Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

30 noviembre 2007

El poder de un aficionado

La palabra que más me gusta para definir al público es la que se usa más comúnmente en los toros: la de “respetable”. El respetable, todos a una, es un valor de fuerza y, si no lo es, debe serlo. El que acude a La Balastera no debe ser menos.
Salta el Palencia al césped con los primeros acordes del Himno sonando por megafonía. El público, siempre, actúe como actúe, ya ha tocado el primer balón. Una pitada de bienvenida puede ser producto de un mal partido fuera de casa la semana anterior. Un aplauso debe ser siempre un elemento de motivación. El futbolista que salta al campo con los colores que aman los mismos que le aplauden debería, sencillamente, conmoverse. Es una máxima que el futbolista no debería olvidar: la afición siempre, siempre y siempre es fiel.
El aficionado es el que manda, el director del juego, el que agita las tripas del club, si así lo desea. Otra cosa es que la Directiva tome sus riendas, pero es imposible que se muestre indiferente. Es el que paga su abono o su entrada y espera un buen espectáculo. Es el que deposita su confianza y parte de su esfuerzo económico del mes en 90 minutos de juego. Y el que tiene todo el derecho del mundo a pitar o a abuchear si la cosa va mal, pese a quien le pese, porque lo ha pagado, porque ha confiado y su confianza no se ha visto correspondida.
Nuestro Palencia, cuanto más altas ponga sus miras, más peso tiene el poder de la afición. 4.000 espectadores, todos a una, coreando el nombre de Koeman provoca, aún sin quererlo, un escalofrío al jugador. No es lo mismo el Palencia que aspira al play-off que el Palencia de Tercera, donde algún entrenador oía las voces de Benito Pacheco desde la general porque no estábamos más que 700 y se oían hasta los pájaros que sobrevivían al frío. Pero también, si de 700, 200 pedían la cabeza del míster, eso salía en los medios. Ahora, si 200 cantan en chino mandarín en el Camp Nou, pues da lo mismo. Pero si 100.000 pitan a Figo cuando salta al césped, eso da la vuelta al mundo.
Que cada vez haya más gente que quiera ir a La Balastera es buena señal. Si cada vez va menos, es otra bien distinta: que el equipo no hace bien las cosas. Luego salen los argumentos, válidos por otra parte, de que “es muy fácil apoyar al equipo cuando las cosas van bien”. Es una verdad indiscutible, aunque cada cual debe estar tranquilo si sabe cuál es el sentimiento sincero hacia su Palencia, pero a la evidencia que tenemos que rendirnos en esos casos es que una buena entrada contribuye a un buen ambiente y es señal de que hay gente (quizás con un sentimiento no tan fuerte hacia el equipo) que paga por ver al Palencia. Y eso es bueno para un club que quiere seguir creciendo.

Artículo publicado también en la web de los amigos de www.cfpalenciaco.com.

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