Macho palentino
Pasear por las calles de Toledo es una experiencia aparte. A cada paso se respira un poquito de Historia. Siglos de Historia que hoy se perciben con frescura, con todo su jugo, al alcance de cualquier turista o curioso. Entre tanta maravilla sorprende que justo ahí, en una esquinita, un palentino estampara su firma. Allí levantó una casa, un pequeño taller y pasó los últimos años de su vida. Un palentino que, como muchos, abandona su patria chica en busca de oportunidades y las encuentra.
Hoy en día esa casa es su museo. Uno se sitúa en el centro del patio y puede hacerse una idea de lo que Macho podía ver, sentir o incluso pensar. Un pisito con vistas al Tajo, casi nada. Un encuentro directo con su arte y con su historia personal. Uno parece hasta sentirlo más paisano. No pude evitar emocionarme al ver por primera vez su firma original sobre retratos hechos con su propio puño. Y ni qué contar tiene ver las maquetas de lo que luego serían la cara más visible de Palencia. Y hasta qué punto una piedra de mármol, bien trabajada, puede llegar a inquietar. Me refiero a la escultura de su madre. Real como la vida misma. Inmóvil y fría, aunque hay algo que dice que esa mujer está pensando, o esperando a alguien... Su quietud inquieta y hasta sorprende.Victorio Macho es todo un genio. Olvidado muchas veces, y no del todo conocido por bastantes palentinos. Hace 4 años que su patria chica impulsó una exposición que ayudó a que no cayera más bajo. Un evento que ayudó a conocerle más de cerca, a comprender por qué su nombre resuena por las calles de su ciudad natal. Y un intento de que, de nuevo, Palencia, demostrara que, como cuna de artistas, no tiene precio.
Hoy en día esa casa es su museo. Uno se sitúa en el centro del patio y puede hacerse una idea de lo que Macho podía ver, sentir o incluso pensar. Un pisito con vistas al Tajo, casi nada. Un encuentro directo con su arte y con su historia personal. Uno parece hasta sentirlo más paisano. No pude evitar emocionarme al ver por primera vez su firma original sobre retratos hechos con su propio puño. Y ni qué contar tiene ver las maquetas de lo que luego serían la cara más visible de Palencia. Y hasta qué punto una piedra de mármol, bien trabajada, puede llegar a inquietar. Me refiero a la escultura de su madre. Real como la vida misma. Inmóvil y fría, aunque hay algo que dice que esa mujer está pensando, o esperando a alguien... Su quietud inquieta y hasta sorprende.Victorio Macho es todo un genio. Olvidado muchas veces, y no del todo conocido por bastantes palentinos. Hace 4 años que su patria chica impulsó una exposición que ayudó a que no cayera más bajo. Un evento que ayudó a conocerle más de cerca, a comprender por qué su nombre resuena por las calles de su ciudad natal. Y un intento de que, de nuevo, Palencia, demostrara que, como cuna de artistas, no tiene precio.
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