Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

25 marzo 2011

Un voto desde el exilio

Llevo un poquito más de un tercio de mi vida fuera de Palencia. Y aunque soy joven, más de nueve años son más de nueve años. El caso es que, como sé que allí tengo mi génesis, mi casa, mi familia, y amigos desde hace mucho tiempo, siempre pienso que nunca he terminado de marcharme del todo.
Quizás porque es aquí, en Madrid, donde escribo casi todos mis artículos, donde pago mis impuestos, donde trabajo, vivo, salgo, como y duermo, me afecta y me cabrea que un tal Echeverría, Consejero de Transportes, ridiculice a un colega que usa el metrobús, tanto o más que cualquer polémica con más o menos interés entre Gobierno local y oposición.
Aún así, me siento tan poco de la gran capital que, con todo lo que llevo en ella, sigo sin empadronarme, lo cual me va a dar un disgusto el día en que me llamen para ser el segundo suplente de no sé qué mesa electoral y tener que firmar un domingo a las ocho de la mañana para nada. Y me sigue gustando pertenecer al electorado palentino. Me sigue gustando participar, con mi pequeño granito de papel, al destino de la tierra que me vio nacer y que tanto quiero. Y e
n toda esta vorágine pre-electoral siempre echo de menos, aunque sé que nadie lo hace en ningún rincón del país, un mensaje para los de fuera. Quizás porque, realmente, no haya nada que decir. Quizás porque un voto desde el exilio tampoco sea del todo significante. El alcalde de Palencia tiene que ceñirse a Palencia, y no a donde hacemos vida los demás. Es lógico.
Pero sé que el día que lleve mi papeleta a Correos nadie me habrá explicado por qué un día salimos y no se dieron las circunstancias para volver, por qué da la sensación de que las posibilidades que ofrece nuestra ciudad son limitadas. El lado bueno de esa carencia es que la vida te abre las puertas de otras experiencias fascinantes... Lo que me entristece de pensar que mi tierra siempre estará ahí es que, quizás, sólo encuentre el motivo de volver a hacer vida en ella cuando no tenga nada que hacer, cuando dependa de una jubilación y aproveche que todo es más barato y más tranquilo... Quizás demasiado tranquilo.

23 marzo 2011

El primer gran disparate

IMAGEN: Blog del candidato Alfonso Polanco
Empezamos pronto. No es por desprestigiar al candidato, pero de todas las promesas más o menos creíbles que uno u otro pueden lanzar por aquello de querer ganar, hay una que me ha chocado enormemente porque servidor sabe de qué va el cuento. Y, por lo que se ve en la prensa digital, es la que más ha animado, este miércoles, a la gente a escribir lo que piensa después de, intuyo, haberse llevado las manos a la cabeza.
Alfonso Polanco promete soterrar parte del vial para crear una zona verde que una Pan y Guindas con La Nueva Balastera. La primera reacción que mis neuronas han procesado es la de: "¿Pero estamos locos?" Anda que no hay que liarla para soterrar 300 metros de carretera, ¡ni que esto fuera la M-30!
Una cosa es tener que hacer un desvío porque el vial está saturado de tráfico y, oiga, se ha hecho un túnel que une el ferial con la otra punta de la ciudad y que se recorre en apenas dos minutos. Pues, mire, igual merece la pena. Pero soterrar por soterrar, ¿qué más da que la carretera vaya por arriba que algunos metros por abajo? La única diferencia es que habremos tenido que soportar unas obras faraónicas y un gasto de dinero significativo a cambio de ganar... ¡300 ridículos metros de jardines! Como si en Palencia faltaran zonas verdes. Polanco argumenta que esa zona ganará en seguridad para los peatones y para el carril-bici. Puede que algo sí, pero entre los radares, las glorietas y los pasos de peatones, los coches no pueden ganar en ningún momento más de 40 km / h. El carril bici, como es más o menos chapucero, apenas se usa (una chapuza es una chapuza, ¿no?). Otra cosa es que Palencia fuera Amsterdam y todo el mundo usara la bici, pero seguro que se las cosas se habrían hecho bien desde el principio. Tampoco me parece éste un argumento de peso para soportar la idea del soterramiento. Y lo de que facilitará el acceso a la nueva zona comercial... ¡Si todos sabemos que a esos sitios va en coche hasta el Concejal de Medio Ambiente!
Sinceramente, creo que esta propuesta va a causar más rechazo que afecto. No sé quién le habrá comido la cabeza a Polanco, si ha surgido de él o de alguna constructora deseosa de meter por allí la piqueta, pero es que las necesidades más inmediatas de Palencia van por otros cauces: desempleo, falta de inversión industrial, jóvenes palentinos emigrantes... ¿Esa última a qué me suena? Prometo en breve escribir al respecto, cuando me recupere un poco de la visión de tener semejante "fregao" casi a la puerta de casa durante no sé cuántos meses. En el mejor y en el peor de los casos, paciencia, que hasta mayo todavía queda.

14 marzo 2011

Las cosas importan más o menos en función de lo que pasa al lado

Cuando miro el calendario con el blog en frente siempre me digo eso de "tengo que actualizar". Pero el ritmo que he llevado estas dos semanas ha sido tan frenético que no he tenido tiempo para más. Me prometí pasarme por Palencia, se lo he comentado a familiares y amigos, sin haber cumplido mi propósito. Y no será porque hay gente a la que me apetece ver, y porque las circunstancias de algunos de ellos han cambiado (en unos casos para bien y en otros para no tan bien), y ¡qué narices! Palencia siempre es un buen sitio para desconectar. Comentaba con mi madre estaba semana: "Ya verás cuando el AVE llegue de una puñetera vez..."
Son días en los que han pasado, en mi vida y en las de otros, muchas cosas interesantes, sólo que ha sido inevitable no verlas desde el prisma de Japón. Seguro que existían muchas vidas paralelas: una chica que pierde su trabajo de forma injusta, mientras otro está a punto de conseguir uno. O alguien, en algún hospital, recuperándose de una operación, mientras no sé quién estaba esperando un bebé para no sé cuándo. Y cómo un temblor echa por tierra, nunca mejor dicho, todos esos pilares de vida y el barro se encarga de borrar las líneas que había trazadas buscando esos momentos de felicidad.
Alguien escribió el viernes pasado en Twitter que había tantos desaparecidos en Japón como gente vivía en Palencia. Ahora son tantos como los que viven en medio Valladolid los que han tenido que marcharse de donde estaban para evitar que les llegue una radiación que transforma a los seres humanos en seres monstruosos, sin saber, hasta dentro de una temporada, si han estado realmente a salvo. ¿Qué tiene sentido cuando algo así te viene encima?
Esta vez ha sido en el Pacífico... Un tsunami cerca de Japón se ha dejado sentir hasta Chile. Hay motivos de sobra para pensar que algo, quizás, se está haciendo mal. Tenemos una gran excusa para aprender del dolor ajeno y tomar conciencia de que tenemos motivos de sobra para sentirlos plenos y agradecidos, dueño cada uno de sí mismo. Si no, las muertes de casi dos mil japoneses no tendrán jamás ningún sentido. Uno de mis compañeros de piso está convencido de que el futuro está en colonizar Marte. Espero que no tengamos que llegar a estar tan locos buscando soluciones donde no sabemos si las encontraremos.