Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

09 noviembre 2009

Nuestro muro de la vergüenza

IMAGEN: www.pueblos-espana.org
En Berlín hoy es un día precioso, a pesar de la lluvia. Es un día emotivo para todo el mundo. Mientras los jóvenes berlineses aún se preguntan por qué un día su país estuvo separado de aquella forma, los españoles nos quedamos fascinados repasando imagénes históricas y escuchando tantas y tantas historias que viven su momento cumbre cuando ese muro deja de ser un obstáculo.
Hoy día, aún quedan otros muchos muros en pie que hacen de fronteras, donde se pierden algunas vidas humanas y que, de alguna manera, simbolizan la falta de libertad, la falta de "mundialización" con la que se vive el siglo XXI.
Sin nada que tener que ver con esas fronteras, no hace falta ir muy lejos para saber lo que es un muro que divide la ciudad en dos. En Palencia tenemos el muro de la discordia: el de la vía de ferrocarril. Es un muro que nos parte en dos y que tan poco gusta a los que nos visitan. A los que, desde niños, nuestras madres nos han llevado en carrito al otro lado por la pasarela del caracol o por la de las Angelinas, lo vemos como algo "normal" pero, en el fondo no lo es.
Y como no lo es, hay una guerra abierta entre políticos y grupos sociales, con más o menos idea, que parten de una idea común: eliminar la barrera de la vía, pero no es posible llegar a un acuerdo por cómo hacerlo. No sólo eso, sino que parece que hay intención de no llegar a un proyecto común. Siempre hay peros. Siempre hay oposición. Siempre hay retrasos. Siempre hay problemas. Pasan los años y la vía sigue ahí. Llega la "media velocidad", en vísperas del AVE, y la vía continúa partiendo en dos la ciudad. La eterna promesa de cada momento electoral.
Es una barrera que simboliza a nuestros políticos: divididos, como Palencia, sin llegar a un acuerdo para erradicar la línea que los hace diferentes. Es una división permanente, clasista, que nos enfrenta y nos recuerda cada día que tenemos que luchar por el progreso. Porque, un buen día, Palencia tuvo que crecer al otro lado del tren, y ahí nos hemos quedado, presos de las circunstancias de nuestra historia, incapaces de avanzar. Parece mentira que, tantos trenes han circulado desde principios del siglo pasado, y siempre dejamos escapar el que nos lleva a donde, en realidad, todos queremos. Ahora el tiempo juega en nuestra contra: la alta velocidad hará honor a su nombre y tocará, al final, tomar una decisión deprisa y corriendo. Una base demasiado mala para algo que, dicen, será el comienzo de otro capítulo más de la historia local. Y la Historia no perdona los errores. Los palentinos tampoco lo haremos.

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