Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

20 octubre 2010

Estación de silencio

Estamos ya de lleno en la época en la que el tiempo nos va jugando algunas malas pasadas propias del otoño que atravesamos, cuando la Tierra va pidiendo poco a poco alguna hora más de sueño. Trabajamos y estudiamos y dejamos las vacaciones para otro momento, pese a que algunos rezagados hace apenas quince días que bien pudieron terminarlas, sin olvidar, por desgracia, a quienes las tienen permanentes.
La vorágine que la estación de autobuses cobra estos días es mucho menor. Es verdad también que la llegada de las altas velocidades a la estación vecina, ha dejado las taquillas algo más frías y las dársenas como expectantes a ver cuándo viene el siguente.Los que esperan el autobús para ir a algún pueblo son los que lo hacen por costumbre. Una mañana cualquiera hay más ancianos resguardándose del frío que pasajeros con destino a alguna parte. La tónica habitual, tras pasar el umbral de las puertas automáticas, es la de las persianas cerradas y algún que otro empleado en la ventana de información, si no hay que golpear el cristal para que acuda a ella. Muchas sólo se abren justo antes de que el conductor arranque. En apenas un instante ya habrá despachado los billetes, si no lo hace en el mismo coche.
Las dársenas están casi siempre vacías. Los autobuses de largo recorrido se vacían antes de llegar a Palencia. A nuestra tierra llegamos sólo unos pocos. Y cuando nos vamos, también. Somos 84.000 censados, tampoco podemos esperar un movimiento abrumador.El momento de mayor jaleo estudiantil ya no está en los colegios, que han perdido parte del griterío de hace apenas unos años. Está en las paradas, pero no en la estación de autobuses. Son quienes van a Valladolid y vuelven en el día con la mochila y la carpeta llena de ilusiones un tanto desdibujadas por el aguacero que cae por su camino. Son quienes suben a La Regional en Modesto Lafuente, en la Fábrica de Armas, en el Castilla Vieja... Y vuelven en el día, aunque se pierden la oportunidad de vivir la experiencia fuera, que da, a veces, más tablas en la vida que la propia y malograda Universidad moderna. Ya sabemos que muchos de los que se van, tardan en volver. Y me remito a la experiencia propia y ajena.
Se me sigue haciendo extraño ver tan vacío, a menudo, un espacio tan grande en el corazón de la ciudad y que, se supone, es un punto de partida y de llegada: de movimiento. Y verlo todo tan parado... Quizás la diseñaron demasiado grande para lo que es Palencia... Aunque no sé, no me gusta, a veces, tanto silencio.

1 comentarios:

A las 20/10/10 20:55 , Anonymous Pablo Saldania ha dicho...

Sí, tiempo de silencio aquí, en la ciudad silente, en la que, como dice el poeta Julián Alonso,nunca pasa nada.
¡Qué pronto se hace el silencio en nuestra Calle Mayor cuando llegan los fríos! Silencio de ausencia, silencio de vacío, de soledad... Hasta que llega el viernes y la ciudad cobra algo de vida.

 

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