Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

27 agosto 2007

La Planta de los Valientes

«Planta ocho. Abriendo puerta». Saliendo del ascensor, a mano derecha, un cartel nos informa dónde hemos llegado: a la planta de oncología y digestivo. Una flecha nos indica dónde está el pasillo de las habitaciones. Un olor extraño, mezcla de medicina, suero y qué sé yo qué diablos, nos da la bienvenida.
A lo largo del día, un puñado de pacientes, van paseo arriba, paseo abajo, se recuestan en sus camas, se levantan, vuelven a acostarse, leen, hablan... aguantan la dura monotonía de todos los días lo mismo. De la mano, cuando salen al pasillo, un mástil con ruedas que sujeta una máquina azul eléctrica que controla el paso de cada gota que va a través de sus venas. Las botellas, envueltas en papel de aluminio («Protéjase de la luz»), contienen el veneno que cura. "Fluoruro no se qué" reza en las etiquetas, cada una con el nombre de su paciente. Suena el teléfono de uno al que preguntan: «¿Qué tal, Fulano?». Él responde: «Pues aquí, luchando».
Y no exagera un ápice. En la planta ocho es donde se dan cita ese grupo de luchadores que entregan toda su confianza a ese extraño brebaje que les deja flojos, descompuestos, sin pelo, sin defensas, alicaídos... Pero a él se deben, es la única esperanza que tienen, además de toda su fuerza de voluntad, de sobrevivir, de seguir adelante luchando cara a cara con la muerte para evitarla cuando ella asoma desde un rincón. Con ellos, siempre la familia, las enfermeras de esa planta 8, dedicadas y entregadas al 100 % con sus valientes y, sobre todo, muchas, muchas dosis de paciencia. «Poco a poco» se dicen entre ellos.
Por ahora, la quimio es el único remedio para muchos pacientes enfermos de cáncer. Es lo que salva muchas vidas, pero cada vez son más los que tienen que entregarse a ella. Nadie mejor que ellos saben lo mal que lo pasan, pero lo bien que se se encuentran cuando sienten más que nadie ganas de vivir.
No todos, por desgracia, corren la misma fortuna. Espero que desde el más allá puedan poner su granito de arena para que, de una vez por todas, se encuentre el remedio definitivo. El cáncer era, hace apenas diez años, letal: quien lo padecía, moría. Ahora no es el caso, ahora se sobrevive, pero empieza a ser una plaga. El cáncer llama a las puertas de muchos. Tenemos que ser fuertes y aprender mucho de ellos, de los luchadores, por si acaso un día nos llama a la nuestra y tenemos que darnos cita en cualquier habitación de esa "planta de los valientes".

4 comentarios:

A las 27/8/07 18:03 , Blogger Carlos H. Sanz ha dicho...

Grande Javi. Me ha gustado mucho este post... y de paso me has dado alguna idea ;D

Enhorabuena.

Uno que odia los hospitales

 
A las 28/8/07 13:27 , Blogger Nacho Gallego ha dicho...

Un hermoso artículo, sentido y real, que no oculta la realidad de algo que nos acaba afectando a casi todas las familias.
Me uno a ti en este deseo de que se reconozca la lucha por la vida de estos valientes, y que poco a poco se vaya encontrando remedios preventivos y curativos para el cáncer.
Pero aquí me sobran las palabras, desearía poder sentir un poco el llanto y la preocupación ... quitarme esta insensibilización personal y cultural ante la enfermedad ... ese miedo que nos hace y me hace callarme ... no sentirlo ... y no poner medios para enfrentarlo.
Un abrazo a todos.

 
A las 28/8/07 19:02 , Blogger Carlos H. Sanz ha dicho...

Mi más sentido pésame por tu pérdida Javi.

 
A las 30/8/07 11:37 , Blogger Javier Jurado ha dicho...

Muchas gracias a los dos, de verdad. Carlos, espero no tener que volver a un hospital en muuuuucho tiempo, yo también los odio.
Nacho, comparto tu reflexión: la esperanza sigue abierta al remedio definitivo. Un abrazo.

 

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