Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

11 septiembre 2017

No va a ser cuestión de la edad

Años atrás, no era raro el típico tío de familia (o cuñado en su defecto) que te decía por sanantolines:
- Yo esto de las casetas, cada vez me gusta menos. En un bar te cuestan lo mismo y te ponen vaso de cristal, la caña es caña y te puedes hasta sentar.
Sería la edad, pensaba yo. Con lo que molaba ir de casetas... Igual era, simplemente, la novedad... ¡Tapas a patadas en Palencia! ¿Dónde había que firmar?
(Nota del autor: sigo sabiendo de bares donde una coca-cola es una coca-cola. Es decir, sin patatas fritas de bolsa ni cacahuetes o similar, seré especialito. Ya no digo algo con pan).
En mi grupo de amigos ya estamos en la treintena: algunos empezando a cumplirla y, otros, con años por delante. El caso es que ya venimos arrastrando el malestar ése del que hablaban nuestros tíos, y empujados por años anteriores, decidimos este año empezar nuestra ruta de tapeo por bares "de sentarse".
¡Ni qué decir que descubrir la carpa del Hotel Rey Sancho fue todo un acontecimiento! O las tapas del Tierra de Sabor o la del cada vez más mítico Bocados Gastrobar. ¡Si es que hasta en Pan y Guindas teníamos tapas que se sumaban a la fiesta!
Y, por aquello de darle la oportunidad a nuestras sanantolineras  casetas, aprovechando la visita a Palencia de un viejo amigo, echamos una cerveza en la populosa plaza de Pío XII: la tosta de pimientos de Torquemada con Anchoas del Cantábrico y Tomate de huerta palentina del Casco Viejo estaba muy buena, pero nuestros cerebros de treintañeros se activaron en la zona que regula la lógica y dijimos: "casetas nunca mais". Sin ser el día (ni el momento) de mayor afluencia, vimos dos personas con nervios en la barra porque no les atendían, camareros explicando qué áreas de la barra atienden ellos, un vaso de vino peleón y dos cañas mitad cerveza/mitad espuma. Los refrescos, de lata.
Jóvenes, llamadme viejo, pero creo que esta vez no es cuestión de la edad. Nuestros próximos sanantolines ya tienen ruta marcada. Y no es porque lo dijera mi tío, al que no le faltaba razón.