Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

10 abril 2015

¡Vótame, chacho!

IMÁGENES: Capturas Youtube
Pienso que en el Pan y Guindas, si no hubieran existido los gitanos, habría que haberlos inventado. Porque mi barrio tiene -o tuvo- una identidad tan propia que es imposible imaginárselo de otra manera.
La mayoría de familias vivieron -dicen que ya no quedan tantas- en una torre que hay cercana al Ciudad de Buenos Aires: era la "torre de los gitanos". Siempre me dio cierta envidia pensar que con que salieran a las 14:59h. de casa, llegaban puntuales a clase en el turno de tarde. A veces, el panel de premios del 'No te rías que es peor' nos hacía apurar más de la cuenta.
Natalia fue una de mis primeras compañeras de clase de raza gitana. También lo eran Sara y Juan Diego... ¡Gran Juan Diego! El caso es que Natalia, una niña simpática con unos ojos enormes (¡y qué guapas son muchas gitanas!), casi nunca iba a clase por la tarde. Hablamos de 2º de EGB... Cuando doña Pilar pasaba lista y ella no estaba para levantar la mano, el resto decíamos a coro: «Está en la vendimia».
Era fácil que, en cada clase, hubiese dos o tres alumnos de raza gitana. Y había de todo: desde el típico bromista, hasta el que duraba sólo los primeros días, no hablaba con apenas nadie, y luego dejaba de venir al colegio. Pero como ese tipo de cosas no eran sólo de los gitanos, todo transcurría dentro de la normalidad poligonera.
Si te pedía dinero alguien por la calle, podía ser un gitano... Y podía no serlo.
Sólo tuvimos problemas de verdad cuando el Alcalde de aquellos tiempos, Marcelo de Manuel, trasladó al bloque de familias de "La Campanera" a vivir próximos al cementerio. Entonces, eran frecuentes los chismes sobre robos, pequeños atracos en aquel bar o en alguna panadería. En el barrio, que estábamos de vuelta de todo, se produjeron aquellas manifestaciones en las que se voceaba lo de "Integración, sí.  Guetos, no". Y doy fe de que aquello no se hizo contra unos gitanos, sino contra gente marginal conflictiva. Los propios gitanos del barrio "rajaban" de aquellos.
De acento distinto y de culturas diferentes, nunca se ha tratado de que payos y gitanos seamos iguales, sino de convivir con respeto. Y algo no ha debido de salir bien cuando ahora plantean la necesidad de salir representados en el Ayuntamiento de Palencia en las próximas municipales para defender "los intereses de las minorías étnicas, especialmente de raza gitana, y de las personas más desfavorecidas".
Quizás pase como el "Partido Independiente Rumano" que se presentó en su día en varias localidades españolas. Siempre que se presenta un partido nuevo, nace por unas necesidades que no se consideran cubiertas. A partir de ahí, chapó por quienes se lanzan a utilizar las herramientas que hay a disposición de todos. Las firmas y las críticas vendrán a partes iguales. Luego, el tiempo y las ganas de cada parte de solucionar los problemas, hace el resto. 
Imaginando esta situación en ese Polígono de los 90, se me viene a la mente un "¡Vótame, chacho!", que acabaría siendo tema de tertulia y parodia en muchos rincones, incluso en los propios rincones gitanos.