Nuestro particular bipartidismo

Uno hoy se levanta viendo el mapa de EEUU con los resultados electorales sobreimpresos. La primera sensación al ver la prensa (digital en este caso) nos recuerda a la misma que nos recorre el cuerpo cada cuatro años al ver el mapa español la mañana siguiente a las elecciones. Además, con dos colores: el azul y el rojo, igual que aquí. Sólo que la diferencia electoral principal es evidente: en España no existe el bipartidismo.

Y el caso es que el bipartidismo funciona a las mil maravillas en Estados Unidos, y las campañas electorales suelen ser tomadas como referentes en el mundo por los estudiosos de la Comunicación Política. Uno contra uno, cara a cara, contigo o contra ti. Más emoción, imposible.

Uno gira la cabeza hacia España y todo es tan diferente... ¿Pero eso es bueno o malo? Un panorama pluripartidista, en teoría, debería ser mucho más enriquecedor si se traduce en más puntos de vista para una sociedad que se mueve en un contexto democrático, aunque las preferencias de los españoles hacen que los partidos menos votados reclamen el protagonismo que las urnas no les conceden.

Los votantes son los que, con sus decisiones, permiten que en España exista un cierto bipartidismo. PP contra PSOE, Rajoy contra Zapatero, contigo o contra ti. Ni las campañas electorales son, a veces, ejemplares, sino más bien poco elaboradas o muy poco originales. Ni el mediatismo es tan espectacular como el norteamericano. E incluso el pasotismo entre los españoles por la política llega a veces a niveles alarmantes (véase Elecciones al Parlamento Europeo).

Pero tenemos algo que da un plus de emoción: las minorías. Son las que desencadenan todo el juego político: las alianzas, las traiciones, las promesas, y las que se quedan sin cumplir. Un juego político que, a veces, se convierte en peligroso.

Unas minorías que cobran protagonismo en las elecciones locales. No tanto en la capital, donde Palencia aparece siempre pintada de rojo o azul, sino en localidades donde el pueblo se tiñe de CIVES, de VA, de agrupaciones independientes que dan otro color al gráfico que reparte los escaños.

Aún queda tiempo para que lleguen otras municipales. En nuestro caso, dos años para que el PP proponga alguien convincente y para que en el PSOE... ¿renueve o mantenga lo que funciona? Muchos votantes socialistas de a pie creen que Heliodoro ya ha cumplido, que debería marcharse. Quizás el miedo al cambio mantenga, otra campaña más, a Gallego como "namber guan". ¿Y qué hay del resto de partidos? El escaño de IU juega donde le dejen. Del resto, ni fu ni fa.

Si es que, en el fondo, visto así, hasta tenemos alguna semejanza con los EEUU. Ahora hace falta aplicar la máxima de Obama, que en lenguaje electoral estadounidense ha sido símbolo del cambio y de la victoria: "Yes, we can", es decir "podemos". Un lema que se ha aliado con el vencedor y que en la Eurocopa también se alió con el que ganó.

En años difíciles como los que vivimos, y de los que Palencia tampoco se libra, ojalá, gane quien gane, dé otro impulso a nuestra ciudad, al margen de partidos o intereses personales. Que algún día todos nosotros, los palentinos, nos sintiéramos vencedores. Difícil, pero por pedir que no quede. Yes, we also can.