Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

25 abril 2014

Dichosa pirámide de población

Nos estamos llevando las manos a la cabeza con los censos de población. Que si Palencia pierde, que si Palencia ha perdido. Todo en presente y con un futuro que no invita al optimismo. Castilla y León vuelve a estar en el 'top' de regiones donde hay más pueblos pequeños, con poca población, y muriendo.
Sin embargo, la vida de quienes los mantienen a flote no deja de admirarme: gente que se alimentaba a base de lo que cogían de la huerta y de los animales que mataban. Ni cánceres como en las grandes ciudades, ni estreses, ni nada que se lo parezca. La mayoría de sus habitantes viven con buena calidad de vida durante muchos años y envejecen sanos. Ahora, es que si te pasas de huevos, morcilla y panceta, tu corazón te manda a paseo... O eso nos dicen, porque yo no me lo creo del todo.
Es como escuchar a nuestros padres que ahora empiezan a ser abuelos y ver que hay más controles de seguridad en las embarazadas que en el desfile de las Fuerzas Armadas en Madrid. Y es que si comes un no sé qué, te sale un alien... Ojo, que puede ser, pero creo que se exagera.
A fin de cuentas, después de leer, observar y escuchar a la gente, cada vez me convenzo más de que la única forma de llegar a viejos es ser felices: el alcohol es malo, pero ahí está el centenario que bebe vino todos los días con la comida. ¡Ah, no! Que dicen los productores de vino que es bueno para el corazón. Y los médicos también. Va a ser el vino.
En todo caso, que Palencia pierda población no depende de que los mayores de nuestros pueblos beban vino todos los días. Servidor se siente, aunque le duela, con la "doble nacionalidad". Los censos no entienden de raíces y muestran la realidad, que no ha cambiado. Cambiará, seguramente, pero con la tendencia actual en mano, a peor. A lugares más envejecidos. A barrios, como en el que he crecido, donde los niños de hace 25 años estamos desperdigados y no sólo por la región. Donde la hora del recreo de los colegios es una circunstancia y no un acontecimiento. Donde las fiestas de carrusel, verbena, danzas castellanas y karaoke no son ni la sombra de lo que eran. Donde el jaleo de las tardes del verano sucede a tardes de paseo al sol con bastones y muletas.
Y así con todo. Dichosa pirámide de población.

01 abril 2014

Ciudad de copas

Tengo la sensación de que la crisis de los 30 me lleva a escribir un artículo totalmente diferente a si lo hubiera escrito hace diez años. Me quiero referir a las juerguecillas nocturnas de los fines de semana que, en mi caso, me sirven para ver a un montón de buena gente.
Valoro mucho lo mucho que mejora la oferta en Palencia. De salir, salgo tarde. Ya no sé qué habas se cuecen los chavalillos, porque no coincidimos en horas.
Si lo sabemos valorar bien, Palencia es una ciudad agradable para el copeo del fin de semana, pese a que existen trampas, pero enseguida se localizan los locales donde dan veneno y en vasos de tubo. Y, al mismo tiempo, podemos presumir de locales nuevos, agradables, originales, con bebida de buena calidad, cierto esmero a la hora de preparate lo que te pidas y con empresarios con ganas de no perder la referencia de la noche, que un día te ambientan el local "a lo palentino" porque se acercan fiestas, o te preparan unos animadores disfrazados y dos gogós. De los ejemplos que más me han sorprendido, y para bien, quizás sea el casino que se montó hace poco el Y un Cuerno 2: ruleta, black-jack, timbas de póker... Todo legal porque lo que hay en juego son las fichas que te dan con las consumiciones para poder ganar más y canjearlas en barra... por bebida, claro está. Y lo peta.
El Dana... ¿Dónde queda ya El Paso? o el Faraón son otros dos locales de los de "gente guapa", que diría, en Tiempo de Juego, Manolo Oliveros.
El Céndal, o Vaticano de toda la vida, también ha cambiado de manos, me dicen que en las del propietario de los "Cuernos", para darle ese empujón que le permita ganar algo de ambiente perdido.
Cuando llegue el buen tiempo veremos qué ocurre con la zona del Seminario, venida a menos, y sostenida, especialmente, por el genial Vaivén y una eterna Cabina. Cuando el termómetro no baje de 15 grados por la noche, volveremos a testar el nivel de esa placita, la de 'El Norte de Castilla' (cada loco con su tema), que se pone tan bien en ciertas fechas.
En la 'zona' ya se entremezclan los kebabs con las bagueterías, y los bares de clientela fija y público concreto, con los que intentan algo nuevo. Los 'eternos' conviven con los renovados en perfecta armonía.
Con crisis o sin ella, los pubs y bares de copas siguen sobreviviendo. Lo de ser un local problemático, a la larga, no sirve. Sabemos cuáles son esos sitios.
Tampoco sirve lo de pretender que, en Palencia, triunfen los sitios VIP, pensando que van a tener una gran demanda, como ya ha pasado con una de las rebautizadísimas discotecas de la ciudad. Esto no es Madrid ni Riviera Maya. La gente quiere sitios agradables, estar rodeada de buena gente y, en cuanto le sirves algo diferente y con esmero, responde. Todo lo que vaya más allá, acabará siendo, y nunca mejor dicho, mal negocio. Valga desde aquí mi respeto a la hostelería, uno de los sectores más sacrificados que existen y que, bien llevado, es una fábrica de momentos de felicidad.