Nochebuena de noche
Reconozco no haber ido nunca a la misa del gallo. Ayer, teniendo en cuenta que hoy es festivo, salimos en busca de algún bar abierto para celebrar entre amigos la Navidad. El punto de encuentro era la Iglesia de Santa Marina, justo a la salida de la misa.
Allí acude la novia de mi amigo Fernando con su familia. Y es digno de destacar el ambiente de celebración que envuelve la entrada a la iglesia. Nada más llegar, sorprende la fogata preparada en un rinconcito de la acera, que sirve de remanso y calor y para tomar un buen vasito de mistela invitados por la comunidad parroquial. Allí la gente bromea, está de buen humor, no hay caras largas, se juntan niños, medianos y mayores.
Lo que me más me chocó, más que nada porque jamás lo había visto, es que alguien sacó de la nada una soga y se pusieron a saltar a la comba quienes quisieron. Hombre, la verdad es que no había visto a nadie saltar a la comba en la calle a la una de la madrugada, pero bueno, eso es querer.
Al margen, el ambiente típico que se impregna en el lugar de haber estado en una celebración, la de la Nochebuena, por la que, al fin y al cabo, tenemos unos días de vacaciones. Para unos de reuniones y, por desgracia para otros, de malos rollos. No me voy a meter con que si se ha perdido o no el espíritu navideño y todo ese tipo de historias y debates sin fin. Mi sensación es que la Nochebuena se estaba perdiendo en su verdadero sentido y me sorprendió cuando Noe me dijo que la iglesia estaba hasta arriba de gente.
De los bares, ni hablemos.
Allí acude la novia de mi amigo Fernando con su familia. Y es digno de destacar el ambiente de celebración que envuelve la entrada a la iglesia. Nada más llegar, sorprende la fogata preparada en un rinconcito de la acera, que sirve de remanso y calor y para tomar un buen vasito de mistela invitados por la comunidad parroquial. Allí la gente bromea, está de buen humor, no hay caras largas, se juntan niños, medianos y mayores.
Lo que me más me chocó, más que nada porque jamás lo había visto, es que alguien sacó de la nada una soga y se pusieron a saltar a la comba quienes quisieron. Hombre, la verdad es que no había visto a nadie saltar a la comba en la calle a la una de la madrugada, pero bueno, eso es querer.
Al margen, el ambiente típico que se impregna en el lugar de haber estado en una celebración, la de la Nochebuena, por la que, al fin y al cabo, tenemos unos días de vacaciones. Para unos de reuniones y, por desgracia para otros, de malos rollos. No me voy a meter con que si se ha perdido o no el espíritu navideño y todo ese tipo de historias y debates sin fin. Mi sensación es que la Nochebuena se estaba perdiendo en su verdadero sentido y me sorprendió cuando Noe me dijo que la iglesia estaba hasta arriba de gente.
De los bares, ni hablemos.
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