Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

05 septiembre 2015

Querido cabezudo

IMAGEN ATRACCIÓN: FeriaDataBase 
Querido cabezudo del Conde Drácula, o lo que quieras ser:
Supongo que no seas el mismo que hace 25 años, cuando me acojonabas tanto. Creo que, como a tus compañeros, te han restaurado. En cualquier caso, no descarto que un día seas el vampiro y, otro, el pirata del sobrero.
El día que tenías gafas, me dabas menos miedo. Quiero decir... Gafas, el que estaba dentro. Los cristales brillaban a través de la boca y yo era más consciente de que dentro había una persona de carne y hueso. 
Sé de buena tinta que los cabezudos dan algo de miedo a los niños, como lo dan las películas de terror en las que la sangre es 'de mentiras', como nos explicaban nuestros padres. 
Sería incapaz de hacerme un mal llamado 'selfie' contigo si ahora tuviera los 5 ó 6 años que (digo yo) tienen los niños que te rodean y les piden a sus madres una foto contigo. Te falta firmar autógrafos y caer bien. Por mí, no lo hagas porque perderás el encanto extraño que tienes desde siempre.
Nunca sabré si no tuviste la oportunidad de ser gigante, sonriente, noble, si no de rey, con el traje palentino. Ni si te gusta más bailar que dar escobazos. O, quizás, quisiste ser dulzainero o tamborilero. Pero cada vez que te embuchabas esa cabeza horrorosa, hacías que me escondiera tras las piernas de mi madre cuando llevabas escoba...
... Como también me tapaba los oídos cuando veía mis primeros fuegos artificiales, o cuando cerraba fuerte los ojos en mi primer viaje en el Castillo del Terror, donde los pre-adolescentes (dicen) escupían y echaban cigarrillos a los autómatas. Castillo -o Mansión- del Terror, te echamos de menos en el desértico recinto ferial pese al miedo que me provocabas...
... Como también los payasos. Cuando los payasos se propinaban unos bofetones dignos de ser denunciados ante la Policía, lloraban a chorro vivo al tiempo que el enano servidor rompía a llorar, y no creo que por empatía. ¡Que se lo recuerden a mi madre!
No sé si era muy cagón de niño, querido cabezudo, pero ahora te quiero tanto como al resto de monigotes y personas que animan las Fiestas de San Antolín, en las que, de mayor, disfruto mil veces más. Te hice la foto para estar en paz contigo, pero desde lejos, y mirando por los agujeros por si acaso algún trauma infantil se me colaba a través de ellos. Y es que, de camino hacia el disfrute y la diversión, parece que a veces asoma el miedo. ¿Por qué será?

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