Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

24 septiembre 2013

La Bella Desapercibida

IMÁGENES: Diario Palentino / Junta CYL
E
s relativamente fácil encontrar en Internet y en guías de viajes especializadas información turística sobre Palencia, pero aún estoy por ver alguna en la que lo importante sea no el qué se ve, si no por qué merece la pena conocerla o acercarse. La motivación que nos falta cuando ver la palabra Palencia en el mapa no nos dice ni produce nada. ¿No dicen Guadalajara o Ciudad Real que están cerca de la capital de España? Empecemos por decir que estamos a poco más de los 50 minutos que tarda el AVE a Valladolid... Vendámonos desde el primer minuto de juego.
También te hablan de iglesias y de un Cristo. Que si la Bella Desconocida...
Luego hay quien habla de la marca Palencia y demás rayos fritos. La marca es márketing, es decir: te llevas el Ariel por primera vez a tu casa porque crees que satisface tus necesidades. Porque te convence. Que se use mal la tontería de la 'marca España' no debería llevarnos a lo mismo. ¿Por qué Ariel y no otro detergente? Eso es una marca: valor, técnica, ideas, posicionamiento, producto... Trabajo, y muy bien hecho.
FITUR está bien, las webs institucionales también, los spots de la Junta también, la Semana Santa también... Se trabaja, pero no se acaba de llegar. Lo digo porque luego hablas con la gente de fuera y sigue sin saber lo que se hace en nuestra tierra, lo que se come e incluso dónde estamos en el mapa. En la época de Google Earth eso sigue pasando. Algunos dirán que es culpa de la Logse... O que tal vez ahora seamos más 'la Bella Desapercibida'.
Luego, la gente que ha visitado Palencia, resulta que le gusta y se queda, por lo general, con un buen recuerdo. Y lo pone en Tripadvisor, que hace mucho más que todo lo comentado antes. Por ponerle un 'pero' a esto: ahí se queda todo muchas veces. Palencia ya está vista. Un día y chim pun. Ya sabemos lo qué hay. Conseguir algo mas se plantea como un reto de alturas.
Señores: coman, paseen, compren, descansen, conozcan, cenen, charlen, salgan, disfruten, sorpréndanse y quédense con ganas de volver a probar otra cosa y a conocer la provincia. O, si pasan cerca, quédense otro ratito.
Ni Desconocida ni Desapercibida. El 'Palencia querida' de nuestro himno debe sentirse más allá de nuestras fronteras.

13 septiembre 2013

Cuando parece que nos estorbamos

Leo este viernes en la prensa local que la normativa para ciclistas va a ponerse muy rigurosa porque parece que hay algunos problemas y atropellos. Unos dirán que los ciclistas son unos asesinos, otros dirán que los peatones son unos intransigentes, otros dirán que ya era hora, otros dirán que pagan justos por pecadores y otros dirán que la culpa es del cha-cha-chá. Lo típico en estos casos.
No soy ciclista. De hecho, hace tiempo que no cojo una bici. Pero, si la tuviera, en Palencia seguiría tirando de coche de San Fernando... O de bus, cuando los recortes lo permiten. Más que nada porque Palencia no es ciudad para ciclistas. Los carriles bicis tienen más peligro que un borracho al volante, y a ver quién es el valiente que tira por la calzada cuando va, por ejemplo, por la Avenida de Madrid, donde falleció uno hace unos meses, o sorteando unas rotondas que, incluso de copiloto de un coche, me hacen sufrir a cada segundo. Las aceras, según... La Calle Mayor es complicada a ciertas horas, que es la vía que quieren restringir. Todo son facilidades.
Quizás forme parte de mi madrileñización, pero Palencia me parece una ciudad comodísima para moverse andando. Uno puede atravesar un barrio de la periferia sin cruzarse con prácticamente nadie, hasta que va entrando en el corazón de la ciudad, sin llegar a obtener la sensación de caminar por una Detroit cualquiera. Dicho esto: estoy a favor de la libertad que hay para que cada cual se mueva como le sea conveniente. La clave es el respeto.
Mención aparte merece la nueva especie a la que evolucionamos: el 'homo whatsappensins'. Peligroso para otros peatones, ciclistas, conductores y ratas de alcantarilla. Con auriculares incorporados, extremadamente peligrosos. Olvidan su mortalidad, como los super héroes.
Ciclistas normales de Palencia: los horóscopos no os son favorables. Los zumbados que van con su bici como si fueran el shaolín de Bilbao con su katana, han conseguido que pongan normas hasta para vosotros. A uno de fuera que lea los periódicos puede pensar que en nuestra ciudad parece que nos estorbamos, cuando no es así. Ahora tendréis multas, tan recaudatorias ellas. Para que cuando os neguéis a utilizar el carril bici del vial en vez de la acera, os la claven. Sí, el carril bici que, a veces, utilizan los coches que se estrellan. Luego queremos ser 'ciudad verde' y esas cosas que tanto gustan a las alcaldías.
Lo del préstamo de bicicletas ya no sigue en pie, ¿verdad? Pues eso.

06 septiembre 2013

La chatarra detrás de la feria

Observen la panorámica que nos deja el Barco Vikingo de la Feria desde esta perspectiva, lejana, con la chatarra de fondo. Es el reflejo de la 'mini-mini-mini-feria-chica' que nos ha quedado esta vez. El Barco del Recinto Ferial quiere elevarse por encima de los despojos, por encima del deshecho. Quiere reivindicar su estatus como atracción en las fiestas de una capital de provincia. Hueco tiene de sobra para hacerlo porque, si ha habido algo en estos últimos sanantolines, ha sido espacio para las atracciones.
El Recinto Ferial da más pena cada año. Los feriantes ya no quieren venir a Palencia. A, según me dicen, unos 180 euros diarios más gastos y el compromiso de no marcharse hasta que finalice el tinglado, no les interesa. Prefieren Valladolid o Salamanca, con más habitantes, con más fiesta. O, directamente, ni venir por no perder dinero. No somos rentables. 
Hace no mucho, apenas una década, llegaban, montaban y antes, incluso, del último día, se marchaban. Y ese día quedaba para uno de los días del niño. Quizás eso incluía un viaje en el Castillo del Terror con las paredes a medio desmontar y viendo a los muñecos monstruosos a casi plena luz del día. Pero el Ferial 'molaba', aunque siempre llegaba el berrinche de "jo, es que los últimos días ya no queda nada porque se van a Valladolid". Cuando las fiestas de Valladolid comenzaban después de las de Palencia... Aquellos tiempos, ¿se acuerdan?
La entrada sigue igual: la puerta de luces, la caseta del vino dulce, la atracción de la Masa con su ruido atronador y tan característico, y la caseta de los pájaros junto a la de las botellas a las que hay que lanzar un aro. Y según uno se metía hacia adentro, la adrenalina crecía. Sabíamos que las atracciones fuertes, las de mayores, estaban al fondo: las de miedo, las de ponerse boca abajo, las de dar vueltas como locos, las de las luces psicodélicas... Ya no queda nada de aquello. Algo ha fallado que ha hecho que la feria ya no sea lo que era... Ni apenas un asomo.
El clásico bingo, las carreras de camellos a las que el pregonero Óscar Castellanos imitó desde el balcón del Ayuntamiento, los coches de pista, los míticos perritos de la Mercedes con su salsa 'ojo pica' no han faltado esta vez. Pero alguno, visto lo visto, igual se lo piensa. Yo haría lo mismo. No compensa que una atracción de hierro, luces y cables, acabe siendo tan prescindible como la chatarra que asoma detrás del Barco.

04 septiembre 2013

Sobre la Feria del Libro

De las cosas que más me gusta hacer en Palencia cuando voy por fiestas es darme un paseo entre las casetas de la Feria del Libro. Porque de más crío era un loco de los libros. Porque le hice preguntar a mi madre a uno de los libreros por la colección completa de Tintín. Porque alucinaba en colores cuando ví que en la sección Juvenil de la Biblioteca Pública los tenían todos. Y porque, de un poco más mayor, me flipaban los libros que contaban cosas sobre Palencia, que estaban (y estarán todavía) nada más entrar en la sala de préstamo, en la primera estantería a la izquierda, en el pasillo de los de Psicología y Ciencias Ocultas. Cosas raras que a uno le atraían de adolescente.
En la época de los ebooks, los readers, los pdf, la prensa digital y todo lo electrónico, los libros siguen luciendo brillo con sus portadas al sol. Me gusta ver los libros en la calle. Me impresiona la Feria del Libro Antiguo que, de vez en cuando, se ve en el Paseo de Recoletos de Madrid y me sigue atrayendo la modestísima, a su lado, Feria de Palencia.
La temática local sigue siendo la de siempre más alguna novedad que sale cada año. Últimamente, el gran Asier Aparicio está dándole como loco a la novela histórica ambientada en nuestras tierras, lo cual no es fácil. Lo demás, sigue ahí: el librazo sobre Victorio Macho, El Palencia de mi Vida, Las Calles de Palencia, etcétera. Su información supera, con creces, a la que pueda encontrarse por Internet. Por eso son necesarios.
El nivel de ventas ignoro si sube o si baja cada año. Supongo que los propios libreros, tal como anda la cosa, se conformen con ese primer contacto entre libro y el posible lector a pie de calle al que las páginas le hablan: muy poético todo ello, pero si no venden papel, el negocio está perdido. El día que, porque no les rente salir al Paseo del Salón, no estén habrá muerto otro pedazo importante de los sanantolines.