Industria palentina: ¡¡Más madera, leñe!!
La mítica frase de los hermanos Marx sirve para que la industria palentina se aplique el cuento. Y no me refiero a la industria maderera precisamente, pero el ejemplo de mi amigo Fernando, el ebanista, es un ejemplo de “prototipo de joven empresario que invierte en Palencia y sufre putaditas y canalladas varias por la burocracia del municipio”. Y como él, habrá mil.
Más madera, más carbón y, sobre todo, más iniciativa para que las empresas inviertan en Palencia. Si hablamos de “jóvenes emprendedores”, mejor pasamos palabra. A menos que ya tengan una clientela fija o unas mínimas ganancias garantizadas, es realmente arriesgado apostar por nuestra ciudad, en la que, como a mi amigo Fernando, no se le ocasionaban más que demoras en el plazo de las licencias, de las instalaciones... A la hora de los pagos, eso de cobrar se les da de lujo a los administradores (funcionarios que lo mismo me da que me da lo mismo, «cobro igual a fin de mes»), más teniendo en cuenta que esos pagos son superiores a la cantidad prevista desde el principio (intereses a causa de esas demoras, por ejemplo). Son barreras que se interponen a todo ese proceso que va desde que uno pide uno o varios préstamos, solicita una o varias subvenciones (que a veces se las lleva no quien más las necesita, sino quien más morro le echa), se hipoteca durante años, avala hasta sus pulmones y a esperar a que el negocio fructifique pese a las muchas horas de trabajo para sacarlo todo adelante.
Pero son muchos riesgos. Mucho suelo, pero muy caro. Mucha navecita industrial, pero cara. No mucha demanda, menos público objetivo... las empresas pequeñas es lo que tienen. Para una macroempresa... ni qué contar de dónde sacamos tanto dinero.
Y es que luego vienen los lloros: «Ay, que en Palencia no hay industria», «Ay, que si la FASA se va al carajo, Palencia se va con ella», «Ay, ¡cuánto paro!»... Algunos de los llantos son al puro estilo “show lacrimoso”, como los de algunos políticos, y otros, los más preocupantes, de quienes temen acabar pasando hambre o viven bajo la sombra del desempleo constante. Sí, vale, en Palencia no se invierte... ya lo sabíamos, ¿y qué, se puede hacer algo? ¿Y se quiere hacer algo?
Más madera, más carbón y, sobre todo, más iniciativa para que las empresas inviertan en Palencia. Si hablamos de “jóvenes emprendedores”, mejor pasamos palabra. A menos que ya tengan una clientela fija o unas mínimas ganancias garantizadas, es realmente arriesgado apostar por nuestra ciudad, en la que, como a mi amigo Fernando, no se le ocasionaban más que demoras en el plazo de las licencias, de las instalaciones... A la hora de los pagos, eso de cobrar se les da de lujo a los administradores (funcionarios que lo mismo me da que me da lo mismo, «cobro igual a fin de mes»), más teniendo en cuenta que esos pagos son superiores a la cantidad prevista desde el principio (intereses a causa de esas demoras, por ejemplo). Son barreras que se interponen a todo ese proceso que va desde que uno pide uno o varios préstamos, solicita una o varias subvenciones (que a veces se las lleva no quien más las necesita, sino quien más morro le echa), se hipoteca durante años, avala hasta sus pulmones y a esperar a que el negocio fructifique pese a las muchas horas de trabajo para sacarlo todo adelante.
Pero son muchos riesgos. Mucho suelo, pero muy caro. Mucha navecita industrial, pero cara. No mucha demanda, menos público objetivo... las empresas pequeñas es lo que tienen. Para una macroempresa... ni qué contar de dónde sacamos tanto dinero.
Y es que luego vienen los lloros: «Ay, que en Palencia no hay industria», «Ay, que si la FASA se va al carajo, Palencia se va con ella», «Ay, ¡cuánto paro!»... Algunos de los llantos son al puro estilo “show lacrimoso”, como los de algunos políticos, y otros, los más preocupantes, de quienes temen acabar pasando hambre o viven bajo la sombra del desempleo constante. Sí, vale, en Palencia no se invierte... ya lo sabíamos, ¿y qué, se puede hacer algo? ¿Y se quiere hacer algo?
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