio, los nervios: meterte bajo el faldón, encontrar el hueco entre una tosca estructura de madera con un manillar recto con el que se controlan las ruedas delanteras y una siempre y discreta abertura al frente para que el conductor pueda saber por donde va.
Era otra forma de ver una procesión. Casi todos los años viéndola desde la acera y este año desde uno de los pasos más significativos de la procesión del Viernes Santo por la mañana, sobre todo por el final. Uno se siente especial aunque no le vean cuando va dentro empujando escuchando las órdenes de uno de los Hermanos de la Cofradía que va haciendo de guía para nosotros. Cuando todos los ojos de los presentes se elevan para contemplar el rostro de la virgen, cuando la expectación es grande a la hora de subir un bordillo o una rampa y hay que empujar fuerte... o cuando llega el final de la procesión matutina, son momentos especiales. Sobre todo este último. La Plaza de San Pablo llena hasta arriba. Las bandas de música tocan. La muchedumbre queda rota por un pasillo para que la Virgen de la Amargura quede a solas, frente a frente, ante la imagen del Nazareno que llevan a hombros un grupo de costaleros. Entonces se hace el silencio. Un "tararú" es el único sonido autorizado en ese momento. Los nazarenos avanzan y nosotros, lentamente, hacemos avanzar el paso de la Virgen hasta que quedan a escasos centímetros de distancia. Entonces los costaleros más valientes, los que están en la parte delantera, se arrodillan y vuelven a erguirse en un gesto de fuerza y hermosura. Y nos alejamos. Silencio. Otro toque. Otro acercamiento. Y otra vez más todo el proceso. Entonces la Plaza se llena de aplausos. Jornada cumplida. Y después, el vino con el pan de anís: toda una delicia.