Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

30 noviembre 2016

Secuestro y prostitución de un club

Puede ser que el hombre tropiece con facilidad dos veces en la misma piedra. Pero no es mi objetivo filosofar sobre la condición humana, sino recordar que hay gente que, con el simple interés de su beneficio personal, está dispuesta a hacer las cosas mal, aún perjudicando a terceras personas. Y aunque sea repitiendo errores del pasado.
El último capítulo del CD Palencia, creado por y para socios, bajo el lema de "No al fútbol moderno", recuerda al proceso que acabó forzando la desaparición del añoradísimo CF Palencia. Las ganas de convertirle en SAD le condujeron a un coma eterno.
La cadena de errores forzados que ha cometido la directiva del nuevo club morado para transformarlo en Sociedad Anónima ha sido de traca. Y digo de traca porque han ninguneado tanto los Estatutos como al Senado el club. Es como quien aprueba una Ley pasándose por el arco del triunfo la Constitución y la mayoría absoluta.
Su actual presidente, Javier Rodríguez, es la típica figura del traidor del cine de guerrillas, el que está en tu trinchera pero resulta ser del ejército contrario. Porque no son normales tantas cosas que han pasado sin que haya asumido un sólo error, y cuando tiene que dar la cara en la Asamblea, sale corriendo como si le persiguieran. Al presidente inerte lo único que le interesaba era tener al club atado de manos y pies en lo que llegaba Francisco Serrano, el 'chungo' del film, el que promete que el dinero va a llegar, aún a base de cargárselo todo.
Y así queda el Club Deportivo Palencia: engañado, traicionado, maniatado, prostituido y, ahora, será vendido... Y no necesariamente al mejor postor. Ahí está el dinero chino en nuestro fútbol, haciendo aguas con el Rayo, con el Valencia, con el Espanyol, con el Granada... Todo buenas noticias, sin importarnos que el pagador sepa hablar castellano. Sin importarnos que el chino que paga sepa situar a Palencia en el mapa: "¿Paella, paella? ¡Jajaja!"
Las esperanzas de recuperar al club en los Tribunales no son claras, ni mucho menos rápidas y casi ni halagüeñas, por aquello de la Justicia. Me duele lo que se ha hecho con una entidad deportiva que lleva el nombre de mi ciudad, que nació con una ilusión en la que el sueño se ha vuelto a convertir en pesadilla. Don Dinero por delante. La cabeza, por detrás. Y seguirá sin pasar nada aunque el camino vaya quedando lleno de cadáveres. Así nos va.

21 noviembre 2016

La necesidad de la prensa local

Que dos periódicos de tirada diaria sobrevivan en nuestra provincia en formato papel me parece digno de destacar. Y ya no sólo por el hecho en sí de cumplir números, sino de ser rentable y dar de comer a quienes le dan forma detrás del escenario.
Dicen que el presente pasa por lo digital, por eso creo que celebrar en buena forma 135 años de papel es todo un acontecimiento. El suplemento que se entregaba hace unos días, en el viernes en que festejó el aniversario con una Gala, es una mirada al presente y, sobre todo, un ventanal gigante al pasado.
Volvemos al tópico de que cualquier tiempo pasado parece mejor, más con estos tiempos que corren. En este caso, además, el pasado, o mejor dicho, la historia de Diario Palentino es un elemento suficiente para hacer grande al rotativo. Y precisamente, para recordarlo por siempre, se ha querido hacer la estatua de un vocero, el último eslabón de la cadena justo antes del lector, una figura, como no podía ser de otra forma, del pasado. 
Creo que se mira hacia atrás con tanto orgullo como nostalgia, tan de moda, y sirve para agarrarse a las ganas de seguir haciendo buen periodismo local siendo el referente que se ha sido.
Lamento si alguien piensa que sólo tengo buenas palabras o, incluso, soy pesado y demasiado 'pelota' con este asunto, pero no puedo estar más a favor del periodismo de cercanía. Interesa lo que pasa en el Congreso y lo que pasa en otras Autonomías pero, tanto o más, saber si llueve, si me van a poner zona azul, si me van a quitar un autobús, si el Ayuntamiento me va a subir tal impuesto o si el club de mi ciudad la está liando parda. También me interesa la opinión de lo cercano, y las fotografías. Y cuando busco algo histórico, me gusta tirar de hemeroteca más que de libros de historia.
Me interesa que el periodismo local siga vivo, tanto si estoy en Palencia como si estoy en Madrid. Me gusta que las empresas de casa apuesten por él. Me gusta que sigan existiendo historias que contar y gente a la que le interese, además de noticias, que no dejan de ser las crónicas de otras historias que pasan. Me gusta que el periodismo se arriesgue a ir más allá del noticiario purista y perfeccione otros formatos. Me gusta que conviva con lo audiovisual y con redes sociales más inmediatas que el propio periódico, incluso el on-line.
No veremos, salvo criogenización o milagro, el aniversario 270 del periódico. Y por más que nuestros pueblos mueren y nuestra capital envejece, baste mirarle al vocero de frente para recordar que el arte de contar historias es tan antiguo como la propia humanidad. El qué se contará creo que ni se lo imaginan nuestras cabezas.

08 noviembre 2016

El aire que respiramos

El aire, por ahora, es gratis y creo que no lo valoramos lo suficiente. Del aire, el viento: que refresca en verano y renueva las nubes en invierno. Si no es muy intenso, no molesta.
Los alérgicos dependemos de lo que respiramos. Si respiramos pólenes, gramíneas, contaminación o polvo, enfermamos de inmediato. Por eso, no pocas veces, en la misma estación de tren de Palencia, cuando sabemos que tardaremos en volver, no es extraño vernos tomar una bocanada intensa de aire puro, como si fuera lo último bueno que pudiéramos respirar en meses, más simbólica que efectiva.
Cuando Madrid se tira varios días seguidos de secano, el aire se estropea, el centro huele regular y la vista al horizonte regala una barrera gris que impide odas al cielo azul.
Resulta curioso cómo, Madrid y Palencia, tan diferentes, comparten el problema "coche" o, lo que es lo mismo, "tráfico". Carmena le da vueltas a cómo llegar a lo, a mi juicio, inevitable: el momento en que haya que restringir de manera permanente el tráfico a los vehículos privados contamintantes. Palencia ya pasó por la supresión de un paso a nivel, por modificar la O.R.A, por los eternos circuitos urbanos de rotondas y por un servicio de autobuses que, parece, satisface menos que el que había.
Y, sin embargo, en Palencia uno se puede hinchar a aire bueno. O, al menos, mejor que de la "capi". Cuando, en Madrid, te dicen que llueve después de varios días sin hacerlo, tiene que estar, al menos, una hora cayendo agua para que empiece a llover "agua natural", sin que arrastre toda la mierda que jode pulmones y mata peña. Porque la contaminación mata.
Y hasta en los pueblos, nuestros abuelos se quejan de ciertos pesticidas y otros contaminantes que, por varias vías, acaban llegando a las tierras que labraron durante años. Sin embargo, la sensación de subir a una peña y respirar profundo es el mejor de los placebos.
Al sol, por su energía, ya le han puesto precio. Abusemos del aire, por lo que pueda pasar, a ser posible, del bueno. El de Palencia, me lo llevaría en garrafas.