Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

05 noviembre 2017

Llorar por un buen... o un mal pan

Leía recientemente un mal artículo que hablaba de lo jodido que lo tienen los pequeños emprendedores que abren pequeños comercios, no sin dificultades inversamente proporcionales a los tamaños de esas, repito, pequeñas empresas. Dicho autor, de cuyo nombre no quiero acordarme, apuntaba que el futuro -si no el presente- está en internet y en las franquicias.
Pues bien, en parte, considero culpables a esas franquicias del empeoramiento del producto básico por excelencia: el pan.
Ignoro dónde nace el problema, pero el abaratamiento del pan se debe: al bajo coste de producción que le supone a una cadena de supermercados (con la consecuente merma en la calidad) o a que el precio del pan suponga un reclamo en la tienda para atraer clientes que, de paso, compren otras cosas.
En Palencia, afortunadamente, quedan panaderías buenas y pequeños comercios de barrio que venden panes de buenos hornos cercanos. Aunque, dado el panorama, entiendo que incluso con los panes aparentemente buenos, surjan dudas de su calidad y procesamiento.
Hay gente que pierde el culo con el pan de aceite de oliva de una hacendosa cadena de supermercados porque, dicen, está bueno (y puede ser que lo esté) y es muy barato.
Siempre cuento la anécdota que me ocurrió en Madrid, en una panadería que combina la venta de pan "bueno" con "pan de horno" a 0.40€ la barra. Dicha panadería tiene muy próximas dos tiendas de alimentación (de chinos) que venden el mismo "pan de horno" al mismo precio. En dicha panadería había una vez una madre con una hija de unos siete años. La hija estaba llorando de rabia, hasta el punto de dar una patada al mostrador mientras decía:
- ¡Que yo quiero pan del chinoooooo, que me lo había prometido papááááá!
La madre no sabía dónde meterse. La panadera la intentaba consolar:
- No llores, cariño, que yo tengo también pan como el del chino.
- ¡Que noooooo, que yo quiero pan del chinoooooo!
Doy por hecho que esa niña no tuvo unos abuelos agricultores a cuyo pueblo llegaba el panadero en un furgón o furgoneta, con el pan recién hecho en un horno de leña (más tarde, eléctricos) en el pueblo de al lado.
Con razón, regalarle una panificadora a un amigo freak de la cocina cool puede ser hasta una buena idea. Dicen algunos food bloggers que, hasta el pan más simple hecho en casa, mejora con creces el pan tieso, sin peso, gomoso de un día para otro, con más corteza que miga y menos vergüenza que levadura, que se ha puesto tan de moda y que preside tantas comidas familiares.
El pan bueno y de calidad pronto pasará a ser un producto gourmet, tradicional, para que se emocione la gente que todavía piensa que existen vacas con manchas moradas en su piel.

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