Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

12 abril 2010

Por el mundo

En los días que corren, nos vienen a la mente esas historias que nos han contado nuestros abuelos o que encontramos en la literatura o en el cine: cuando los españoles emigraban para buscar una vida mejor.
La crisis es económica, pero también castiga a nuestras mentes. Hay un "dejarse llevar" por el destino y con cierta impotencia, sabedor
es de que la perspectiva de nuestro momento depende de algunos mandamases que sólo algunos hemos votado más o menos democráticamente.
No pocas veces he comentado con los míos lo feliz que sería con un trabajo en Palencia, quizás basándome en el recuerdo de lo que fui mientras encontré en nuestra tierra las primeras oportunidades que me acercaron al mundillo del que intento vivir, por más trabas que hay por el camino, aunque nadie me dijo que fuera a ser fácil. Madrid agobia: aporta tantas cosas buenas como malas. A mí me ha convertido en un ser más desconfiado y bastante más irritable de lo que era. Sinceramente, el panorama que hay a mi alrededor no es muy bueno: en el trabajo con un ERE a la vista y reducciones de sueldo; en los demás, dificultades extremas para encontrar un puesto de trabajo acorde al sueño de cada uno… o simplemente un puesto de trabajo; en el barrio, cientos de jóvenes sin educación ni respeto por nadie ni por nada más algunos inmigrantes que, lejos de integrarse, se estancan beodos permanentes día y noche en los parques infantiles; en el resto de la ciudad, hirientes contrastes entre pudientes y no pudientes; en la Facultad (donde llevo varios años), profesores que se quejan del "efecto Logse" y la lamentable formación con la que llegan las nuevas generaciones, así como se quejan algunos Doctorandos que conozco y que comentan que los nuevos alumnos no saben escribir castellano sin faltas de ortografía. Un panorama que me hace retrotraerme a mi pasado, extremadamente vinculado a una juventud que me hizo sentirme muy feliz. Y eso que aún no conocía a personas que han llenado momentos muy buenos en mi vida.
Aunque la realidad tampoco dista mucho de lo que ocurre aquí y allí o allí y aquí (según desde donde se lea). Tanto es así que el ambiente de pesimismo que invade todo, a uno le lleva a charlar con diferentes personas y plantearse realmente si nuestro bienestar está más allá de donde lo establecieron nuestros abuelos. Seguro que a mi abuelo Fernando le costó mucho llegar a Alemania (¿Cuántos nos recuerdan eso de que "nosotros ya emigrábamos con los contratos firmados, no como ahora"?), muchísimo más de lo que a un argentino le puede costar llegar a Nepal. Tenemos más medios, pero nos falta más arrojo, más idiomas, ¿más dinero? ¿De qué dependemos tanto? El gusanillo nos lo ponen tanto los buenos blogs de viajes como los clásicos "Madrileños", "Españoles" o "lo que sea" por el mundo. Incluso en Facebook hay un grupo muy interesante llamado "Palentinos por el mundo", donde encontramos pinceladas de algunos que ya han dado ese paso y crecen como cuidadanos del mundo (aunque muchos escriben desde España). Son ciudadanos rebeldes con su entorno, consigo mismos y que, por unas u otras circunstancias, acaban muy lejos de la tierra que tanto aman. ¿Y quién no sueña con volver? Todo el que se va de Palencia siempre quiere hacerlo: se dejan mucha gente, mucho amor, mucha historia personal, por el camino. Pero el sacrificio acaba mereciendo la pena. Si no vuelven más que de vez en cuando por algo será.

Volvemos al espíritu de los 40, cuando muchas cosas pintaban tan mal, que hubo quien desplegó sus alas y buscó algo mejor. Quizás sea ahora también el momento de cambiar: hagamos por nosotros lo que nadie está dispuesto a hacer, pero con educación, por favor: cuando cojan el tren, dejen salir antes de entrar y… oiga, está mal eso de escuchar la música sin auriculares. Disfruten del viaje.

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