¡A tres euros la falda!
¡Nena, a tres euros, a tres euros la falda, nena! ¡Todo a un euro! Y así casi por cada rincón del mercadillo. La policía ronda por las callejuelas pendientes de todo y vigilando que no pase nada. El pasado 10 de julio se vieron obligados a actuar porque hubo movida: unos gitanillos no tenían las licencias en regla, querían instalarse, y la policía les dijo eso de «pos va a ser que no». Unos tiritos al aire para disuadir los nervios y a seguir vendiendo: «¡chicas, todo a tres!» Y hace bien poco detuvieron a no sé quién, unos extranjeros que metieron falsificaciones de ropa.
Pero ahí siguen, a pie del cañón, nuestros vecinos los gitanos, vendiendo un poco de esto y otro poco de aquello, en pleno siglo XXI, montan sus puestecitos al lado de sus “fragonetas”, y a vender al puro estilo de los praeco romanos, cantando más que las excelencias de sus productos, lo barato que va todo.
Da gusto verles con tanta maña en un negocio que va de padres a hijos. No es que lo hereden, sino que están todos en familia. El papa con la mama y los churumbeles, y algunos ya creciditos atendiendo a su propia clientela. Ni se sabe la cantidad de dinero que podrá circular en esos días calurosos de verano, de mujeres en tirante y hombres con sandalias, que se acercan al famoso mercadillo. Un ambiente que ni los medievales. La esencia de la compra en su estado más puro.
Pero ahí siguen, a pie del cañón, nuestros vecinos los gitanos, vendiendo un poco de esto y otro poco de aquello, en pleno siglo XXI, montan sus puestecitos al lado de sus “fragonetas”, y a vender al puro estilo de los praeco romanos, cantando más que las excelencias de sus productos, lo barato que va todo.
Da gusto verles con tanta maña en un negocio que va de padres a hijos. No es que lo hereden, sino que están todos en familia. El papa con la mama y los churumbeles, y algunos ya creciditos atendiendo a su propia clientela. Ni se sabe la cantidad de dinero que podrá circular en esos días calurosos de verano, de mujeres en tirante y hombres con sandalias, que se acercan al famoso mercadillo. Un ambiente que ni los medievales. La esencia de la compra en su estado más puro.
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