No quiere hablar, peor para ella
Sobre el silencio de Marta Domínguez lo he dicho todo otras veces. También vía twitter hace dos días. Lo que ha hecho la palentina en la última cita olímpica (salvo milagro) de su vida está feo. Ni bien ni mal, sólo feo. Es la única atleta española que no ha atendido ni en la semifinal, ni después de la final, a ningún medio de comunicación. Aunque sólo fuera por la gente que la ha apoyado durante la prueba, que no ha sido poca, aunque el pueblo esté dividido de un tiempo a esta parte.

Marta accedió a hablar con Pedro J. Ramírez, en una entrevista pactadísima, meses atrás. Habló también, para 'El Partido de las 12', en Palencia, y fue ella la que pidió, en directo, que no se la preguntara más sobre lo que había pasado durante la investigación de la 'Operación Galgo'.
Y lo peor de todo es que, ahora que se va apagando la estrella de la Marta atleta, queda la luz de la Marta política. Y como siga guardando silencio ante las grabadoras y las cámaras de prensa, vamos a pensar lo peor. Nos representa a los palentinos en el Senado y cobra de lo de todos. Callar ante las preguntas de la prensa es señal de poca o ninguna transparencia. Y eso nunca viene bien, cuando en política, si algo importa, es la credibilidad. Y a Marta, como no habla y actúa raro, no se la cree.
Tras la final de los 3000 metros obstáculos en la final de Londres, sólo se quería saber cómo se había sentido, cómo se encontraba... Pero no hubo forma. Como sentenció Manolo Lama en 'Tiempo de Juego', peor para ella.
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