Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

26 enero 2010

Fieles y también protagonistas

Leo con cierta sorpresa lo que se comenta en el foro oficial del CF Palencia sobre un ligero desánimo que ha habido en la afición en un día tan especial como fue ese Palencia – Éibar que congregó a casi 5.000 fieles en las gradas de La Nueva Balastera.
Inevitable, por un lado, acordarme de aquellos inicios donde los Muy Moraos, en escaso número, con unos cascos de plástico acudían para poner la nota de color en la grada de general, donde arrancaban la sonrisa a más de uno con sus cánticos y genialidades. Eran pocos, pero suficientes.
Desde entonces, las peñas comenzaron a ir en aumento, y tras el retorno
a Segunda B, se pudo enganchar, sobre todo, a gente joven, reacia a ir al estadio, y encontraron en esos grupos una forma distinta de apoyar al equipo de la ciudad: una forma de ver fútbol, de identificarse con unos sentimientos, de generar adrenalina y de pasarlo bien al mismo tiempo.
Quizás lo que se reclamaba el domingo, en un partido donde el aspecto del estadio era maravilloso, donde el encuentro estuvo a la altura, donde el Palencia, a pesar de los fallos que, a veces, le cuestan partidos, demuestra actitud y se gana a pulso el respeto de sus rivales, era ese plus, ese avance que se ha alcanzado con el paso del tiempo.
Y es que la afición, durante las retransmisiones de los partidos, también es noticia. Bien lo saben los equipos de Primera: que si ojo a los Ultra Sur, que si en Getafe se coreaba domingo tras domingo “Víctor vete ya”, que si en El Sardinero se estremecen hasta los cimientos cuando se canta “La fuente del cacho”… Y fuera de nuestras fronteras nos dicen que el “You’ll Never Walk Alone” es un espectáculo que ningún aficionado al fútbol debería perderse. Sinceramente, no tenemos nada que envidiar. Quizás no veamos goleadas en casa, como en Tercera, con las que el público, aún sin querer, se viene arriba. Pero da lo mismo: ganamos y soñamos. Más ruidosos o menos, estamos con el equipo, y nadie nos quita el cabreo de camino a casa cuando perdemos.
En Palencia nos creemos cada vez más que nuestro club forma parte de nosotros. Soñamos con que podemos hacer algo grande. Soñamos con que esta temporada podemos acabar entre los cuatro primeros… Y quién sabe después. Me dice un compañero de Barcelona: “Dime quién te ha tocado en el play-off y te digo si asciendes o no”. Todo es posible hasta que se demuestre lo contrario.
Artículo publicado en CfPalenciaCo

23 enero 2010

La indignación va sobre ruedas

En concreto, sobre dos: las de una bici cualquiera. Resulta que las últimas inversiones que quiere hacer nuestro Ayuntamiento, de ésas del Fondo Estatal para crear empleos muy temporales, pero que menos da una piedra, parte de ellas van destinadas a lo que una amplia mayoría de palentinos considera una auténtica chapuza: el carril-bici.
Las obras de El Vial las he seguido con más o menos cercanía, al tener que pasar por allí cada vez que voy y vengo, y reconozco que me llevé las manos a la cabeza cuando me dijeron, allá cuando comenzaron
a remover la tierra de la mediana: "Esto va a ser el carril bici". De nuevo me las volví a llevar cuando vi el resultado del tramo que discurre por la Avenida de Madrid, el cual sólo se puede calificar de "chapuza integral que nadie sabe a qué viene ni qué hay que hacer desde entonces". Me cuentan que, incluso, durante la ejecución de las obras (o, mejor dicho, de las pintadas en el suelo), hubo quien, tan sorprendido como indignado, no reparó en explayarse con los obreros. No es para menos. Pone "Preferencia peatones". Entonces, ¿qué va a pasar cuando una mujer pasee con un carrito con gemelos (que uno un poco holgadito viene a ocupar el ancho de la acera) y se encuentre algún que otro ciclista que, del mismo modo, va a creer que tiene derecho a ir por el carril-bici, aunque esté pintado directamente sobre las baldosas que conforman una acera para peatones? Pues el de la bici tendrá que detenerse o continuar, bajo riesgo de que haya un municipal tocapelotas, su recorrido por parte del verde. Por cierto, poner radares en El Vial no va a impedir que la gente circule rápido: hay mucho bruto al volante, y el que esté por estamparse, lo va a hacer, y posiblemente contra el carril-bici.
Del mismo modo, la fotografía que acompaña a este artículo, publicada por un blog alojado en Gente, puede catalogarse de histórica, por aquéllo de que ver a un ciclista por el tramo del Vial es, simplemente inédito.
El vídeo que alguien ha montado en Youtube resume perfectamente el sentir tras esta obra que ha cambiado, para mal, el paisaje urbano de nuestra Palencia. Lo dicho: la indignación de los palentinos con el Alcalde, por cosas como ésta, va sobre ruedas.

18 enero 2010

También con Haití y todo lo que lo rodea

IMÁGENES: El País y BBC
¿Alguien sabía antes de la tragedia situar Haití en el mapa? La viñeta que publicaba El País, de la que Tomás Martín da buena cuenta en su blog, me hace reflexionar sobre un montón de cosas. De algo me suena, salvando las evidentes diferencias, eso de que "sólo te conocen si te ocurre algo malo". El caso es que Haití ya estaba ahí con todos sus males: gran tasa de pobreza, de analfabetismo infantil, de enfermedades (la mitad de las muertes tienen relación directa con el Sida), entre otros, que no es poco. Y, sin embargo, la tragedia hace que el terremoto sacuda algo más que ese trozo de tierra centroamericano: las réplicas han llegado hasta las conciencias de mucha gente en todo el mundo. Aunque bien podrían discutirse algunas imágenes, cuanto menos, paradójicas que nos deja la actualidad, como esa Penélope Cruz vestida elegantemente para los Globos de Oro diciendo sobre la alfombra roja que "espero que esta noche se hable mucho de Haití y no sólo de cine y de moda".
Cuando ocurren desgracias, bien sabemos que el dinero no lo es todo, ni mucho menos, pero cuando falta bien sabemos de su verdadero valor (para los que dicen que "lo importante es la salud", que también). Cuando el mal es la tónica de nuestras vidas, el terrible individualismo al que estamos sometidos, sobre todo en los países desarrollados, nos hace ver que el mal es normal. Quizás, por eso, la gente que pide dignidad y justicia tiene que recurrir a huelgas de hambre, quemarse a lo bonzo y otras tácticas similares para hacernos reflexionar sobre los males ajenos: "¡Como si no tuviera bastante con lo mío!", sin embargo, pensamos.
Cuando en Haití se hayan retirado todos los escombros y cuando se hayan contabilizado todas las víctimas, volverá a dejar de existir en nuestras conciencias y hasta en nuestras mentes. Bien cerca tenemos el caso de Gaspar Arroyo: su balance de víctimas es tremendamente inferior al de este último terremoto, y cuánto tiempo está costando que las familias supervivientes vuelvan a hacer una vida normal. Sin embargo, Centroamérica volverá a olvidarse en mucho menos tiempo. Cuando no nos implica directamente, enseguida volvemos a nuestros problemas, los que de verdad nos importan: las horas extra de nuestro trabajo, las discusiones con los compañeros, el mal rollo que transmitimos a la familia, la factura de más que nos llega con el coche, el imprevisto, las reparaciones y el no sé qué. A todos nos va mal, pero en diversa medida.
Palencia, por cierto, ya ha puesto su granito de arena. Al margen de las donaciones individuales, la Diputación confirmaba este fin de semana, su aportación de 30.000 euros
para ayudar a las víctimas. Dice Enrique Martín que es "cuando más hace falta esta colaboración y generosidad para paliar los efectos devastadores del desastre". Ahí queda ese dinero, pero cuántos haitianos pensarán que la generosidad está llegando tarde. Cuántos de nosotros pensaremos que, entre hipoteca (o alquiler), móvil, internet, compromisos, etc, no podremos tan siquiera sacar nuestro granito de para la causa...
¿Por qué tantos por qués? La situación invita a una reflexión tan profunda como compleja.

05 enero 2010

Los Leyes Magos del Oliente Lejano

Es verdad que, de cuando en cuando, los Reyes Magos nos han sorprendido con algún cachivache que nos han dejado en casa de no sé quién, y que resulta ser lo más parecido a un artículo de plástico, cuya caja y/o instrucciones de uso aparecen en varios idiomas excepto el castellano. Muy probablemente se trate de un regalo que los Reyes de Oriente encargaron para nosotros a sus homólogos más orientales: los Leyes Magos del Oliente Lejano.
Quien leyera el comic de Tintín "El Loto Azul" en décadas anteriores, bien podría quedarse con la idea de que los chinos son unos seres extraños, más bien tirando a pobres y, sobre todo, muy, muy lejanos a nosotros. Pues bien: hoy día, nada más lejos de la realidad.
En nuestros días, los chinos se han convertido en herederos del Todo a Cien. Bazares, bazares, bazares... Llenos de artilugios baratos y, generalmente, de mala calidad, que crecen como setas también en Palencia. El bazar estrella, sin duda, el de la Calle Mayor, donde sus encargados apenas pronuncian correctamente los números en castellano, pero donde no para de entrar y salir gente. Simplemente, porque ahí se encuentra de todo: desde un llavero, hasta una funda para las gafas, pasando por un juegos de vasos de café o una muñeca de juguete. Y todo por poco dinero.
El problema, aparte de, lo dicho, la mala calidad de sus artículos, son, digamos, las "trampas" que este tipo de comercios tiene sobre la Ley. Y bien lo saben nuestros vecinos comerciantes, los que llevan toda la vida. Los chinos abren más días de lo permitido (competencia desleal), a veces venden más de la cuenta (¿se dan de alta como tienda de alimentación, como bazar, como todo a la vez o no lo declaran todo?), y muchas veces venden "en negro": los especialistas en "Alimentación" bien lo saben, cuando van a comprar varias botellas de refresco al súper para revenderlas en su tienda en vez de comprárselas al distribuidor, o venden alcohol a precios desorbitados más allá de la hora permitida. Algo habrá para que los chinos lo hagan... y para que la policía o los inspectores, que lo saben, no puedan actuar.
Hay un mito que no existe: ése que dice que los chinos están exentos de pagar impuestos durante los primeros cinco años. Esa ley, por fortuna, aún no se ha creado. Pero todas las demás triquiñuelas sí. Al margen, aún viven otras leyendas como que la tienda de chinos que cerró próxima a la catedral se dedicaba al tráfico de órganos (o lo pretendía) y que nos hizo mirarlos con más ojitos de sospecha que los que parecen poner ellos a veces, aunque sea su forma oriental de mirar.
Los ciudadanos que tienen los bolsillos más estrechos defienden la existencia de estos comercios, pero también es entendible que, como dijo el Ministro Sebastián (y razón no le faltaba), en tiempos de crisis qué mejor que apoyar lo nuestro: ya no lo español, sino, en nuestro caso, lo palentino. Si nuestro bolsillo lo permite, siempre es preferible dar de comer a los nuestros. Y, aunque sea por cierta decencia y calidad, si los Reyes Magos han pensado en hacer de nuevo algún encarguito a los orientales, que lo den otra vuelta en la cabeza porque pocas veces merece la pena, si de regalos de verdad se trata, salvo si queremos salir del paso...

01 enero 2010

Distintos balances

Al final de 2009, cada palentino se lleva para sí mismo lo más importante a nivel personal: si se ha quedado en el paro, los temores porque éste se le acabe el mes que viene, la pérdida de algún familiar, o la llegada de alguno nuevo, entre otras muchas cosas que superan, con creces, a los balances de los que da cuenta la prensa (y que hacen parecer que no existen otros, salvo los de los vídeos más chorras de Youtube). Esa prensa, a nivel local, nos recuerda que ha sido el año del carril - bici, de otra explosión de gas, del cierre de San Agustín, de Marta Domínguez, del miedo que circundaba FASA, entre otras muchas cosas.
Muchos hemos brindado por que 2010 suponga un cambio: mejores trabajos, o mejores condiciones dentro del que tenemos; acabar esos asuntos pendientes, disfrutar más de nuestras amistades, de nuestra gente... Deseos que pedimos al aire porque, muchas veces, no dependen directamente de nuestra voluntad. Al margen, los de siempre, los que nadie pide, aunque la tele insista en lo contrario: dejar de fumar o tener una mejor figura, que llegarán cuando lleguen, si llegan, pero nunca por haber cambiado de año.
Aún así, y cuánto mejor nos iría, si de verdad deseáramos esa felicidad de cada 31 de diciembre durante el año entero. Ante los malos tiempos (y los augurios para 2010 no son muy halagüeños), cuánto mejor si nos regaláramos pequeñas píldoras de felicidad durante los siguientes 365 días... o los siguientes 730... ¿O por qué no el resto de nuestras vidas? Sería un buen propósito para hacernos la vida un poquito más agradable entre tanta incertidumbre, tensión o miedo.
¡Feliz 2010 (y restantes) para todos, en especial para mi buena gente palentina!