Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

28 mayo 2012

La temporada de las turbulencias no ha terminado

La temporada de las turbulencias no ha terminado con la temporada de fútbol. El play-off para evitar al descenso, ya sea por el buen hacer en la ida, por la suerte, o por el motivo que fuera, ha querido que el CF Palencia se mantenga en Segunda B.
Ha sido un excelente colofón a una temporada de mucho sufrimiento. Demasiado, para un club modesto de una ciudad que también presume de lo mismo. Unas elecciones, un doloroso amago de conversión a SAD, desengaños, juicios, idas, venidas, malos ratos... y un CF Palencia a punto de morir rescatado por un hombre de buena voluntad llamado José María Torres y otro hombre que se ha ganado el corazón de Palencia con el suyo propio, y que, como dice la canción, se llama Ramón.
Calderé ha conseguido mantener a un equipo que lo ha pasado mal, como todo el club en sí, y que, de no haber sido por la simple generosidad de algunos, hubiéramos visto situaciones personales dramáticas peores.
Ayer muchos gritamos ¡gol! cuando Carril conseguía poner en tierra uno de los dos pies de ese cuerpo de barro, que viste camisola morada, y cuyo viaje aún no ha terminado. Queda ver si queda presupuesto para llegar a buen puerto y posar, de forma definitiva, los dos pies en suelo firme. El viaje transcurre con turbulencias, con la incertidumbre que sacude a tantas empresas, a tantas familias y a tantas instituciones. Con el vigor que da un soplo de fresco aire victorioso, pero con las espinas del camino haciendo sangre en la piel.
Se debe aún mucho dinero, y se necesita mucho más. Y en tiempos de vacas flacas, es difícil que alguien reparta leche. A veces, no se puede sacar más que la buena voluntad... con lo insuficiente que resulta en algunos casos. 
Y no será por la piedad extrema y hasta escandalosa del Gobierno con los clubes que deban dinero a Hacienda... Pero, sí, cada caso es un mundo. El ¿qué pasará? no deja demasiada cabida a la euforia. Quizás convenga dejarlo para otro momento. Sólo cabe seguir trabajando y esperar.

25 mayo 2012

Algo chiquitito

A un día de que comience Eurovisión, se me viene a la cabeza la canción que llevó Daniel Diges hace dos años. Su frase: "algo pequeñito, algo chiquitito" es perfecta para describir la Feria Chica 2012.
En general, la Feria Chica ha hecho honor a su nombre. Tampoco tiene sentido hacer lo contrario.
Sin embargo, el atractivo de este año en la pequeña se basa en el de las fiestas grandes: en la comida. De cuatro días, ferias del libro y cerámica al margen, casi lo que más se destaca desde "arriba" es la presencia de un chico de Valladolid, cuyo nombre no aparece en el cartel, que es campeón de España en corte de jamón. Además, de una degustación de alimentos para celíacos y sólo unos pocos privilegiados probarán unos perritos de carne de kobe, la que, en parte, puso de moda la expedición española de baloncesto cuando jugó en Japón y cayó alguna factura de restaurante con la mítica carne de bicho masajeado. Aunque, luego, hay variantes. Y estoy seguro que habrá algún catador que, perrito en mano, diga lo de "ésta no es como la original, la buena, que se deshace como mantequilla..." 
Y es que, si los recortes han llegado a nuestros Sanantolines para el próximo mes de septiembre, ¿cómo no iban a llegar a nuestra Feria Chica? La gran ventaja con la que cuenta el Ayuntamiento es que, una fiesta catalogada como "regular" o "mala" por los propios palentinos, la puedes dotar de menos presupuesto y estropearla un poquillo sin que apenas se note. A fin de cuentas, el buen tiempo y las casetas ya es el 50 %. Así que tampoco vamos a ponerles muchos peros a una Feria que, en tiempos de crisis, algunos pensarán que es prescindible, pero que, por tradición, tampoco se debería destruir del todo. Soy partidario de que, en todo presupuesto, debe quedar para una caña que tomar entre amigos. Nos conformamos con una "Feria Chiquitita, uo uo uooooo". Sin pretensión de ser demagógico, estamos en tiempos de dramas peores.

21 mayo 2012

La felicidad no lleva impuestos

Hace ya unos cuantos días que pude asomar la nariz por Palencia durante algunas horas. No llegué a pensar que este año, en que se supone que lo tengo más a tiro para juntar un par de días y subir, lo iba a tener tan complicado. Siempre por cosas buenas: Logroño, Huesca, Granada, y otros avatares del trabajo.
Lo general es volver con la mente desconectada. Basta que se produzca eso con un paseo tranquilo por la ciudad. Pero, esta vez, podía sobrar la ciudad para volver nuevo y más feliz si cabe. Ha sido suficiente la compañía, y ver que todo está en su sitio, que la vida sigue bien. Mejor, incluso, de lo esperado.
Acompañaron las circunstancias: el buen tiempo, una terraza y uno de los sitios donde mejor ponen las copas en toda la ciudad. Y no parar de hablar en varias horas. Al día siguiente, cena (en otra terraza) y lo mismo. Y, por encima de todo, ver que el grupo está unido y que surgen planes de futuro. 
Vi estupendamente bien a la familia, me llevé una ración espectacular de caracoles, recibí una sonrisa de oreja a oreja de una prima a la que hacía meses que no veía y que ha salido con fuerza de un pequeño traspiés, una invitación de boda y mi tío me dio el resguardo del primer carnet del Palencia... Y recordamos algo que es verdad: es el que me metió el gusto de lo deportivo en mi cuerpo. 
Últimamente se hace difícil darle vueltas a lo que escribir sin evitar que salga alguno de los males de nuestras vidas por alguna palabra: crisis, paro, miedo, etcétera. Y tampoco era plan. La felicidad ha pesado sobre todo lo demás. Y lo mejor: no lleva impuestos.

04 mayo 2012

Universitas Palentina

La ONCE ha querido acordarse de nosotros este jueves. La Organización que ayuda a que algunos vean mejor las cosas, nos ha hecho ver a todos algo que, a menudo, no es que lo olvidemos, porque nos queda muy atrás en el tiempo, pero parece que nunca ocurrió.
La Primera Universidad de la historia de España se abrió en Palencia. 1212 es el año que nos permite celebrar el 800 aniversario de un hecho tan trascendente en su momento como vano ahora. Tal es así que, quienes no precisan demasiado en los detalles de la historia, pueden quedarse tan anchos diciendo que la primera fue Salamanca, precisamente donde tuvo que ir la de Palencia apenas años después.
He recorrido algunas ciudades universitarias y siento una gran envidia por ellas. Me pregunto por qué, ocho siglos después, tenemos que seguirnos conformando con formar parte de una Universidad de Valladolid que deja un campus en nuestras afueras y que, de murallas para adentro, la única oferta se basa en ciclos que vienen a estudiar a quienes no les queda más remedio.
Los Erasmus, salvo contadas excepciones, brillan por su ausencia. Palencia no es un referente educativo, ni tan siquiera de la juventud. Ni lo será, como no cambien las cosas. Como en casi todas partes, cada vez hay menos niños, y los jóvenes llenan autocares y trenes que, cada domingo, parten hacia otras localidades de estudio, agrandando el gran miedo de que acabaremos siendo una simple ciudad dormitorio.
Ahora corren malos tiempos para la enseñanza pública, y quizás "la uni ya no se lleva" tanto como antes, al menos la española, de la que salen becarios perfectamente formados, que saben de todo pero no saben de nada. Eternos "Portillos" que, a lo mejor, un día meten un gol en Champions, pero acaban antes en cualquier otro sitio trabajando. La ilusión con la que se llega a las puertas de cualquier facultad sigue, afortunadamente, sin cambiar. 
Quizás, con este panorama, en un futuro no muy lejano, tengamos las herramientas para atraer a gente fresca, con ganas de aprender y de formarse, de crecer, de establecer un vínculo con nuestra tierra. Volver recordando que les fue bien, y nosotros sacando pecho de la vida que viene de fuera. Si la historia está para conocer nuestro pasado y aprender de nuestros errores, ¿por qué no alimentar la ilusión del futuro con la fe de un pueblo? A fin de cuentas, como dice el lema de la propia ONCE, la ilusión se cumple todos los días.