Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

05 enero 2010

Los Leyes Magos del Oliente Lejano

Es verdad que, de cuando en cuando, los Reyes Magos nos han sorprendido con algún cachivache que nos han dejado en casa de no sé quién, y que resulta ser lo más parecido a un artículo de plástico, cuya caja y/o instrucciones de uso aparecen en varios idiomas excepto el castellano. Muy probablemente se trate de un regalo que los Reyes de Oriente encargaron para nosotros a sus homólogos más orientales: los Leyes Magos del Oliente Lejano.
Quien leyera el comic de Tintín "El Loto Azul" en décadas anteriores, bien podría quedarse con la idea de que los chinos son unos seres extraños, más bien tirando a pobres y, sobre todo, muy, muy lejanos a nosotros. Pues bien: hoy día, nada más lejos de la realidad.
En nuestros días, los chinos se han convertido en herederos del Todo a Cien. Bazares, bazares, bazares... Llenos de artilugios baratos y, generalmente, de mala calidad, que crecen como setas también en Palencia. El bazar estrella, sin duda, el de la Calle Mayor, donde sus encargados apenas pronuncian correctamente los números en castellano, pero donde no para de entrar y salir gente. Simplemente, porque ahí se encuentra de todo: desde un llavero, hasta una funda para las gafas, pasando por un juegos de vasos de café o una muñeca de juguete. Y todo por poco dinero.
El problema, aparte de, lo dicho, la mala calidad de sus artículos, son, digamos, las "trampas" que este tipo de comercios tiene sobre la Ley. Y bien lo saben nuestros vecinos comerciantes, los que llevan toda la vida. Los chinos abren más días de lo permitido (competencia desleal), a veces venden más de la cuenta (¿se dan de alta como tienda de alimentación, como bazar, como todo a la vez o no lo declaran todo?), y muchas veces venden "en negro": los especialistas en "Alimentación" bien lo saben, cuando van a comprar varias botellas de refresco al súper para revenderlas en su tienda en vez de comprárselas al distribuidor, o venden alcohol a precios desorbitados más allá de la hora permitida. Algo habrá para que los chinos lo hagan... y para que la policía o los inspectores, que lo saben, no puedan actuar.
Hay un mito que no existe: ése que dice que los chinos están exentos de pagar impuestos durante los primeros cinco años. Esa ley, por fortuna, aún no se ha creado. Pero todas las demás triquiñuelas sí. Al margen, aún viven otras leyendas como que la tienda de chinos que cerró próxima a la catedral se dedicaba al tráfico de órganos (o lo pretendía) y que nos hizo mirarlos con más ojitos de sospecha que los que parecen poner ellos a veces, aunque sea su forma oriental de mirar.
Los ciudadanos que tienen los bolsillos más estrechos defienden la existencia de estos comercios, pero también es entendible que, como dijo el Ministro Sebastián (y razón no le faltaba), en tiempos de crisis qué mejor que apoyar lo nuestro: ya no lo español, sino, en nuestro caso, lo palentino. Si nuestro bolsillo lo permite, siempre es preferible dar de comer a los nuestros. Y, aunque sea por cierta decencia y calidad, si los Reyes Magos han pensado en hacer de nuevo algún encarguito a los orientales, que lo den otra vuelta en la cabeza porque pocas veces merece la pena, si de regalos de verdad se trata, salvo si queremos salir del paso...

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