Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

28 diciembre 2015

Pequeños ejercicios de democracia escolar

IMAGEN: CP Ciudad de Buenos Aires
Me he estado acordando estos días post-electorales de lo fácil que lo hacíamos todo cuando éramos niños. 

Aprendimos las primeras nociones reales de la democracia en el Colegio, cuando teníamos que elegir a nuestro delegado. Era un proceso sencillo: podía o no haber candidatos. Si no los había, cada compañero votaba a otro, el que pensara que le representaría mejor. Entonces, aún siendo unos niñatos, lo solíamos hacer con mucha responsabilidad: ya fuera el que mejor notas sacara, el que mejor se llevaba con los profesores, alguno que se mostrase responsable de verdad... Te podías votar a ti mismo porque nadie lo prohibía, pero no conocí a nadie que lo hiciera. 
Elegir al delegado era una tutoría muy importante porque duraba todo el curso. Y los resultados dejaban, generalmente, satisfechos a la gente, aun cuando la votación hubiera sido tanto o más apretada que la que hay ahora con el 'cuatri-multi-partito' de las últimas generales. Claro que, en nuestras clases, no había gobierno y oposición, sino delegado y subdelegado. Los dos trabajaban juntos y daban la cara por los compañeros.
Después, en el Instituto, el proceso era el mismo, pero los criterios cambiaban. Quizás, sacar buenas notas no era suficiente. Quizás, bastaba la popularidad o tener más carisma que el resto. A medida que nos acercábamos a los 16 años, podíamos encontrarnos con un delegado que encontraba sus intereses lejos de las clases y el subdelegado acababa siendo delegado en funciones hasta el mes de junio. Si acaso, había que elegir a un tercero, por si acaso. Pero todo muy democrático.
Además, cada varias semanas se hacía una reunión de delegados con el Jefe de Estudios, a modo de Consejo de Ministros.
Después, en la Universidad, el proceso se degrada hasta el punto de que las clases se quedan sin delegados, o el profesor, con las prisas de encargar a un responsable de unas fotocopias, elige a alguien a dedo, con el caos que suponen las clases universitarias: desconocimiento de los compañeros durante las primeras semanas, alumnos itinerantes, repetidores de todas clases y estilos... Las condiciones, imposibles para una gobernabilidad adecuada. Y nadie se quejaba.
Es como si, según nos acercáramos a los 18 años, esa votación casta, pura y responsable de años atrás se fuera desvirtuando. Quizás por eso, ahora mismo, no me sorprende nada de lo que está pasando.
Gracias a doña Charo, a doña Pilar, a don Pablo o a doña Paulina por enseñarnos, siendo niños, algo que, dicen nuestros padres y abuelos, costó tanto traer a nuestro país.

25 diciembre 2015

Radio, cantera y Palencia



IMAGEN: Radio Acup
Reconozco que el programa 100 de El Arambol es el primero que me he escuchado íntegro. Llegar al número 100 de un programa semanal (con sus vacaciones y tiempos de reposo) cuesta. Y lo sé por Futsal Cope, con el gran Santi Duque a la cabeza. Es una cifra con la que te apetece ponerte guapo y organizar algo más especial. Por eso apetecía escucharlo, así que, podcast en mano y cuatro largos viajes en el Metro de Madrid, me permití disfrutar de más de dos horas de palentinismo ‘elegante’, como acostumbro a decir entre amigos. Y no me defraudó.
Raúl González, David Frechilla y Juan Francisco Rojo, tres grandes referencias del periodismo local, se enfrascaron en una entretenida tertulia para recordar lo mejor y lo peor de un 2015, y analizar las elecciones generales. Todo con un poso amargo, el que te recuerda, a la vista de los hechos, que perteneces a una provincia que sigue siendo una gran olvidada en el conjunto de lo nacional, salvo cuando FASA va bien o se inaugura un AVE, del que ya veremos en 2016 su efectividad.
El gancho de ese programa 100 estaba en escuchar a Ramón Calderón, el ex presidente del Real Madrid. Recuerdo que, en su día, a muchos nos sedujo la idea de tener un palentino al frente del mejor club del siglo XX. Luego llegaron las batallas, las sombras, las tarjetas fantasma… Como recordaron los chicos al final de la entrevista con un recopilatorio de ‘bromas’, el personaje se acabó imponiendo a la persona, que no deja de ser la de un palentino a la que su ciudad de dejó unas felices infancia y adolescencia.
Y luego, el momento gamberro. El momento que más envidia me da, en el que ese grupo de amigos que se juntan los lunes en ACUP radio, charlan, comentan noticias, sacan a relucir sus chistes, sus pullas, y se lo pasan más que bien. “Y ya, si nos pagaran por lo que hacemos”… comentaba alguno de ellos.
La radio es una forma de pasarlo bien, y ojalá hubiese algún ratito más, en la radio comercial, para esa propuesta de actualidad gamberril, ese formato de programa que te entretiene con un montón de cosas y en el que, si la gente se muestra tal como es, acabas simpatizando con alguno de ellos. A mí, ese programa 100, me tocó desde el podcast. Y por mi cabeza se me pasaron todas estas cosas y algunas que conforman mi propia historia. Radio, cantera y Palencia. Imposible no sentirme identificado.

21 diciembre 2015

35573 palentinos se quedan sin voz en Madrid



El titular lo daba @PalentinoP este domingo en su cuenta de Twitter. Si todos los ‘sin voz’ se uniesen en un solo partido, éste sería la segunda fuerza más votada en Palencia. Y, como en Palencia, en tantos otros sitios, hasta el punto de que si todos los votos de IU-UP sumasen, tendrán 13 escaños en vez de dos, por poner un ejemplo.
Ya no es tanto la Ley D’Hont como la necesidad de una circunscripción única nacional en las elecciones generales. Y como el ejemplo de Méndez de Vigo nos demuestra que cualquier partido puede colocar a cualquiera de su partido en la lista que más le plazca, ¿qué sentido tiene lo de los escaños por provincias? El caso de los partidos regionalistas o nacionalistas responden especialmente esta pregunta, pero no es nuestro caso.
En nuestra casi vecina Soria, desde que les quitaron un escaño, y al Congreso sólo van dos, están en un sin vivir: voten lo que voten, siempre saldrá 1-1.
Si nos fijamos en el caso de Segovia, la pregunta lógica de este año nos invita a pensar: “¿Por qué se manda al congreso a un imputado?” El tal Gómez de la Serna, por lo visto, ni atiende llamadas. Y se supone que se debe a los ciudadanos. Todo muy democrático, oiga. Pero como conozco al pueblo segoviano, y sé que hay gente muy normal, quiero pensar que, con listas abiertas, los propios votantes del PP de Segovia no le habrían puesto el aspa. Al hombre, que es animal de costumbres, le cuesta menos poner cuernos a su pareja que a su partido político, y con listas cerradas, te la tragas.
Así pues, si tiramos de lógica y sentido común, no es una locura pensar que el sistema necesita una pequeña vuelta, por un simple argumento que, seguro, convence a todos: un ciudadano = un voto. Para que los 33573 palentinos que han votado no sientan que sus expectativas acaban en una planta de reciclaje de papel. Y eso, que lleva pasando casi 40 años, se aleja de la democracia que soñamos.