Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

18 abril 2006

Macho palentino


Pasear por las calles de Toledo es una experiencia aparte. A cada paso se respira un poquito de Historia. Siglos de Historia que hoy se perciben con frescura, con todo su jugo, al alcance de cualquier turista o curioso. Entre tanta maravilla sorprende que justo ahí, en una esquinita, un palentino estampara su firma. Allí levantó una casa, un pequeño taller y pasó los últimos años de su vida. Un palentino que, como muchos, abandona su patria chica en busca de oportunidades y las encuentra.
Hoy en día esa casa es su museo. Uno se sitúa en el centro del patio y puede hacerse una idea de lo que Macho podía ver, sentir o incluso pensar. Un pisito con vistas al Tajo, casi nada. Un encuentro directo con su arte y con su historia personal. Uno parece hasta sentirlo más paisano. No pude evitar emocionarme al ver por primera vez su firma original sobre retratos hechos con su propio puño. Y ni qué contar tiene ver las maquetas de lo que luego serían la cara más visible de Palencia. Y hasta qué punto una piedra de mármol, bien trabajada, puede llegar a inquietar. Me refiero a la escultura de su madre. Real como la vida misma. Inmóvil y fría, aunque hay algo que dice que esa mujer está pensando, o esperando a alguien... Su quietud inquieta y hasta sorprende.Victorio Macho es todo un genio. Olvidado muchas veces, y no del todo conocido por bastantes palentinos. Hace 4 años que su patria chica impulsó una exposición que ayudó a que no cayera más bajo. Un evento que ayudó a conocerle más de cerca, a comprender por qué su nombre resuena por las calles de su ciudad natal. Y un intento de que, de nuevo, Palencia, demostrara que, como cuna de artistas, no tiene precio.

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