Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

19 febrero 2018

El comercio tradicional se muere


Que, en estos días, los medios de comunicación locales hayan puesto el grito en el cielo por la situación del comercio palentino, no me sorprende. Bastante antes de que algunos locales singulares de la Calle Mayor colgasen el local de 'Se Alquila/Se Vende', otros muchos negocios de calles aledañas ya habían echado la persiana para siempre.
El caso es que, sin saber cómo va a evolucionar la situación, hay cierta sensación de miedo, de desorientación, de descontrol.
Nos debatimos entre si la culpa es de quienes compran en Valladolid, de quienes cobran alquileres excesivos o del comercio por internet. La capital que, meses atrás, se promocionaba en Madrid como una 'Ciudad de Compras', no sabe cómo remontar la situación. Y en este debate, seguro que todos tienen su parte de razón: todos conocemos auténticos expertos en el Vallsur y en el Río Shopping. Todos conocemos auténticos entusiastas de Amazon y AliExpress. Más difícilmente, conoceremos intrépidos que hayan querido abrir un comercio en Palencia. Los más modernos, no se olvidan del canal online de venta.
La crisis seguro que también hace lo suyo: somos una ciudad con una tendencia alta de paro (actualmente, del 15%) y con vistas a llenarnos de pensionistas, que no son precisamente los que dispongan de la economía más boyante.
Luego están quienes se quejan de que hay gente desagradable atendiendo en las tiendas y que, al final, entre las horas de comer y que cierran los sábados por la tarde, al final tampoco se va a perder tanto.
A expensas de saber si gastaremos más o menos en los próximos meses, está claro que el 'emprendedor' no se la juega tanto (las perrerías que el Estado les hace a los autónomos dan para artículos y artículos) y que el escenario electrónico va a transformar las ciudades.
El que no se suba al carro de internet, está condenado. Hoy día, es posible comprarse seis pantalones en una web de una cadena de ropa, recibirlos en casa, quedarse dos y devolver cuatro, sin mayores costes. Y a 400 kilómetros de Palencia también se puede comprar cerveza artesanal palentina, y recibirla en casa. Y así con todo.
Quizás ahora los pequeños comercios se alíen con los gigantes del comercio electrónico para distribuir sus productos en vez de recurrir a los Centros Comerciales; quizás esté cerca una app que aglutine a las tiendas que, si antes se asociaban en lo físico, ahora tengan que unirse en lo virtual.
El vendedor ahora responde en redes sociales y saber si un producto es bueno o no, se basa en las opiniones de los otros.
A cambio, es posible que veamos las calles más vacías en ciertos momentos, y sean la hostelería, las panaderías, algún kiosko (si es que sigue existiendo prensa de papel) y las ganas de paseo las que mantengan con cierta animosidad el día a día de una ciudad que, como muchas, se enfrenta a uno de los desafíos más inciertos de su historia.

26 diciembre 2017

La necesidad de paz y prosperidad contra la incertidumbre


No he tenido aún la oportunidad de ver, in situ, lo bonita que está Palencia estos días. Según me llegan fotos y vídeos a través de las redes sociales y el teléfono móvil, pienso que a nuestra querida ciudad le sientan cada vez mejor estas fechas, y me vienen al recuerdo otros momentos de nostalgia dulce, pese a no tener años atrás toboganes de hielo, pistas de patinaje o árboles tan relucientes.
La vistosísima, luminosa y agradable postal navideña contrasta con el regusto amargo de una realidad que nos salpica de lleno, y no precisamente de agua. Si bien mantengo que podemos mantenernos al margen del problema catalán, no podemos no escuchar el lamento de nuestros pantanos, como tampoco podemos desoír a nuestros mayores... Incluso ellos temen por sus pagas mensuales una vez vacías las arcas de las pensiones.
A nosotros, los jóvenes, ya se nos ha invitado a abrirnos planes de pensiones privados, una vez se nos ha precarizado y se nos incluyó en una 'movilidad exterior' lejana a nuestros lugares de origen.
Entretanto, uno toma un ejemplar de Diario Palentino, y desayuna este martes post navideño con un titular que no invita, precisamente, al opimismo: en los próximos diez años, seremos 12.000 palentinos menos. La demacrada provincia de Palencia. La imposibilidad de un relevo generacional suficiente.
Mal asunto que nuestros mayores, en un tiempo, no estén; y nuestros jóvenes, con tantísimos revueltos cerebrales, no acabemos de dar a nuestras vidas la estabilidad que buscamos.
Vamos cerrando un año, que al final, se nos ha complicado. Me asomo a 2018 con cierta incertidumbre y con los mismos deseos de todos los años. La paz, pasando por el respeto, es necesaria. Y la prosperidad, más que nunca. Si no sentimos que prosperamos, nos morimos en vida. Y el ambiente no es el más cómodo.
¡Feliz 2018 a todos los palentinos de fe y de corazón!

05 noviembre 2017

Llorar por un buen... o un mal pan

Leía recientemente un mal artículo que hablaba de lo jodido que lo tienen los pequeños emprendedores que abren pequeños comercios, no sin dificultades inversamente proporcionales a los tamaños de esas, repito, pequeñas empresas. Dicho autor, de cuyo nombre no quiero acordarme, apuntaba que el futuro -si no el presente- está en internet y en las franquicias.
Pues bien, en parte, considero culpables a esas franquicias del empeoramiento del producto básico por excelencia: el pan.
Ignoro dónde nace el problema, pero el abaratamiento del pan se debe: al bajo coste de producción que le supone a una cadena de supermercados (con la consecuente merma en la calidad) o a que el precio del pan suponga un reclamo en la tienda para atraer clientes que, de paso, compren otras cosas.
En Palencia, afortunadamente, quedan panaderías buenas y pequeños comercios de barrio que venden panes de buenos hornos cercanos. Aunque, dado el panorama, entiendo que incluso con los panes aparentemente buenos, surjan dudas de su calidad y procesamiento.
Hay gente que pierde el culo con el pan de aceite de oliva de una hacendosa cadena de supermercados porque, dicen, está bueno (y puede ser que lo esté) y es muy barato.
Siempre cuento la anécdota que me ocurrió en Madrid, en una panadería que combina la venta de pan "bueno" con "pan de horno" a 0.40€ la barra. Dicha panadería tiene muy próximas dos tiendas de alimentación (de chinos) que venden el mismo "pan de horno" al mismo precio. En dicha panadería había una vez una madre con una hija de unos siete años. La hija estaba llorando de rabia, hasta el punto de dar una patada al mostrador mientras decía:
- ¡Que yo quiero pan del chinoooooo, que me lo había prometido papááááá!
La madre no sabía dónde meterse. La panadera la intentaba consolar:
- No llores, cariño, que yo tengo también pan como el del chino.
- ¡Que noooooo, que yo quiero pan del chinoooooo!
Doy por hecho que esa niña no tuvo unos abuelos agricultores a cuyo pueblo llegaba el panadero en un furgón o furgoneta, con el pan recién hecho en un horno de leña (más tarde, eléctricos) en el pueblo de al lado.
Con razón, regalarle una panificadora a un amigo freak de la cocina cool puede ser hasta una buena idea. Dicen algunos food bloggers que, hasta el pan más simple hecho en casa, mejora con creces el pan tieso, sin peso, gomoso de un día para otro, con más corteza que miga y menos vergüenza que levadura, que se ha puesto tan de moda y que preside tantas comidas familiares.
El pan bueno y de calidad pronto pasará a ser un producto gourmet, tradicional, para que se emocione la gente que todavía piensa que existen vacas con manchas moradas en su piel.

03 octubre 2017

La ventaja de pasar desapercibidos

Habrá quien lo sienta más y habrá quien lo sienta menos, pero en follones como el que vive España estos días, soy de los que prefiere pasar desapercibido.
No lo digo porque no me duela lo que ocurre o porque no empaticemos con gente que sufre de forma innecesaria, pero ante un esperpento como el de la guerra de cabezotas y cabezones que mantienen el partido que Gobierna en Madrid versus el partido que Gobierna en Cataluña (palmeros incluídos), lo mejor es quedarse al margen.
La enorme ventaja de vivir en Palencia es que podemos seguir haciendo vida normal manteniéndonos al margen de conflictos de este calado, más allá de la preocupación por los seres queridos que tengamos en tierras catalanas y cuya situación pueda ser ahora mismo una incertidumbre... O, sencillamente, por los policías palentinos y demás miembros de seguridad desplazados a Cataluña a lo que les hayan enviado.
El hecho de sacar más o menos banderas de España por la ventana, como se está haciendo en tantas partes de España, no va a cambiar la situación. Es un gesto simbólico, un reencuentro de cada uno que saca una bandera con la causa con la que se identifica. Un gesto para encontrarse bien consigo mismo. Exactamente igual que durante el Mundial de Sudáfrica, cuando dejamos sin existencias a los cuatrocientos 'chinos' de nuestra ciudad, con la diferencia de que aquella noche de julio de 2010 salimos a las calles de Palencia miles de palentinos a celebrarlo y, esta vez, seguramente, no pase nada, sea cual sea el desenlace. Siempre nos tiró más el fútbol que la política, ¡por algo será!
Si Cataluña se independizara, no me parecería mal, como tampoco me parece mal que Cataluña forme actualmente parte de España. Que sea lo que tenga que ser, pero, de esta forma, no. Cuando se pierde el respeto, se pierde la esencia de cualquier relación humana. Y como las dos partes parecen empeñadas en construir una solución desde el odio, la tensión y el conflicto, de verdad, es mejor cuanto más desapercibidos pasemos.

11 septiembre 2017

No va a ser cuestión de la edad

Años atrás, no era raro el típico tío de familia (o cuñado en su defecto) que te decía por sanantolines:
- Yo esto de las casetas, cada vez me gusta menos. En un bar te cuestan lo mismo y te ponen vaso de cristal, la caña es caña y te puedes hasta sentar.
Sería la edad, pensaba yo. Con lo que molaba ir de casetas... Igual era, simplemente, la novedad... ¡Tapas a patadas en Palencia! ¿Dónde había que firmar?
(Nota del autor: sigo sabiendo de bares donde una coca-cola es una coca-cola. Es decir, sin patatas fritas de bolsa ni cacahuetes o similar, seré especialito. Ya no digo algo con pan).
En mi grupo de amigos ya estamos en la treintena: algunos empezando a cumplirla y, otros, con años por delante. El caso es que ya venimos arrastrando el malestar ése del que hablaban nuestros tíos, y empujados por años anteriores, decidimos este año empezar nuestra ruta de tapeo por bares "de sentarse".
¡Ni qué decir que descubrir la carpa del Hotel Rey Sancho fue todo un acontecimiento! O las tapas del Tierra de Sabor o la del cada vez más mítico Bocados Gastrobar. ¡Si es que hasta en Pan y Guindas teníamos tapas que se sumaban a la fiesta!
Y, por aquello de darle la oportunidad a nuestras sanantolineras  casetas, aprovechando la visita a Palencia de un viejo amigo, echamos una cerveza en la populosa plaza de Pío XII: la tosta de pimientos de Torquemada con Anchoas del Cantábrico y Tomate de huerta palentina del Casco Viejo estaba muy buena, pero nuestros cerebros de treintañeros se activaron en la zona que regula la lógica y dijimos: "casetas nunca mais". Sin ser el día (ni el momento) de mayor afluencia, vimos dos personas con nervios en la barra porque no les atendían, camareros explicando qué áreas de la barra atienden ellos, un vaso de vino peleón y dos cañas mitad cerveza/mitad espuma. Los refrescos, de lata.
Jóvenes, llamadme viejo, pero creo que esta vez no es cuestión de la edad. Nuestros próximos sanantolines ya tienen ruta marcada. Y no es porque lo dijera mi tío, al que no le faltaba razón.

16 julio 2017

La dureza detrás de la barra

Las 'masterchefadas' y demás sucedáneos de éxito en televisión nos recuerdan, curiosamente, la importancia de la vocación a la hora de hacer el trabajo que nos gusta. Y ese trabajo, que con pasión puede ser bonito, no deja de ser duro. La hostelería, desde el que cocina hasta el que está detrás la barra, es una profesión llena de dureza, y Palencia está llena de ellos.
Muchos son hosteleros 'de toda la vida'. Todos, por diversas circunstancias, un día empezaron, aprendieron y no han querido o no han sabido dejarlo. De toda la vida, meterte tras una barra era el destino perfecto para quien no quería estudiar. Para servir refrescos, cafés y copas, tomar comandas o prepararlas, basta un jefe que enseñe cómo se hacen las cosas. Incluso para la cocina sobra que alguien enseñe a hacer las cosas, aunque ahora la ciencia infusa que lo rodea lleve a másteres y otros menesteres académicos.
Por mucha vocación que pueda haber, la hostelería suele conllevar en el trabajo tensión, proveedores, vida desordenada, madrugones y madrugadas, y broncas como forma de relacionarse. Todo sea por la "felicidad del cliente", que es la que lleva el dinero a casa.
Me llaman la atención los bares de barrio, alejados del objetivo de las Estrellas Michelín, con sus tapas de barra, donde suele reunirse gente del mismo barrio, puntos de encuentro en los que otros muchos 'curritos', como los propios camareros, y un puñado de parados se reúnen para ver el fútbol, echar la partida, saludarse, ver la prensa local y deportiva o ver la tele en lo que echan su trago de café con gotas, su cerveza, su chupito de media tarde o su cubata a tres o cuatro euros, antes de subir a casa o cualquier otra circunstancia que les lleve hasta ahí, como tiempo y medio de desconexión de su vida.
En esos pequeños locales, el sacrificio es constante, con familias que acaban involucradas en el día a día del pequeño empresario. El camarero hace, en algunos casos, de psicólogo, de máquina del cambio, de banquero, de guardia civil en su bar, de consejero espiritual, de guardián de secretos, de limpiador, de relaciones públicas, de amigo, de colega, de conocido. Luego llega a casa, y a él, ¿quién le entiende? Unos hacen más dinero y otros, menos. Acaban por no conocer otra forma de vida.
Empatizo con los camareros (he conocido un buen puñado de ellos), y les comparo con los periodistas: somos un poco 'secta', nos entendemos entre nosotros, tenemos todos los vicios, trasnochamos, nos refugiamos entre nosotros, vivimos en nuestro mundo paralelo al mundo que vemos normal, en el que la gente hace cosas normales, tiene vidas normales, vacaciones normales, sueldos normales y todo más normal desde nuestro punto de vista. Los camareros recomiendan a sus hijos que nunca sean camareros como los periodistas recomiendan a sus hijos que nunca sean periodistas.
Precisamente en los bares, cuando conversas con gente de ese mundo normal y te cuentan la película de sus vidas y sus trabajos, es cuando te das cuenta de que no estamos tan distanciados, y el que más o el que menos, viene con su pedrada de serie. Lo mejor que puedes hacer es escuchar a tus amigos, y no olvidar ser amable con esa persona de detrás de la barra.

12 junio 2017

El milagro del Cristo

IMAGEN: @albarcelonista
De todos los barrios de Palencia, hay uno, el barrio del Cristo, al que el fútbol siempre le ha sentado bien. Es un barrio "de gitanos", que dirían muchos palentinos, tirando de tópicos. ¡Y claro que algunos jugaron en los equipos de la cantera! 
Sabemos que de San Telmo salió Diego León y de San Juanillo, Sergio Asenjo. Pero el Cristo Atlético, quizás por presupuesto, cantera, acuerdos con el histórico CF Palencia, o lo que sea, ha sabido mantenerse un paso por delante, en ese berenjenal de campos de tierra de la región, empezando por lo que fue el propio Campo del Otero.
Hasta que un día, ascendió a Tercera. Y, como el CD Becerril, se encontró con un tren que le llevaba más lejos de lo previsto hasta entonces. Y hoy se puede decir que el Cristo Atlético ha terminado de conquistar, por méritos propios, a la afición palentina.
En la etapa de los fichajes que rondan los 100 millones de euros tres categorías por encima, es difícil imaginarse cómo un club modesto, con un puñado de chavales jóvenes de la tierra (y algunos, de fuera), y más ilusión que dinero, se ha quedado a un paso de la final por el ascenso a Segunda B. Todo, sin ser el principal representante futbolístico de una ciudad de menos de 80.000 habitantes.
Cuando uno lee una conversación como ésta con Juan Julián Martín, el director deportivo, es más fácil entenderlo. Y algo tendrá que ver el trabajo de Lolo en el banquillo, un hombre muy de la casa, de la tierra, que conoce como pocos el fútbol regional y, en concreto, el palentino.
Sin quererlo, el Cristo ha logrado lo que tantas veces intentó el desaparecido CF Palencia, en su lucha por subir a Segunda B en los 90 y que tanto se hizo de rogar.
Quizás, la temporada que viene, todo siga igual, y al Cristo le sigan, cada fin de semana, el puñado de locos que sienten el club o tienen algún motivo que les lleva a querer al equipo... A sabiendas de que lograr la machada de este año será más difícil tal y cómo pinta el próximo grupo VIII de Tercera División. 
Pero no cabe duda de que este club ha provocado el nervio y el gusanillo a muchos aficionados palentinos que le han considerado hasta ahora como uno más, como un hermano pequeño del fútbol de la capital, y que se han encontrado con una chispa de emoción futbolística de las que está necesitada nuestra ciudad. 
Porque estas victorias, aunque acaben con derrota en la muerte súbita, son un grito con la cabeza en alto de 'se puede'. Sin excesivo dinero, sin demasiado apoyo, sin tampoco mucha certidumbre pero con trabajo, los milagros a veces, se producen. Y sientan una base de experiencia para seguir creyendo en las cosas que se hacen bien. ¡Felicidades, chavales!

25 mayo 2017

Palencia es para nacer o para morir

Conversación reciente, nada halagüeña, con un profesional palentino de la hostelería, de los buenos, además, que me decía: «Acabaré traspasando el negocio. He tenido la oportunidad de montar algo fuera y la conclusión es que hay vida más allá de Palencia. ¿Sabías que en Madrid hay un bar por cada 500 personas y, en Palencia, uno por cada 150? Calcula la de bares que tienen que cerrar en los próximos años. Aquí, llega Semana Santa, por ejemplo, y estás vendido. Palencia es una ciudad de trabajadores. Si la gente no sale, no consume. Y si trabaja, cuando se juntan tres días, se marchan lejos, a desconectar, como es normal».
Y tiene más razón que un santo. Me lo dice un empresario joven, con ganas de comerse el mundo, que le ha puesto tanta ilusión como esfuerzo a todo lo que ha hecho, hasta ahora, en su vida. Le viene de sangre, todo sea dicho, de familia currante, de los que, con esfuerzo, producen.
Me da lástima el escenario, Palencia. La historia recuerda a la de los pueblos de su provincia: los que, por circunstancias socio-económicas, acaban desapareciendo. Y su mal no es sólo local: que nacen menos niños, es evidente. Que regresan muchos inmigrantes, es otra realidad. Que la economía está muy resentida, es tal cual.
Quién sabe si estamos condenados, con resignación, a procurarle a nuestra ciudad un envejecimiento dulce. Que no se renuncie a nada, que se siga trabajando duro por la ciudad, pero sabiendo que la pirámide de población y las expectativas de que los jóvenes se queden nos clavan un buen revés.
Y sin dejar de pensar que los milagros existen y, a veces, se trabajan. Deseo que Palencia sea apetecible por mucho tiempo y vaya más allá de aquello a lo que parece condenada: una ciudad para jubilados, trabajadores y sus hijos estudiantes. Una ciudad para nacer o para morir.

09 mayo 2017

Nunca un descenso fue tan esperado

Este domingo, el CD Palencia descendía a Tercera División. No ha supuesto ninguna sorpresa. La temporada no ha podido ser un cúmulo mayor de despropósitos extradeportivos que han afectado, de forma muy directa, a la marcha deportiva.
Varios socios han resumido muy bien en las redes sociales todo lo que ha pasado: un golpe, y luego otro, y luego otro, y luego otro. El club, de rodillas, malherido y desorientado, ha terminado descendiendo.
Muchos, entre los que me incluyo, el descenso lo vemos como la forma de que se haga una limpia, como un mal necesario para devolver a su génesis al club nacido bajo el lema 'no al fútbol moderno'. 
La mafia sigue en el empeño de convertir, de forma unilateral, el club en SAD. Lo que quiere el invasor, perdón, el inversor, Serrano, es simplemente dinero. Serrano sigue dando tumbos por la Tercera División española en busca de su gallina de los huevos de oro, sin saber que el fútbol modesto da para lo que da, y sin ser consciente de que la inversión extranjera está llena de parches peligrosos para una burbuja que, si no explota, es porque los más grandes del fútbol español logran hincharla más y más. Si un Palencia diese dinero, ¿no habría tortas entre los Ali Syed y los Al Thani de turno?
Parece mentira que, en el año en el que debían esperarse más ingresos, más apoyos, más visibilidad, más disfrute, haya ocurrido en el club todo lo contrario. A diferencia del extinto y querídisimo CF Palencia, el 'Dépor' sigue con vida. Dicen que, mientras hay vida, hay esperanza. Cuando se reconduzca la situación, si es que al rehén no terminan de ahogarlo, tiempo habrá de seguir corrigiendo errores y buscar la forma de crecer, y que, de nuevo, Palencia se identifique con una fuerza tan grande como es el fútbol... Como ocurre en Almendralejo, en Huelva o en Badajoz. ¡Qué camino tan largo queda para llegar a eso! (Envidia sana).
En el otro lado de la moneda, en la cara en este caso, en el Grupo VIII de Tercera División, está el modestísimo Cristo Atlético. Es el ejemplo claro de que, en Tercera, no hacen falta Smashing Rules ni fichajes estratosféricos ni empresas extraordinarias para ilusionar a toda una afición, sea ésta de 100 o de 500 locos. Basta un equipo de chavales "de por la zona", con un entrenador como Lolo, y con un trabajo consistente para demostrar que soñar es posible.
Es un guión parecido al que vivió el CD Palencia que se metió en los play-off de ascenso a Segunda B. 
Serrano, atiende: la fórmula del éxito te la están regalando. Serrano, lo sencillo y bien hecho, funciona y da alegrías... A ganar dinero, a La Bolsa de Madrid.

29 marzo 2017

Bucle de interrogantes

El futuro más inmediato es una tremenda incertidumbre. Quizás tanto la crisis, como los efectos colaterales, que aún perduran, es de las pocas cosas que permiten que los problemas locales se extrapolen a los generales y viceversa.
La población sigue envejeciendo, sigue habiendo mucho negocio de quita y pon, demasiados locales comerciales vacíos, crisis de educación, avasallamiento tecnológico, muchos interrogantes en las cabezas de los jóvenes, y el 'Despacito' como banda sonora del momento ya sea en la madrileña Kapital o en el palentino Ágora.
El retrato vale para Madrid y también para nuestra modesta Palencia. En ellas, los adolescentes le dan vueltas a qué trabajo tendrá más salidas, los veinteañeros tratarán de buscar su lugar en el mundo y los treintañeros nos preguntamos si estamos en el camino correcto o si aún están cosas por pasarnos.
Este mes, en el programa 'Especial cinco años de El Arambol' (ACUP Radio, les tengo aprecio por el buen trabajo que hacen), les preguntaban a los invitados cómo se imaginaban Palencia dentro de otros cinco años, y ninguno era optimista.
Y se da que muchos de los emigrados a Madrid (no sólo palentinos) nos hemos preguntado ¿y si algún día volvemos a nuestra tierra? Al final, muchos trabajos tienen los mismos procederes aquí y en Cuenca. Con la enorme ventaja de, en el caso de Palencia, en comparación con la capital de España, pagar muchos menos impuestos y vivir más barato y con más calidad de vida.
Sin embargo, la realidad no hace más que devolver interrogantes. ¿De verdad, comprar pisos y coches... o alquilarlos? ¿Quedarme como estoy? ¿Seguir formándome, aunque me cueste dinero? ¿Y si el dinero 'peta'? ¿Cuesta mucho dinero mantener una familia? ¿Y si hay nuevas elecciones? ¿Nos vamos todos a la vez? ¿Por dónde pasan las oportunidades? ¿De quién me fío?
Ese extraño ritual de preguntarle a la almohada y recibir inspiración divina no provoca sino un boomerang de nuevas dudas y acabas obligado a fiarte de tus propias certezas: nada te garantiza nada. Toca estar abiertos a todo, a lo mejor y a lo peor, al frío y al calor. Los imprevistos existen y están de moda: Brexit, Trump o Podemos y demás imposibles para quienes hacen previsiones con datos.
Quizás ese bucle de interrogantes también sea propio de la treintena... O de una pedrada personal, aunque me consta que no soy el único que la sufre. En cualquier caso, Carpe Diem... Donde sea, pero Carpe Diem.

20 febrero 2017

Una semana feliz

IMAGEN: 'El Arambol'
Vengo de una semana muy buena: sorpresiva, reconfortante y tremendamente agradable.
Agradezco la posibilidad que, el lunes, con el Día Mundial de la Radio, me brindaron los amigos de 'El Arambol', en Acup Radio, de formar parte del modesto homenaje a nuestro medio que brindaron desde la emisora universitaria. 
Tan grande fue el homenaje que, en Cope, reunió a tres históricos de la radio española, como el que pueden realizar gente como Samuel, los dos Raúles, Natalia o Jesús, con casi 150 semanas de radio local con gusto hecha por puro amor al arte.
En sus estudios, in situ, estaba Leonor Ramos, compañera de profesión con la que hacía tiempo que no charlaba y que vistió los colores de la camiseta de mi querida Cope Palencia. Me dicen, por cierto, que va muy bien de salud, por lo que me alegro mucho. Siguen sin ser demasiados buenos tiempos para las locales.
La semana culminó con un regreso a mi capital preferida, que apetecía. Mantuve algunos reencuentros inesperados que me llenaron profundamente. Cuando pasa tanto tiempo y ciertas personas reaparecen, aunque sea en la puerta de un bar y para una puesta a punto en minuto y medio, es una satisfacción enorme que me hace ver que algo bien se hizo en el pasado.
Entre tanto, no hace falta esperar que pasen demasiadas cosas para darse cuenta uno de que, muchas veces, la mejor de las alegrías es ver que todo sigue bien, sin sobresaltos.
Con dosis de cariño tan grandes es imposible no querer sentirse más palentino. Ya he dicho anteriormente que Palencia es, además de la ciudad en sí, la gente que le da vida. Ojalá estuviese más cerca de Madrid.

05 febrero 2017

Una de maestras

Me contaba una amiga, palentina y en el exilio, que estaba conociendo a una compañera nueva de trabajo y, lógicamente, surgió la pregunta de:
- ¿Y tú de dónde eres?
- ¿Yo? De Palencia.
Hasta ahí todo normal de no ser por la siguiente pregunta:
- ¿Y Palencia dónde está?
La conversación pasa de ser normal a abominable si, al contextualizar el diálogo, puntualizamos que las dos interlocutoras son Maestras en Educación Infantil. Maestra, Educación, Derecho Básico, Pilar de un País, Estado o Nación.
Claro que, por edad, los niños a cargo de esa Maestra no tendrán la necesidad de preguntarle dónde está Palencia. Esos mismos niños, con 20 años más, también podrán triunfar en la vida o, mejor dicho, ganar mucho dinero, pasando por Gran Hermano, por algún Talk-Show, por concursar en algún programa excepto en Saber y Ganar, o sabiendo exhibirse en cualquier plataforma popular de internet. Para eso, no hace falta ya no saber dónde está Palencia, sino escribir o comprender una simple lectura. Pero si la pregunta es '¿se puede ser Maestro sin saber situar a Palencia en España?', respondería que 'no'.
En mi memoria, el trabajo impecable de mi profesora de 5º de EGB, Pilar Lobera, que nos iba haciendo aprendernos las provincias por Comunidades y nos iba preguntando, entre otras muchas cosas, a lo largo del curso. Quien no sabía la respuesta, la copiaba diez veces. Quizás, por ese fallo, jamás olvidaré que Albacete está en Castilla La Mancha. Y que me perdonen dos albaceteños de pro: María José Navarro y Pedro Sáinz de Baranda, compañeros de Cope.
Entiendo que los becarios más jóvenes que llegan a deportes no tengan muy claro quién es Fermín Cacho, el gol de Mijatovic no les diga nada (por muy del Madrid que sean) o sepan algo de Induráin 'de oídas'. Pero España se aprende en los Colegios, en la Educación General Básica. La ESO retuvo a la gente dos años más en los institutos, pero no impidió que los que no estaban por la labor, acabaran buscándose la vida de otra manera. Y, ahora, aunque la gente tenga carreras, sabe menos. Quizás porque las dudas las resuelve Google, no hace falta memorizar demasiado, ni tan siquiera saber demasiado. Fiamos nuestro cerebro a internet. Y cuando pasa algo, protestamos en Twitter. Yo también protesto en Twitter, el blog está sobrevalorado. Pero sé situar las 52 provincias de España en su sitio y sé a qué Comunidad Autónoma pertenecen. Cultura mínima, que dicen.

29 diciembre 2016

La publicidad de las compras y del aire

IMAGEN: El Norte de Castilla
¡Lo importante que es aparecer en el mapa! Quizás, con esa motivación, Palencia ha invertido en promocionarse tanto en Chamartín como en Sarriko, de momento, en una novedosa campaña de nuestras instituciones. Sin embargo, el hecho de ver un cartelón de publicidad con el nombre de Palencia nos acaba seduciendo más a los palentinos exiliados que a los 'target' de dichos paneles.
La idea es buena, pero el tiro creo que sale cruzado. La parte del turismo y la gastronomía es siempre correcta. Y es verdad que el que no arriesga, no gana, pero opino que es tremendamente difícil seducir a los madrileños (y residentes) con nuestras opciones para hacer compras, por 65 € que vale el tren de ida y vuelta, cuando Madrid es la panacea del 'shopping', pese a que mí me siga rechiflando dejarme el dinero en el comercio palentino, siempre que puedo, y a mí me valga el lema de "Palencia, ciudad de compras".
Como lo mismo creo que también se cruza el tiro cuando se vende aire puro en Bilbao, donde al asomarse uno por la ventana, raro es que no haya una montaña cerca.
Curiosamente, tal como anda el panorama estos días, el aire puro se vende mejor en la agitada y contaminada Madrid, y lo de las compras en Bilbao, ¿pues quién sabe? Yo nunca he ido de compras a Bilbao, y sí a ver el Guggenheim y cenar unos pintxos.
El caso es que las dos cosas que se publicitan son tan ciertas como la vida misma y en estos días navideños no puedo echar más de menos tanto un aire más respirable como una ciudad muchísimo más fácil y hasta más económica para hacer las compras de Navidad.
En pleno 2016, sigo pensando que la mejor publicidad es el 'boca a boca' de los foros en Internet y páginas de opinión y que las instituciones, aparte de seguir esforzándose por pintarnos en los mapas mudos cerebrales de quienes no saben dónde estamos, deben hacer que el turista tenga una visita fácil, no: facilísima. Apepés, webs, redes sociales... Los recursos están al alcance de cualquiera y vale más un buen 'Community Manager' que un cartelón.
Seguramente haya detrás de esta campaña un "Si Madrid no viene a Palencia, que sea Palencia la que vaya a Madrid" (y lo mismo con Bilbao), al más puro 'estilo Mahoma'. El problema de esta situación es que somos muchos los que nos vamos a Madrid... para quedarnos. A efectos de publicidad, salimos ganando: los palentinos con los que me relaciono son muy buenos embajadores de lo nuestro, pero quizás, en todo esto, haya una cuestión más profunda: que muchos de los que se bajan en Palencia no lo hacen para quedarse.

30 noviembre 2016

Secuestro y prostitución de un club

Puede ser que el hombre tropiece con facilidad dos veces en la misma piedra. Pero no es mi objetivo filosofar sobre la condición humana, sino recordar que hay gente que, con el simple interés de su beneficio personal, está dispuesta a hacer las cosas mal, aún perjudicando a terceras personas. Y aunque sea repitiendo errores del pasado.
El último capítulo del CD Palencia, creado por y para socios, bajo el lema de "No al fútbol moderno", recuerda al proceso que acabó forzando la desaparición del añoradísimo CF Palencia. Las ganas de convertirle en SAD le condujeron a un coma eterno.
La cadena de errores forzados que ha cometido la directiva del nuevo club morado para transformarlo en Sociedad Anónima ha sido de traca. Y digo de traca porque han ninguneado tanto los Estatutos como al Senado el club. Es como quien aprueba una Ley pasándose por el arco del triunfo la Constitución y la mayoría absoluta.
Su actual presidente, Javier Rodríguez, es la típica figura del traidor del cine de guerrillas, el que está en tu trinchera pero resulta ser del ejército contrario. Porque no son normales tantas cosas que han pasado sin que haya asumido un sólo error, y cuando tiene que dar la cara en la Asamblea, sale corriendo como si le persiguieran. Al presidente inerte lo único que le interesaba era tener al club atado de manos y pies en lo que llegaba Francisco Serrano, el 'chungo' del film, el que promete que el dinero va a llegar, aún a base de cargárselo todo.
Y así queda el Club Deportivo Palencia: engañado, traicionado, maniatado, prostituido y, ahora, será vendido... Y no necesariamente al mejor postor. Ahí está el dinero chino en nuestro fútbol, haciendo aguas con el Rayo, con el Valencia, con el Espanyol, con el Granada... Todo buenas noticias, sin importarnos que el pagador sepa hablar castellano. Sin importarnos que el chino que paga sepa situar a Palencia en el mapa: "¿Paella, paella? ¡Jajaja!"
Las esperanzas de recuperar al club en los Tribunales no son claras, ni mucho menos rápidas y casi ni halagüeñas, por aquello de la Justicia. Me duele lo que se ha hecho con una entidad deportiva que lleva el nombre de mi ciudad, que nació con una ilusión en la que el sueño se ha vuelto a convertir en pesadilla. Don Dinero por delante. La cabeza, por detrás. Y seguirá sin pasar nada aunque el camino vaya quedando lleno de cadáveres. Así nos va.

21 noviembre 2016

La necesidad de la prensa local

Que dos periódicos de tirada diaria sobrevivan en nuestra provincia en formato papel me parece digno de destacar. Y ya no sólo por el hecho en sí de cumplir números, sino de ser rentable y dar de comer a quienes le dan forma detrás del escenario.
Dicen que el presente pasa por lo digital, por eso creo que celebrar en buena forma 135 años de papel es todo un acontecimiento. El suplemento que se entregaba hace unos días, en el viernes en que festejó el aniversario con una Gala, es una mirada al presente y, sobre todo, un ventanal gigante al pasado.
Volvemos al tópico de que cualquier tiempo pasado parece mejor, más con estos tiempos que corren. En este caso, además, el pasado, o mejor dicho, la historia de Diario Palentino es un elemento suficiente para hacer grande al rotativo. Y precisamente, para recordarlo por siempre, se ha querido hacer la estatua de un vocero, el último eslabón de la cadena justo antes del lector, una figura, como no podía ser de otra forma, del pasado. 
Creo que se mira hacia atrás con tanto orgullo como nostalgia, tan de moda, y sirve para agarrarse a las ganas de seguir haciendo buen periodismo local siendo el referente que se ha sido.
Lamento si alguien piensa que sólo tengo buenas palabras o, incluso, soy pesado y demasiado 'pelota' con este asunto, pero no puedo estar más a favor del periodismo de cercanía. Interesa lo que pasa en el Congreso y lo que pasa en otras Autonomías pero, tanto o más, saber si llueve, si me van a poner zona azul, si me van a quitar un autobús, si el Ayuntamiento me va a subir tal impuesto o si el club de mi ciudad la está liando parda. También me interesa la opinión de lo cercano, y las fotografías. Y cuando busco algo histórico, me gusta tirar de hemeroteca más que de libros de historia.
Me interesa que el periodismo local siga vivo, tanto si estoy en Palencia como si estoy en Madrid. Me gusta que las empresas de casa apuesten por él. Me gusta que sigan existiendo historias que contar y gente a la que le interese, además de noticias, que no dejan de ser las crónicas de otras historias que pasan. Me gusta que el periodismo se arriesgue a ir más allá del noticiario purista y perfeccione otros formatos. Me gusta que conviva con lo audiovisual y con redes sociales más inmediatas que el propio periódico, incluso el on-line.
No veremos, salvo criogenización o milagro, el aniversario 270 del periódico. Y por más que nuestros pueblos mueren y nuestra capital envejece, baste mirarle al vocero de frente para recordar que el arte de contar historias es tan antiguo como la propia humanidad. El qué se contará creo que ni se lo imaginan nuestras cabezas.