Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

27 mayo 2014

25 años de Pryca

No sé en qué medida su apertura cambió el panorama comercial de Palencia porque yo era un crío de 5 años. Supongo que bastante. El caso es que yo no tengo el recuerdo de su no existencia.
El Centro Comercial Las Huertas cumple 25 años. Para nosotros, los chavales de mi generación y nuestros padres, seguirá siendo Pryca porque era donde íbamos todos: a Pryca, y no a Las Huertas, que nos sonaba a las del Obispo. Cuando entró una palabra tan difícil como Carrefour, lo mejor fue seguir llamándolo Pryca.
Ir al primer gran centro comercial de nuestra ciudad, con todos los respetos a mi respetada Calle Mayor, era ir a hacer la compra del mes, la "carrada", que diría mi padre. Luego, estaban las tiendas, pero es que en Pryca había de todo: comida, cedés, ropa, plantas... Todo estaba ahí. Y tenía un gran aparcamiento.
Tuve cierto cachondeo cuando, recientemente, algún compañero de trabajo madrileño me decía que, en el cole, ellos iban a ver la fábrica de Mahou y yo conté que, una vez, me llevaron a Pryca, donde nos enseñaron absolutamente todo y, además, el de decoración, nos hizo un cartel dedicado a nuestra clase (4º B, creo recordar) con los rotuladores y estilo de letra con los que hacía los de las ofertas. Quizás por ser niños, nos hizo una ilusión tremenda y no lo quitamos hasta el último día de junio.
¡Y había carreras populares! Apuesto a que se pueden contar por decenas los cajones que aún guardan camisetas de las marchas populares que organizaba el hipermercado. En mi caso, fue la única vez que, por causas más o menos deportivas, me he puesto un dorsal.
Por los pasillos del centro pasó el primer cine que tenía, de forma regular, sesiones de cine las mañanas de los domingos. Y acabó fracasando. Se ve que, los fines de semana, costaba llevar a la gente allí, teniendo el Avenida más cerca. También abrió una sala de recreativas que tenía unas máquinas alucinantes. No recuerdo cuáles, pero eran grandes, y muy caras. Pero como íbamos en grupos grandes, siempre había alguno que echaba y, a mí, me servía.
Había una tienda de animales con un montón de peceras. También una hamburguesería (¿Goofy?), en el que celebré, con amigos, y apenas 12 años, uno de los cumpleaños más surrealistas que recuerdo. Y había un C&A. Hubo una Administración de Loterías, impensable que no haya una en un Centro Comercial, y aunque acabó cerrando, sé de buena tinta que hay quien se ha interesado en calcular si sería rentable reabrirla.
Los comercios abren, se expanden, cierran y, a veces, se reciclan. El Centro Comercial Las Huertas sigue siendo un referente en la vida diaria de Palencia. Carrefour tiene el mayor peso y, quizás, por ser ahora  mayor, me fijo en el resto de tiendas que antes pasaban más desapercibidas. Parece que goza de buena salud, y es más que un simple espacio de compras. Nuestro 'Pryca' acabará siendo un bunker que, con sus más y sus menos, resistirá a las crisis y otros reveses del tiempo. 25 años no se cumplen todos los días.

13 mayo 2014

¿Y si le damos los votos a la mujer barbuda?

Estamos estos días recibiendo las cartas del censo electoral que nos consideran aptos para votar en las próximas elecciones europeas, en las que destaca el recorte importante de mesas electorales: en Palencia, casi a la mitad. Y con razón, porque hasta ellos (x) saben que no nos interesan.
Estamos a medio camino entre la abstención más sonrojante y la posibilidad que tenemos de experimentar, de jugar, de usar las herramientas de otra forma. Más ahora, que a Felipe González se le ocurrió hablar de una alianza PPSOE, si es que no existe ya, aunque sólo sea en la forma de maniobrar.
Si nos abstenemos de votar, va a dar igual, aunque es respetable la decisión de cada uno. Si Europa sufre en España una abstención grave, sólo será una señal de alarma el domingo; el lunes, un titular; el martes, una anécdota para la historia.
La abstención mantendrá el Parlamento Europeo lleno de personas a las que no nos conocemos y que ellos tampoco nos conocen a nosotros.

El plan B: ¿y por qué no votar minorías? ¿Por qué no votar a algún loco? ¿Por qué no poner patas arriba algún escaño? ¿Por qué no llevar alguna mujer barbuda y darle un vuelco a la votación? ¿Por qué no reírnos un rato? ¿Es una falta de responsabilidad votar de esta manera? ¿No lo es, acaso, no velar por la Sanidad, por la Educación, por la Ley de Dependencia, por la I+D como merecen?
El bipartido calienta motores porque estos resultados serán el espejo en el que verse antes de 2015. También para los partidos de nueva creación. Hasta a ellos, casi seguro, se la repatea Europa, de no ser por los 8.220 euros al mes que cobran, sólo por el derecho a silla. Dietas al margen...
La "gran fiesta de Europa", al menos en España, al contrario que en el resto del continente, se anticipa un día y se celebrará en Lisboa. También en Madrid, y seguro que en Palencia. Gane Atleti o Real Madrid, habrá larga fiesta por la noche. Al día siguiente, según nos levantemos, y si la resaca no es muy dura, ya veremos si vamos a votar o qué hacemos con nuestro domingo.

06 mayo 2014

A los grandes profesionales, como Violeta

IMAGEN: Centro Asistencial San Juan de Dios
No voy a decir que Palencia sea el lugar adecuado para enfermar, porque a nadie le gusta, pero es innegable que cuenta con profesionales de sanidad como la copa de un pino.
La Escuela de Enfermería es una cantera inagotable de buena gente, de buenos estudiantes y futuros (y presentes) excelentes profesionales. Y presumo de conocer a algunos de ellos, o algunas, en este caso: enfermeras y auxiliares.
Es una de esas profesiones que merecen todo el respeto del mundo y que nunca acabará de estar bien pagada, aunque quizás en otros países sí lo esté.
Es gente que además de su trabajo, practican el noble arte de la paciencia y la generosidad. La vocación por delante. Y la necesidad de su existencia, más si cabe en esta España que envejece en lo que dejamos pasar el tiempo a ver si alguien, con una varita mágica, sabe solucionar el problema de las pensiones.

Es muy difícil haber hecho vida en Palencia y no saber de alguien cercano que haya trabajado o trabaje en San Luis, en San Juan de Dios, en San Telmo, en el Río Carrión o en cualquier otro centro de salud. Y por eso, hoy, es difícil no pensar en toda esa gente que conocemos, queremos o hemos tratado y que se encuentra aún con la carne de gallina después de saberse la muerte de una psicóloga de 29 años a manos de una interna.
Vamos a pensar lo habitual en estos casos: que ha sido un accidente. Un maldito accidente que no debería haber pasado, pero ha ocurrido. Como todos los accidentes injustos. Lo imprevisible de la vida. Y es comprensible que, hoy, todos estos profesionales sientan algo de miedo. No deberían. Es un sector que nunca debería dejar de tener la atención y protección de todos, especialmente de las instituciones y de quienes tengan en su mano darles todo lo bueno que merecen. Porque todos, desde que nacemos y asisten a nuestras madres, hasta que morimos en una cama de hospital, hemos pasado, pasamos y pasaremos por sus manos. Porque forman parte de los momentos más delicados de nuestras vidas.
A Violeta y todos los demás profesionales, gracias (y nunca serán suficientes) por querer cuidar de nosotros.