Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

11 julio 2009

Un futuro entre malas hierbas

Se supone que el futuro urbanístico de Palencia pasa por un nuevo Plan General de Ordenación Urbana cuyo punto fuerte está relacionado con el eterno problema del ferrocarril, que nunca parece querer arreglarse para seguir siendo usado como baza o arma política entre partidos, pero que pide a gritos un acuerdo favorable para Palencia (no para los partidos) por la llegada inminente del AVE a nuestra capital.
El punto de la ciudad que, se supone, es la vena por la que ahora circula la renovación y ampliación de Palencia, es el llamado Sector 8. Un incipiente barrio al que le cuesta mucho esfuerzo crecer. En una España en la que la población no hace sino aumentar, aunque sea a base de morenos, a Palencia la cuesta sangre, sudor y lágrimas abrirse en expansión. No hay más que pasear por las solitarias calles, bautizadas con oro de kilates, de este barrio aún sin nombre, cuyo alma máter es La Nueva Balastera, rodeada aún entre parcelitas con malas hierbas sin podar y bloques que llevan meses esperando a que la constructora pueda hacerlos un poco más habitables. Es la imagen viva de lo que acontece.
Hay un hueco preparado para la construcción de un centro comercial, el tercero en Palencia (considerando Las Huertas como uno, que lo es a todos los efectos, y la Calle Mayor en sí como otro). Es una apuesta fuerte en un momento tan débil para todos, que se antoja como un proyecto aplazable y, según como sople el viento, hasta dudosamente realizable a pesar de que ya está aprobado y tiene la luz en verde.
Si ese sector 8 es el futuro personificado, en plan de futuro en acción, palpable, visible y hasta saboreable, el pobre aspecto que presenta transmite la sensación de que el presente está estancado. Está siendo la zona donde los jóvenes que consiguen un contrato indefinido quieren comprarse un piso, sobre todo los chavales (hoy ya no tanto) del barrio de Pan y Guindas, que crecieron todos juntos y ahora dejan al barrio en un conjunto de bloques de padres con hijos a punto de emanciparse, de aquí a unos pocos años si no lo han hecho ya, y preparados a acoger (esperemos que no) el llamado "síndrome de nido vacío": cuando los hijos dejan el hogar.
No es siempre grato hablar de los problemas de nuestra tierra, siempre los mismos: vejez, menos juventud (y de la que hay, la mitad acaba fuera buscándose las castañas) y una ciudad que crece demasiado lenta, tanto que a veces uno se pregunta si será capaz alguna vez de dar el estirón... o si habrá alguna vez algún motivo para hacerlo. Quizás haya que preguntárselo a algún político que no piense como tal. ¿Alguien conoce a alguno?

1 comentarios:

A las 12/7/09 17:55 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Quizás todo esto sea lo que hemos sembrado nosotros mismos, la apatía que han ido sembrando las nuevas generaciones, la que nos está hundiendo.

Todos vamos a lo fácil a lo comodo,evitando los baches si la cosa se pone mal,eludiendo el acto muy sano de tomar iniciativas.

Los políticos tienen que moverse un poco, pero no les azuzamos como debe de ser.

 

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