Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

24 julio 2012

Palencia a tope, a por Londres

IMAGEN: (@S_Bayon)
Ahí están las dos. Juntas, bajo el título de "Palencia a tope!!! A por Londres". Posan sonrientes en una de las dos recepciones que el grueso de deportistas españoles olímpicos tuvieron ayer lunes con Mariano Rajoy y con el Rey don Juan Carlos.
La fotografía está publicada en la cuenta de Twitter de la ex gimnasta, Sara Bayón, a la que tantas veces se aludió en las páginas de la prensa palentina durante su carrera. Ahora luce como seleccionadora del equipo de rítmica. Y espera conseguir su primera medalla olímpica. 
Al lado, una mítica: Marta Domínguez. La indignación por su presencia se cuela en las redes sociales. El sentimiento contrario es mudo, pero seguro que existe. Lo único que parece claro es que el pueblo no perdona, aunque la justicia lo haga, a quien se le ha señalado en público con el dedo acusador. Marta madre, Marta senadora, pero Marta atleta. Con sus 36 años sigue siendo candidata a medalla. Más cuando la delegación española de atletismo está en una crisis que ni la que corre ahora de norte a sur en la península. Sin embargo, lo sabemos: Marta aspira a podio, porque nos ha regalado carrerones espectaculares en Europeos y Mundiales. Y sabe que es la última oportunidad en su vida para lograr la medalla olímpica.
Con menos representación que otras veces, pero Palencia estará en Londres. Una vez cada cuatro años: demasiada espera para ver cómo los nuestros cumplen un sueño al alcance de pocos. La única duda que nos queda es: ¿Quién les sacó la foto a nuestras atletas?

20 julio 2012

Motivos personales. Y los domingos, al fútbol

IMÁGENES: El Norte de Castilla 
Si hubiera escrito este artículo hace tres días, podría titularlo perfectamente "La coexistencia pacífica" o algo similar, aventurando que el tenso cruce de declaraciones entre el presidente del CF Palencia, Chema Torres, y el del Cristo Atlético, Ramón Andréu 'Cata', iba a desenvocar en una especie de guerra fría entre dos clubes capitalinos, vecinos y los dos con camiseta morada. El caso es que uno de los dos mandamases ha mandado el primer misil tierra aire, y el otro ha entrado en barrena. ¿Quién ha sido el primero? Según cada uno, el otro.
Se da la circunstancia de que se enfrentan, en Tercera División, un club con muchos problemas pero con ganas de sobrevivir, como es el CF Palencia, descendido por impagos y con una deuda cuyo lastre, no sabemos por cuánto, pesa y agarrota las piernas de quien ha cargado con el saco a las espaldas. Y, por otro lado, un club saneado, en pleno crecimiento, como es el Cristo Atlético, que puede garantizar los pagos de las nóminas. ¿Hay miedo en el CF Palencia a quedar como segundo equipo palentino esta temporada? Puede. ¿Es el contraste de situaciones la que ha hecho que sus presidentes se pongan en tensión? Puede. ¿Es un enfrentamiento personal y recíproco por motivos que sólo ellos dos saben? Puede... Casi seguro. ¿Es normal esta situación? La respuesta es más clara: No.
Los clubes de la provincia se han caracterizado por unas relaciones bastante normales, amén de esos partidos de cadetes o juveniles en los que había calentones y todo quedaba para la vuelta. Los aún recientes derbis entre Palencia y Becerril se saldaban con aplausos, un gran ambiente y magníficas entradas. Y, cuando en La Balastera, durante otras jornadas, se anunciaba la victoria del Becerril por megafonía, el público palentino aplaudía. 
Incluso el calendario ha determinado que Cristo y Palencia no jueguen nunca como locales a la vez, por lo que no habrá que echar a cara o cruz quién juega el domingo a las cinco... Ni tampoco habrá que sortearlo a tortazos. Y es que La Nueva Balastera, es municipal. Mientras no se use para conciertos, como si se juega a la petanca.
Que los presidentes hayan decidido machacarse el uno al otro no debería interferir en el respeto y simpatía que un palentino pueda tener por uno o los dos equipos, sea o no socio. No me queda duda de que nadie va a comenzar a odiar a uno u otro equipo por lo que ha pasado.
Torres y Cata son dos hombres fuertes y con ambición a los que les ha tocado vivir en la misma casa de Gran Hermano, y han entendido que, en competición, sólo puede ganar uno. Y lo que debería ser un juego, lo han llevado a lo personal. Vale, hay dinero y tiempo de por medio, y eso lo complica todo. Sólo que esto es Palencia, no Telecinco. Ni tampoco es un Sevilla - Betis. No compensa ni beneficia vender esa imagen.
Quizás, en el pasado, tuvieron alguna rencilla con la que se atizaran en el orgullo. No lo sabemos, pero ya se jugaba al fútbol antes de todo eso. Y se seguirá haciendo. El que quiera, que se limite a disfrutar de lo que pasa en el campo. Para tomate, me quedo con las 'Viceberzas' que, al menos, alegran la mañana. Y los domingos, con el fútbol.

17 julio 2012

Un día hace quince años

No es que uno recuerde la fecha como el día de su cumpleaños, pero aquello, en sí, perdudará de por vida en nuestras memorias. Leyendo 'El Norte' caigo en que, efectivamente, ya han pasado quince años desde que los vecinos de Pan y Guindas fuéramos testigos de la inundación de nuestras calles. Así, por sorpresa. Un buen puñado de chavales lo teníamos todo preparado para poner rumbo, desde San Marco, hacia algún pueblo del norte de la provincia al ya mítico campamento del Movimiento Junior (era lo único que ocupaba nuestras cabezas los días previos). Precisamente San Marco, desde donde saldría el bus, se llevó la peor parte. Dos tardes antes de que nuestra particular aventura de verano comenzara, una tarde de lluvia normal, como la de cualquier día, provocó el atasco y posterior desborde del arroyo de Villalobón. La acequia no tragó y el Vial comenzó a encharcarse. Los charcos crecieron y el agua entró, de lleno, en el barrio. Antes de darnos cuenta, las aceras ya estaban cubiertas y los edificios rodeados. Los conductores se apresuraron a sacar sus vehículos de las cocheras. Quienes tenían calzado adecuado, retrasaban en las calles el momento de subir a sus casas... Hasta que no les quedó más remedio. Se fue la luz y el teléfono funcionaba a medias. La información que nos llegaba, a través de los informativos locales, era a través de las radios con pilas. Los que tenían vitrocerámica tiraban de conservas o del vecino que prestaba el gas.
Los pisos bajos peligraban porque el agua llegó hasta la altura de sus casas. En Reyes Católicos, la situación era más preocupante, con el tapón que hacía el muro que cerca las vías del tren. Mi prima, entonces de unos 9 ó 10 años, lloraba porque su padre aún no había podido llegar a casa y su madre trataba de llamar a sus cuñados, en la otra punta del barrio, cuando ya era imposible apenas salir más allá del portal.
Con la oscuridad, nadie podía dormir. Los vecinos descansaban apoyados en sus ventanas, vigilando que el nivel del agua no subiera, y que nadie del barrio tuviera que recibir asistencia. Los bomberos nos hablaban a través de megáfonos, y la ausencia de tragedias personales hacía que hasta la gente se lo tomara con cierto humor y filosofía. Con la tranquilidad, cambiamos las ventanas por un ratito de cama. Sólo un ratito, por si acaso la noche nos dejaba alguna sorpresa desagradable.
Al día siguiente, hubo quien sacó su barquito o su piragua. Y quienes se pusieron un traje completamente impermeable para dar su paseo, teniendo en cuenta que la piscina apenas cubría un metro y medio. Los bancos se colocaron sobre las alcantarillas ahogadas, los coches aparcados ondeaban y los contenedores de papel y vidrio flotaban cual balsa de madera.
Cuando el nivel del agua fue bajando, quedaba una inmensa capa de lodo, y las dudas de los comerciantes con sus locales.
Los bomberos dedicaban horas a extraer el agua de las cocheras y rescataban los coches, completamente inutilizados, de quienes no habían podido llegar a tiempo. Protección Civil se pudo acercar piso por piso preguntando si todo estaba en orden. Y el detalle: nos regalaron dos velas rojas, de las medianas, por aquello de la falta de luz.
Y sí: pasado todo, con dos días de retraso de retraso, pudimos ir al campamento. El grupo de los mayores hicimos una parodia del "Tractor Amarillo" para el día de los padres: "Toda Palencia se ha inundado, porque una acequia ha reventado. El agua llegaba hasta el techo, pero el daño ya estaba hecho..." Hoy, quince años después, como apunta el artículo de 'El Norte', la muesca se sigue viendo. Las columnas grises de la Calle Maldonado, y el tramo de rojo desteñido que viste los edificios nos recuerda que, un día, el agua llego hasta ahí. Un día hace ya quince años.

11 julio 2012

La justicia, según nuestras madres

La primera de todas fue mi madre. Mi hermana, durante una temporada muy cortita, fue alérgica a determinados conservantes y colorantes. Cuando yo llegaba a casa con la típica bolsita de chucherías porque había sido el cumple de un amigo del cole, mi madre la guardaba y decía: "cuando se cure, os las coméis entre los dos". Yo, con apenas 5 años, sentía que, en mí, se despertaba una sensación de injusticia que chocaba con el espíritu de solidaridad que trataba de inyectarme mi madre por otra parte. Claro que, cuando mi hermana se curó, compartimos tanto las golosinas atrasadas de los cumpleaños de mis amigos como las de los suyos. La frase que mi santa madre repitió durante toda nuestra infancia fue: "O para los dos o para ninguno." Con la salvedad de que si sólo uno de los dos se portaba mal, el azote era para el culpable.
Cuando estaba en el instituto, recuerdo dos casos claros de esos que marcan. Uno fue el no poder ir al viaje de final de la ESO, en el que generaciones de cursos anteriores habían descargado parte de la adrenalina adolescente por algún extraño rincón de Mallorca o cualquier sitio similar. Pero tuve la mala suerte de haber hecho 4º curso justo un año después de que los alumnos anteriores se portaran desastrosamente mal. Decisión del centro: no volver a cometer la locura.
Y el otro caso, anterior, en 2º de la ESO, alguien tiró no sé qué por la ventana, lo cual no estaba bien. Entonces, el jefe de estudios, que era Antonio Lafuente (en paz esté) entró en nuestro aula a preguntar: "¿Quién ha tirado eso por la ventana?"... Silencio... Y repite, con castigo incluído: "¿Quién ha tirado eso por la ventana? Si nadie dice nada, no salimos hasta una hora después de que acaben las clases."... Silencio... Y empieza el ultimátum: "¿Quién ha tirado eso, a la una?"... Miradas... "¿Quién lo ha tirado, a las dos?"... Murmullos: "Venga, decidlo..." "¿Quién ha tirado eso, a las tres?"... "¡Venga!"... Y la sentencia fue que pagamos todos.
Gracias a eso, te manejas en conceptos como la justicia, el altruismo, la sociedad... y sus contrarios. A veces, pagamos justos por pecadores. Ahora, con la crisis, es lo mismo, pero con dinero. A nuestros gobernantes les falta ser más paternalistas. En una familia, si se pasa hambre, los padres se quitan de lo suyo para que los hijos puedan crecer. Aquí es la revés. Y si empezamos por ahí, lo demás falla: la justicia deja de existir y hasta la misma democracia queda en entredicho.
De todas las definiciones de la justicia, me quedo con la de mi madre: "o para todos o para ninguno."

03 julio 2012

Palencia, calidad

La OCU publicaba un estudio hace apenas unos días un estudio en el que revelaba un top-ten de las ciudades españolas con mayor calidad de vida, y lo acompañaba un mapa con las ciudades que aprobaban y suspendían. Entiendo que Palencia, al no aparecer, ha estado excluída de dicho estudio.
Valladolid, sin ir más lejos, sería la octava ciudad de España. ¿Tiene Valladolid mejor calidad de vida que nosotros? Su punto fuerte, tiendas y servicios.
Palencia, hace apenas unos años, estaba en cuarta posición en un ranking nacional que sí englobaba a todas las capitales de provincia. Y no hemos cambiado tanto. Hay una interesante oferta y actividad comercial, buena oferta cultural, es una ciudad relativamente barata para vivir, buenos servicios públicos: colegios, institutos, centros de salud, hospitales... Mucha zona verde y peatonal, mucha historia y buena gente, que aunque no sea una variable, siempre cuenta.
Si alguien no sabe apreciar todo esto, le recomiendo vivir en alguna de las ciudades marcadas con rojo: Madrid, por ejemplo, donde ir al médico de cabecera puede no ser de un día para otro, donde el precio del  transporte urbano triplica al nuestro, donde el precio mínimo para encontrar un piso bajo en alquiler en las afueras raramente baja de los 500 € al mes, y una copa en un sitio "normal" vale 7 euros en vaso de tubo. Ahora, eso sí, puedes ver todos los musicales que quieras, si el bolsillo lo permite. Pero eso no es calidad de vida.
Nos falta, lo que nos falta: un empujón industrial (y menos desempleo) y otro empujón de estudios de Formación Profesional y/o universitarios. Trabajo y juventud para darle dinamismo a una ciudad de la que los jóvenes, por algún motivo, se siguen escapando. A la calidad de vida le hace falta la llave del futuro. Pero como estamos hablando ahora de vivir bien y vivir tranquilos, Palencia merecería aparecer con letras verdes y en mayúscula en el mapa de la OCU.