Palencia Entre Líneas

Cuatro apuntes sobre un sentimiento y una forma de vida: la nuestra. Palencia existe, se ve, se toca y se disfruta. Es un modo de vida.

29 agosto 2014

De cafres y faltas de respeto

IMAGEN: Norte de Castilla
Sin haber posado todavía un solo pie en los sanantolines, leo con una indignación profunda la noticia de que no sé cuántos descerebrados se han dedicado a destrozar la mayoría de las esculturas con forma de P que estaban en la Calle Mayor.
Es la típica que pagaremos (aunque sea de nuestros impuestos) justos por pecadores. Es la típica por la que arrancarías los ojos a esa gentuza que utiliza el destrozo como diversión. Es la típica con la que se te ocurren mil barbaridades contra los infractores que, en el mejor de los casos, nunca sabremos quiénes son. Duele tanto como saber que, según su DNI, son mayores de edad.
Y duele por lo que representa en sí: es el trabajo de un puñado de artistas hecho polvo; es por ver por los suelos uno de los intentos por crear algo nuevo en fiestas; es el recordatorio de que convivimos con indeseables, con gente sin respeto. Y es la vergüenza que produce la situación en la que un grupo de pirados se lía a romper esculturas en pleno centro de Palencia, una tras otra, sin que nadie les haya dicho nada y sin que nadie haya podido hacer nada hasta que, se supone les sorprendió la Policía.
También me cuentan que el viernes ha amanecido con la terraza de un bar quemada. Y lo que no queremos es que, por cosas así, las restricciones vayan en aumento. Porque se puede beber en la calle estos días sin provocar molestias. Porque se puede desvariar sin meterse uno con los demás. Porque se pueden hacer mil cosas que nos diviertan sin hacerle mal a nadie. Porque por diez, veinte o cien inconscientes no merecemos algo peor. Y no vale la excusa de ir hasta las trancas porque para esos problemas existen rehabilitadores.
El vandalismo existe y seguirá existiendo. El problema es que no dejará de existir por la forma en que se trata: se detiene (o se intenta detener) a los culpables, se les sanciona económicamente o con trabajos, y ya está. Si son menores de edad (con 16 y 17 años lo son), ni te cuento. Nadie sabemos quiénes son los que se cargan lo que es de todos: aquí paz y, después, gloria. Seguirán con sus vidas, como nosotros con las nuestras. Unos sin educación, y otros, con la justa. Y así sucesivamente. Por eso nos encontramos con ciudades como la nuestra donde el vandalismo puede suponer entre 100.000 y 400.000 euros al año para las arcas municipales.
El respeto se aprende. Perderlo o carecer de él, a uno le sale barato en el sistema éste en el que nos movemos... A los demás, carísimo, y no sólo por el dinero.

18 agosto 2014

14 años dando noticias

IMAGEN: Seminario de Palencia
Al año que viene serán 15, que es un número más redondo, pero le leía a mi amigo Alberto Sanz a finales de julio que le era imposible no sentirse especial por ser un trabajador de Cope Palencia que lleva en la emisora desde que se abrieron las puertas... ¡Con lo que ha llovido por allí!
Tuve la inmensísima fortuna de hacer ahí mis primeras prácticas de radio en 2002. Una amiga mía me sugirió que preguntara, porque la emisora era nueva. Mi padre me vendió a Raúl y ese verano necesitaban a alguien de deportes porque Nacho se iba a centrar en El Norte. Me recibió Paco, el entonces director, que me dio un periódico de ese día y me metió al estudio a locutar. Detrás del cristal había un técnico con gafas, más bien serio, que supuse que sería quien me fuera a grabar. Mi padre, que me acompañó ese día, escuchaba atentamente desde el "hall" de la emisora: lo que viene a ser detrás de los biombos que esconden las mesas de la redacción de la puerta de la entrada. Paco me dijo que le gusté, que "aún no conozco a nadie a quien le haya comido el micrófono en todo el tiempo que llevo en esto" y mi padre me comentó que sonaba guay por la radio.
Hoy en día, sigo considerando ese pequeño estudio de la calle Modesto Lafuente un refugio donde charlar con buena gente, con amigos, y donde reencontrarme con la génesis de lo que hago ahora. Cuando me requieren Raúl o Carol en su [programa] local y se enciende la luz roja a veces me creo que al otro lado está Alfredo Merino, o Mara Santos, o Gonzalo Ibáñez. Me hizo muchísima ilusión adelantar el fichaje de Javi Navarro por el Palencia, procedente del Cádiz.
Raúl González ya estaba allí cuando yo entré y aunque era el jefe de informativos me fue de muchísima ayuda porque controla de todo. Es un tío al que su voz, con la que no puede ni una noche intensa de copas, le sentó ante el micrófono para ganarse las habichuelas. Le admiro tanto como a Alberto Sanz, el señor serio de gafas que luego resultó ser tan buena persona como profesional: aún no sé cómo fui capaz de hacer un programa sin relojes en el estudio. Me los prohibió porque "estás demasiado pendiente del reloj", me dijo. Y fue mi mejor capote cuando nos fallaron tres llamadas en directo y tuvimos que hacer un balance improvisado de lo que llevaba fichado el Palencia hasta ese momento. Menos mal que fue para cerrar el programa. Aquello me pareció un desastre, pero Alberto siempre te enseña qué gages se producen en esta profesión, cómo solucionarlos y con cuáles puede no pasar nada. Lo dicho: un profesional.
Tras el primero de mis dos veranos, me ofrecieron seguir durante el resto del año, pero tenía una carrera que seguir por delante en Madrid. Se quedó Caridad Frutos al frente, por poquito tiempo: su buenísima voluntad no le permitió seguir con algo que no la iba, como era el deporte. Espero que le esté yendo muy bien porque lo merecía.
Cope Palencia presume de haber podido "colocar" a gente como Virginia Areños, que fue redactora de Losantos y hoy produce informativos en Madrid; a Laura del Río, que acabó de corresponsal en Berlín; a Jorge Vicente Revuelta, que se fue a La Sexta Deportes... Y mucha gente que, por el camino, encontró lejos del periodismo un modo de vida mejor.
La vida no está siendo fácil para los medios de provincias, por la publicidad principalmente. Y porque a sus trabajadores se les aprieta más las tuercas. Y porque la espada de Damocles sigue con gesto amenazante. Luego está quienes creen que los periodistas, por lo general, "vivimos de puta madre". Maldita y bendita vocación... ¡Larga vida a Cope Palencia!