Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

31 diciembre 2009

¿Y toda esta gente?

Si por algo se ha caracterizado Palencia estos días es porque, de repente, surgen personas y vehículos por donde antes no había. Sobre los coches queda claro que la lluvia ha sido el principal problema: jarreando como jarrea es normal que llegue a parecer que falten carreteras (y plazas de aparcamiento) para tanto jaleo.
Y en cuanto a lo del número de personas, da que pensar: durante todo el fin de semana ha estado todo lleno. (¡A pesar de la lluvia!) Y todo es todo y a todas horas. Mucha gente por la calle de compras, muchos jóvenes (y no tan jóvenes) llenando como pocas veces los pubs y disco-bares por la noche... "¡No hay más que gente!", oía exclamar a más de uno. Lo cual, ante las fechas que estamos, hace pensar que la gente, efectivamente, vuelve a casa por Navidad. ¿Y por dónde paran el resto del año?La circunstancia se asemeja un poco al síndrome de despoblación de nuestros pueblos, donde sólo en fechas concretas es cuando la gente surge como setas, lo cual da que pensar. Es evidente que los estragos del curso académico se dan un respiro durante estos días, y también lo dan as vacaciones para algunos (los que las tengan, que no son tantos como nos puede parecer). Y dicen los dueños de los bares que no se están vendiendo tantos bonos para Nochevieja como otros años, lo cual hace ver que la crisis, al mismo tiempo, también pasa factura. Así, pues, Palencia congrega a mucha más gente de lo que lo hace el resto del año. Estudios fuera, trabajos fuera... Oportunidades lejos de nuestra tierra chica. Un serio toque de atención para quienes tienen entre sus manos el futuro de nuestra ciudad. No todo se soluciona con carriles-bici, ni tampoco con el provisional retorno de palentinos por Navidad.

26 diciembre 2009

Diario de Navidad

La Navidad está siendo de lo más habitual: es decir, con ese punto especial de estas fechas, al margen de que uno crea, deje de creer, haya ganado o perdido en fe.
El día de la Lotería, con el recuerdo, siempre presente, de más joven en el instituto como el último día del trimestre y el soniquete de la lotería de fondo en la ventanita de la conserje... Si es que ese día había clase. Y con Palencia, como siempre, con su golpe de fortuna habitual. Para los demás, seguirá siendo el ya conocido "Día de la Salud".
Nochebuena: atascos kilométricos a la salida de Madrid, cámaras, cámaras y fotógrafos en las estaciones de tren y autobús recogiendo el momento en que la gran capital de España se queda semivacía y una tarde, ya en Palencia, donde huele a pólvora, y hasta el bar más modesto se llena de cava y polvorones mientras la gente, de buen gusto, calienta motores. Hasta podemos encontrarnos (como fue el caso del bar El Norte, ¡quién lo iba a decir!) una banda de músicos, que a golpe de tambor y dulzaina más el rin-rin de las botellas de anís, provocaban a los más atrevidos para canturrear algún villancico que otro.

Quizás este año, por ser en vísperas de viernes, había más ambiente por la noche. Mucha gente salía de las iglesias, como la Navidad debería mandar, y mientras unos volvían a sus casas, otros celebraban
con vino y pastas entre sus fieles que Jesús nació tal día como ése. Y algunos más cantaban enfrente del Belén de la Plaza Mayor, ya con el niño en el pesebre.
Navidad: dulce
resaca. Más comilonas, bares cerrados a primera hora de la tarde... Tripas hinchadas y, aún así, ganas de seguir mordisqueando algunas cáscaras de marisco. Sólo abiertos algunos bazares chinos y, sorprendentemente, una carnicería recién tomada por un marroquí, donde sólo un amigo suyo le hacía algo de compañía al dueño. Por la tarde, la ruta de los belenes, a rebosar: aunque siga siendo más de lo mismo, los belenes triunfan, aunque sólo sea por disfrutar de los detalles que les hacen originales año tras año. Por la noche: todos los bares abiertos y muchos, muchísimos jóvenes con ganas de liarla.
Y ya, por fin, hoy 26, con un ratito (después de tanto trabajo en los días anteriores) para poder escribir en esta "bitácora" palentina, con el regusto de sentir que la felicidad está compuesta de pequeñas dosis administradas en días como éstos.

18 diciembre 2009

Friísimo

Me comentaba hace algún tiempo una compañera de clase que los que hemos nacido en meses cálidos solemos preferir el frío del duro invierno. En mi caso (y en el suyo) no la faltaba razón. Estando en casa, cierro las manos y las noto frías, me acuerdo del sudor veraniego y los mosquitos, y me siento acomodado. Puesto a soportar extremos, me resulta mucho más placentero sentir frío y combatirlo con un plato caliente o con manta y media enrollada al cuerpo, que mitigar el sudor con un ventilador y una ducha de agua fresca que te dejan tal cual estabas a los cinco minutos de salir del agua.
He estado siguiendo de cerca estos días la información meteorológica. Tantos minutos se dedican a ella en televisión que van más allá del mapa con soles, nubes y paraguas: apertura del noticiario en el punto más gélido de España; apertura del noticiario en el punto más cálido de la península: ¿Qué hacen las gentes en aquellos lugares donde no se puede salir a comprar el pan porque el repartidor no llega por la nieve, ni tampoco entrar a la Giralda con 40 ºC a la sombra? Es la crónica de la Naturaleza versus Hombre; del Hombre versus Naturaleza. Apasionante, como en los orígenes de todo.
Aguardo al fin de semana, donde nos anuncian frío, no: friísimo. Donde veo que en Palencia la máxima para este fin de semana no pasa de 0 grados (ni frío ni calor, como le oigo tantas veces a mi abuelo). Y ya lo del Norte es algo extraordinario: Cervera de Pisuerga, -6 de máxima el domingo y -17 de mínima esa misma noche. Puedo estar loco si confieso que me gustaría, con el tiempo, visitar alguna ciudad rusa en pleno invierno.
Y como estamos tan malacostumbrados a que en invierno no haga tanto frío y apenas nieve, nos quedamos maravillados cuando llegan a nuestros correos fotografías como ésta: preciosas postales palentinas que sólo pueden obtenerse en momentos cruciales como el que estamos atravesando. Instantáneas navideñas... Lástima que, para el día de Navidad, vaya a hacer mucho mejor tiempo.

14 diciembre 2009

Carta desde el corazón

Madrid, 14 de diciembre de 2009

Parece mentira, pero ya vuelvo a sentirte de cerca. Nunca antes te había escrito una carta, pero no te haces la idea de la alegría que me va a dar reencontrarme contigo. No les falta razón a quienes aseguran que lo mejor de las cosas buenas es esperarlas sabiendo que las vas a conseguir... Que luego el momento ya no es para tanto. Y, en realidad, lo pienso, y sigues allí con la misma gente, los mismos amigos, sigues cobijando a mi familia... Nada nuevo, en realidad. Curioso, ¿no? Y, sin embargo, son unas ganas tremendas las que tengo de volver a estar contigo.
Han pasado casi tres meses desde la última vez. Ya me han dicho que ahora estás algo distinta, por los carriles-bici más que nada, pero que con las luces de navidad y el run run propio de estas fechas, estás bastante más mona.
Tengo ganas de volver a sentir la adrenalina que supone atravesar en autobús la rotonda antes de entrar por la carretera de Villalobón, y saber que pisar suelo palentino es volver a recuperar la esencia y la razón de lo que ahora soy: un palentino emigrado, pero palentino, y de corazón. Me han dicho Marta y Tamara que también van a verte: dos madrileñas a las que conquistaste fácilmente por algún motivo, y hacen gala de ello. ¡Grande, Palencia, eres muy grande!
Apenas sólo unos días y estaremos juntos de nuevo. Intuyo que se me va a pasar muy deprisa, pero no me importa. A veces, habiendo estado menos tiempo contigo, he vuelto nuevo a la jungla. Pero es que es mucho el trasiego que acumulo aquí: entre clases y curro no acabo de tener un día completo para mí, apenas me queda tiempo para disfrutar de mi gente, del dinero mejor ni me hables (¿quién dijo que no da la felicidad?), y de lo estancado que me siento, ni te cuento. Madrid siempre es grande en espacio, llena de oportunidades y diversión... Pero para que el que puede. El que puede pagarlo, claro. Si algo bueno tiene esta ciudad es que me ha hecho valorarte mucho más que nunca.
Sigue cuidando a mi gente hasta que llegue, aunque sé que nunca has dejado de hacerlo. Me gustaría verte, como el año pasado por estas fechas de invierno, vestida de blanco: estabas radiante.
Nos vemos en nada: cuento las horas. Cuídate mucho. Hasta muy pronto. Por cierto, ¿te había dicho alguna vez que tengo muchas ganas de verte?