Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

23 diciembre 2013

La Lotería rara y la Adoración al Dinero

IMÁGENES: Diario Palentino y El País
H
a sido la primera Lotería de Navidad rara. Y la primera Lotería de Navidad de repago. Montoro. Porque la jugada comenzó con el Niño de 2013, ¿o nadie se acuerda?
Fulanito es un currito de clase media-baja y le obligan a pagar con el mismo décimo una segunda vez. Se pasó unos meses en paro y luego encontró dos trabajillos durante el resto del año, por aquello de dar de comer a su churumbel... Y como el Estado Patrio Borracho consideró que había tenido muchos pagadores, le crujió en la Declaración de Hacienda. Y como le ha tocado un quinto premio, se ha visto obligado a deshacerse de casi un 20 % de sus 6.000 € para que el Estado Patrio Borracho pague a los bancos la deuda. Lo de tapar agujeros no es cosa exclusiva de él. Si hubiera sido ricachón, se la refanfinflaba. Montoro.
La provincia de Palencia, con una tasa de paro superior al 20 %, es la quinta que más se ha gastado en Lotería de Navidad por habitante, con Soria a la cabeza. Ahí queda el dato. Montoro se ríe.
Y ni duda cabe que la bajada de ventas en general entra dentro de la lógica.
Como tampoco se puede dudar de que, en estas fechas calificadas como entrañables, entre la Adoración al Niño, la Adoración al Juguete y la Adoración al Dinero, ésta última es la más espectacular.
Es el ritual en el que la gente lo da todo. No hay más que ver lo que ocurre cuando, en el preludio del sorteo, se introducen las bolas de los premios grandes. El nivel de excitación del pueblo se sale del Teatro Real. Y cuando esas bolas vuelven a salir, se desata un nivel de euforia tremendo.
Los tiempos cambian y la décima parte de un primer tiempo da para comprar un piso, amueblarlo y poco más... Eso, si no ha tocado repartir. Y cuanto más lejos damos el salto en el tiempo, más cundían las pesetas. Una pedrea da una "alegriílla", más si cubre lo gastado. Y un gran premio, pasada la euforia del momento, no da para retirarse, aunque es verdad que, como dice el chiste, "yo también prefiero llorar en un Ferrari".
Los dueños de la Administración han salido a celebrar la serie del primer premio que han vendido en ventanilla.  Y es que, como más de uno me ha dicho más de una vez: "¡Cómo mola hacer feliz a la gente!". Es, quizás, el único renglón más humano que tenga más o menos con lo que se espera de nosotros en Navidad. Lo demás, Montoro. Na, na, na, na, na, na, na, na. Lo dicho: es raro.

20 diciembre 2013

Capel

El detalle con el que realiza sus cuadros contrasta con su enorme sencillez como persona. En mi casa siempre se ha hablado de él, porque nos gusta. También ayuda a mantener ese vínculo de admiración y cercanía saber que el pueblo de mi familia fue el que el artista y su familia eligieron como segunda residencia.
Es palentino de adopción y sentimiento, y todo el mundo le conoce a él y a los suyos. Y su obra causa admiración a los que entienden de arte y a los que no entendemos. Su gran realismo nos parece prodigioso, más allá de significados y significantes que sólo comprenden los que saben de ese lenguaje sobre lienzo.
Está exponiendo en Madrid, en el edificio de Correos de la Plaza de Cibeles. Capel en estado puro: todo, si se mira desde cierta distancia, es perfecto, es fotográfico. De cerca, aparece la pincelada, el detalle, los hilos de la tela de araña, el truco revelado.
En la sala, existen varias listas de precios que tampoco pasan desapercibidas para los que no compramos arte. A quien no le salga el niño futbolista, que no se lleve mal rato si el chaval dibuja bien. Luego, hay que vender, que esa es otra. Yo lo trabajé de chiguito, porque tenía la posibilidad, me apetecía, y mis padres, después, me animaron y vivieron conmigo, pero el dibujo y la pintura no pasaron de ser unas aficiones pasajeras que me tomé en serio durante varios años de mi vida.
La Gran Vía impresiona. Es así, tal cual. Más realista que la propia Gran Vía de carne y hueso. Además, con la luz y la poca cantidad de gente y tráfico que le hace tan apetecible. Porque la Gran Vía no es siempre como aparece sobre la tela. A veces, en estas fechas, por ejemplo, se convierte en un infierno de atascos humanos, en general. Paso por ella casi todos los días. El cuadro es una ventana por la que maravillarse con una de las arterias de más vida en el corazón de España. Su precio, lo vale. Y Capel, más.

10 diciembre 2013

La pared que grita al final del túnel

En lo que unos hacen que solucionan el problema del ferrocarril en Palencia, otros (o, quizás, los mismos) van poniendo parches a lo que ya tenemos. Los túneles y pasarelas deberían ser siempre una cuestión prioritaria teniendo en cuenta que son el by-pass que unen los dos trozos de la ciudad, perfectamente separados por la vía del tren y que, desde siempre, nos ha situado a varios barrios de la capital, geográficamente hablando, "al otro lado de la vía".
El túnel que se construyó hace unas dos décadas bajo la pasarela de Villalobón fue un cambio radical, y para bien: se eliminaba la mítica, eterna y horrorosa pasarela de caracol que casi nadie atravesaba y se construía un acceso subterráneo tan corto que no parecía ir bajo tierra. Nada que ver con los largos túneles llenos de baldosines, eco y oscuridad que ya había, como el que pasa por debajo de la estación. ¿Alguien ha probado a cruzarlo en la soledad de una noche cualquiera?
El túnel que comunica Pan y Guindas con la calle Alfonso X El Sabio era de calidad "semi-siniestra", salvado por los enormes focos de luz amarillenta. Pedía una reforma a gritos. Se le ha dado recientemente una buena capa de chapa y pintura y, aunque un túnel morirá siendo túnel, con las paredes recién pintadas parece otra cosa. Sólo que tanta blancura pública acaba siendo objeto de los (póngase el adjetivo que cada cual desee) de siempre, que han tardado menos de lo que les parió sus madres en echar cuatro 'borratajos': uno que, creo, simula una especie de culebrilla y, otro, que no deja de ser producto de nuestros tiempos, un mensaje en toda regla: "Poder = Corrupción. Políticos a la Hoguera".
Alguien ha decidido que la pared al fondo del túnel, con su traje recién sacado de la tintorería, se acuerde de los políticos a grito pelado. El acto no es justificable, pero no deja de ser una estampa bastante comprensible para los tiempos que corren. Porque ¿quién sabe si, cuando nos multen por manifestarnos y cosas parecidas, las paredes sean las únicas que tengan potestad para expresar nuestros pensamientos sin riesgo de castigos?