Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

27 agosto 2013

¿Y yo presumo de que vengo a las Fiestas?

La respuesta es sí, aunque me queje, porque tengo donde comparar y las fiestas no son ni el espejo de lo que fueron. ¿Alguien recuerda aquel espectáculo pseudo pirotécnico que debió costar una pasta, que hicieron cerca del río, y que decepcionó? ¿Alguien recuerda cuando Rosario Flores o Bertín Osborne hicieron de pregoneros, cobrando (supongo) lo suyo y arreglándolo todo con un "ale, pos que lo paséis muy bien"? Cafradas ha habido siempre en los sanantolines, desde luego. Y críticas también las ha habido, con y sin dinero. Sin embargo, las estrecheces impiden, otro año más, que tengamos las fiestas que Palencia se merece.
La música es cara, de ahí que los conciertos gratuitos no ilusionen, por lo general, tanto en número como en calidad. También se echa de menos que no haya nada en las Huertas del Obispo, una zona que, entre música, fuegos, y la posibidad de tomarse en el césped cada uno lo suyo, animaba la semana una barbaridad.
Echando un vistazo rápido al programa, así como por encima, nuestros ojos se saturan de pádel, tenis y tragaldabas. ¿Qué la cosa no da para más? Bueno, nos quedan las casetas, como viene siendo costumbre. ¿Cuántos de nosotros hacemos planes para ir de casetas? Porque los que no sacan la caseta a la calle, venden sus tapas en sus locales y colocan carteles. La hostelería palentina sigue con sus guerras y sus quejas... Nada nuevo, por otra parte, y por fin el resto celebramos que se vean más iniciativas de tapeo que le darían a Palencia, pienso yo, ese plus de atractivo para una ciudad que no pasa del Cristo del Otero y de la menestra, ésa que todos hemos comido en los mejores restaurantes palentinos... ¿Ah, que no?... Pero acabarán las fiestas y volveremos a lo de siempre. 
Párrafo 'modo tocapelotas on' al respecto: uno viene de estar unos días a remojo y de que, por 1.70 €, a 30 metros del mar, en el chiringuito de turno, le pongan consumición con hielos en vaso de cristal y una tapa para consumir con tenedor. ¿Demagogia? Puede, pero es que eso existe y perdónenme que aún lo tenga reciente. "Pues vuélvete para allá", me diría algún empresario hostelero cabreado por la pasta gansa que le ha costado sacar la caseta a la calle, más la contratación de los jóvenes que tiene currando a todo trapo y justificando que 2.5 € no es un precio suficiente para él. "Claro que, si pudiera, volvería", diré yo, posiblemente con alguna tapilla en la mano.
Y a todo esto hay que añadir el asunto pucelano. Esas fiestas que se mueven más que los precios, como diría Chiquito en sus buenos tiempos, y que este año permiten que sus inicios se solapen de lleno con nuestro fin de semana grande. Y hará que, quien tenga familia por Valladolid, cosa más frecuente de lo que pensamos, si tiran la moneda al aire, no será raro que salga cruz y, todos unidos de la mano, acaben dando vueltas por los aledaños del Nuevo José Zorrilla. A fin de cuentas, "si es que en Palencia no hay nada" y la contraportada de nuestro programa oficial de fiestas publicita un centro comercial de Valladolid.
¿Y yo presumo de que vengo a Palencia por las fiestas? Sinceramente, sí. Lo hago cada vez que vengo, haya o no fiestas. Pero que son muy, muy, muy mejorables, también es cierto. ¿Las seguiremos criticando? Sí, porque nos encanta y porque salen del dinero público. Aunque es difícil que llueva a gusto de todos, si no somos los primeros en mimarnos un poquito, nadie lo va a hacer por nosotros. Seguiremos esperando a esos mejores tiempos que llegarán con la resurrección milagrosa de la bonanza económica que BLA BLA BLA. 
¡Felices Fiestas de San Antolín a todos los palentinos!

09 agosto 2013

Sobre la Plaza de Abastos

Leo en estos días que la prensa está a vueltas con la remodelación de la Plaza de Abastos, uno de los edificios más emblemáticos del corazón de la ciudad y que, sin embargo, menos interés despierta entre los curiosos. Quizás porque los propios palentinos lo tomamos como lo que es: un mercado más. Es el "mercafruta" de barrio hecho centro, pero a lo antiguo. Dice la leyenda que quien se planta con los ojos cerrados delante de una puerta puede escuchar aún los precios en pesetas.
Que el mercado tradicional pierde adeptos no hay más que verlo. La gente joven va a Mercadona y pide al carnicero que quiere tantos filetes (ya vienen cortados) a precio de ganga, que saben bien y arreando. O se coge unas bandejitas de Carrefour, que son la mar de cómodas. No hay como ir a una galería de alimentación para darse cuenta de que uno, lindando los 30 años, con su sola presencia baja notablemente la media de edad de la gente que acude a hacer la compra.
Pero las plazas se reinventan. O están en proceso de cambio. El Mercado de San Miguel, en Madrid, o La Boquería, en Barcelona, marcan el camino. Las Plazas dejan de ser centros exclusivamente para comprar carne, fruta o pescado y se convierten en un centro neurálgico donde turistas, amigos y curiosos se juntan para tomar algo, mientras se dejan envolver por ese ambiente a tradición que atufa a la plaza y le dan la vida que el desuso le quita.
Sólo los puestecillos que dan al exterior parecen animar a la congregación de la gente. Se echa de menos algún vocero.
Reconozco que hace tiempo que no entro, porque los accesos tampoco invitan a darse una vuelta teniendo Abilio Calderón y la Plaza Mayor cerca, pero es verdad que es la parte de un todo a la que le falta una vuelta de tuerca, que está ahí, como en medio, quitando el paso hacia el Ayuntamiento, la Diputación, Hacienda o San Francisco. En medio, sin poder ser atravesado salvo que uno vaya a comprar. Una mole antigua sin luz ni brillo que no atrae ni a las palomas y lo más parecido a una capa de pintura son las pinceladas de cola en la pared donde se pegan y acumulan las esquelas del día a día.
Al público joven se le puede atraer no ofreciendo filetes de centro de ternera a 10 euros el kilo, sino con un sitio agradable para tapear, degustar, ver el mercado moderno y tradicional juntos y ofrecer cosas nuevas... ¡Será por productos palentinos! Estaría bien llevar parte de ese espíritu casetero de San Antolín y que a tanta gente empuja a las calles, pero en un espacio único con su ración de historia y su dinámica de compra-venta de siempre. Y es perfectamente compatible con todo lo demás, sin hacerle mal a nadie.