Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

29 enero 2012

La estatua y la discordia

IMAGEN: Brágimo
Tengo la sensación de que la última polémica formada en torno a Marta Domínguez y su estatua no favorece a nadie. Ni a Palencia, ni al alcalde, ni al escultor, ni a la propia atleta. Porque algo tremendamente sencillo se ha convertido en un show que, si tuviera gorrazos y carreras entre los árboles del Sotillo, se lo podría apropiar Benny Hill.
Desfavorece a Palencia porque hemos vuelto a salir en las páginas de los principales diarios de tirada nacional por un motivo... llamémoslo "raro".
Al Alcalde porque le ha tocado mediar marcado por una vía de actuación necesaria/obligatoria para su persona por la defensa los intereses de una colega de su partido sí o sí, en detrimento de los del escultor u otros.
Al escultor Luis Alonso porque no hay nada peor que tu modelo pintado, esculpido o modelado se rasgue las vestiduras con tu obra y la menosprecie a la vista de todos... aunque luego se arrepienta. ¡Y lo de inaugurarlo por libre tiene su aquél!
A la propia atleta porque, a lo que ha pasado recientemente, su imagen ha quedado, a ojos de unos cuántos, como la de una rebelde capaz de oponerse a su propio homenaje, pagado por todos porque Heliodoro tomó la decisión, aunque la figurita de marras no se le parezca demasiado. Tiene a su favor que los lectores de los diarios digitales coincidían, en su mayoría, en que cualquier parecido con la realidad, entre estatua y atleta, es fruto de la casualidad.
En este totum revolutum tan surrealista como innecesario no ha quedado otra que poner un poco de calma, lógica y concordia. El autor tiene ahí su obra, la atleta acepta su regalo y estará presente en la inauguración (como hubiera sido lógico desde el minuto 1) y Polanco respirará más tranquilo después de haberse acordado, seguro, del recado que puso en marcha el anterior alcalde. Para la que se ha montado, hay que recordar que la estatua, ni corre, ni salta ni habla.

23 enero 2012

Voy a pasármelo bien

Reconozco que mis últimas visitas a Palencia ha sido para pasármelo bien. El sentimiento de bajón al llegar a Madrid, ya sea en tren o en bus, es la mejor señal de que los días vestidos de morado han sido provechosos.
Un plan entre amigos, aparte de saludable y tremendamente recomendable, es barato. Mejor para los tiempos que corren. Una caña con tapa en el Rivera 13 no es dinero tirado. Un kebab en mi querido Rincón de Istambul es más que tomarse algo diferente por cuatro duros. Los mejillones a la escocesa o los triples de torrezno en esos sitios tan particulares de nuestra "Guía Michelín Palentina" son un valor seguro. Y una tabla en Los Candiles, o en la Cervecería Adams, o en un momento dado en la Flandes, puede dejarte hecho una persona nueva. Vale, esto ni es lechazo ni menestra... Sé que Carlos Herrera jamás hablaría sobre ello, pero me encanta. Y a mucha gente también.
Presumo, con orgullo, de haber disfrutado en mi tierra, con corbata incluída (aunque esto juegue en mi contra), de una nochevieja por 20 euros en la que no faltó nada... Bueno, el desayuno, que quedó para casa, pero me acerco al grupo de gente que, por edad, empieza a priorizar otros días para este tipo de fiestas. Presumo de haber puesto mi grano de arena en el comercio palentino; de una ciudad que ha tenido su buen ambiente de Navidad, pese al necesario recorte presupuestario; de los reencuentros con gente que nunca falla. De saber que tengo que seguir yendo porque la agenda de cumpleaños lo requiere y tengo la ocasión de hacerlo, me entra una dosis de adrenalina en el cuerpo.
Soy muy de la amigoterapia cuando las cosas van mal. Y más cuando van bien. Provocan euforia y bienestar, más si las circunstancias acompañan. A fin de cuentas, la buena gente en los buenos sitios vale más que varias visitas al médico. En mi condición de nostálgico, si cuando digo que mis raíces aún no las he cortado y han decidido crecer conmigo es por algo... Aunque a veces me rieguen por la cabeza.

06 enero 2012

Las buenas noticias no salen en los periódicos

Es inevitable preguntar a la gente que tiene negocios propios cómo le ha ido estos días. La duda sale sola porque me resulta muy difícil creer que, como dicen los medios, todo está tan mal. Pues, sin querer ejercer de periodista durante mis compras navideñas, ¡he encontrado buenas noticias! Lo cual, en sí, es una noticia.

Grandes cadenas al margen, me interesa la vida de los negocios pequeños, en los que curran dos o tres personas, y la mitad de las ganancias se van en impuestos y gestores. Y me he alegrado mucho por esa gente, porque, por lo menos, tienen para ir sujetos al timón. Ya no son las noticias de pérdidas de autónomos y paro de las que hablan. Y lo que venga de ganancias, bienvenido.
Son pequeños empresarios de Palencia. Una de ellas, propietaria de una librería, me decía que ahora mismo ganan para cubrir gastos... Van tirando en sus casas con los ingresos de los maridos, pero contentas por no cerrar en negativo, y siempre con la vista puesta a que escampe. Me dijo esta semana: "El negocio que sobrevive al temporal, o el negocio que abre ahora, es el que seguirá abierto cuando acabe la crisis". Como titular, no está mal, ¿verdad?
Otra de esas personas es, precisamente, una que ha abierto una tiendecita hace apenas medio año. Y muy contentos porque ahora en Reyes han notado el tirón de ventas. La chica, que lleva una tienda de cosmética, es todo amabilidad y buenas formas. Sabemos que no siempre es así. Brillante. Salí con mi compra con una sonrisa.
El tercer caso es de los que le deja a uno hasta impresionado. Sólo me quedo con que el negocio del disco-dvd y demás cosas pirateables siguen dando para comer.
Se supone que el consumo es bueno, aunque la crisis venga de más arriba. Más si las ganancias van para los que se hacen auto-obreros y quedan abajo.

Y que luego, la gente sigue teniendo. Más o menos, pero sigue habiendo dinero. Si no, no saldrían estos días en masa al centro de la ciudad de compras. Vale, sí, existe otra realidad, mucho más dura. No vemos a la gente que no sale de casa, no vemos tanto a los que compran menos... Hay muchas cosas que no se ven, contrarias al espíritu consumista de Navidad. Pero ya se encargan de recordárnoslas los medios. Nos cuentan lo que se supone que no sabemos. Yo, al menos, he visto algunas otras que tampoco sabía y por eso quiero que queden por escrito. Mi titular, en letras medianas, por aquello de la prudencia es: Hay esperanza.