Las personas pasan, los equipos permanecen

IMAGEN - PAULINO: Norte de Castilla

Reconozco que, desde que surgió allá a finales de los 90' la, entonces, remota posibilidad de conversión a SAD, la idea no me ha gustado un pelo. Los efectos negativos de las Sociedades Anónimas se están empezando a ver ahora, cuando las cifras crecen de una forma desorbitante, las especulaciones forman parte del juego, y al final los equipos se resquebrajan y todo son problemas y agonías. Y como sólo el dinero llama al dinero, los más ricos se salvan y los más pobres son los que acaban pagando los platos rotos. El dinero, desde siempre, y la codicia (y toda empresa tiene un punto de codicia que la evita convertirse en ONG) han creado ciertas diferencias sociales insalvables. Si tienes, eres. Si no tienes, podrías llegar a ser, o podrías no serlo.

La decisión de que el Palencia deje de ser club para llevar el apellido SAD ha llevado a un sector de la afición a un pesimismo importante, hasta el punto de que algunos verían con buenos ojos empezar a animar a un nuevo Club antes que hacerlo con los futbolistas de una empresa privada.

La realidad nos lleva a ver a que el equipo del que nos enamoramos un buen día es (o va a ser) diferente, pero no hay que obcecarse con negar la obviedad: ése sigue siendo el equipo que nació en 1929 y escribió su historia con varios nombres y algunas desapariciones. Ahora, con otros dueños, en otra casa, con otro contexto, con otros apellidos... Pero no dejará de ser el equipo que lleva el nombre de la ciudad y en la camiseta seguirá brillando el mismo escudo.

A mí también me crea cierto rechazo el apellido SAD, pero gracias a una frase que me 'twiteó' otro palentino, Carlos Bustillo, quizás, encontré cierto aliento de esperanza, de soñar con que existirá un día no muy remoto, el club vuelva a estar en manos de sus socios y recupere el 100 % de su esencia: "Las gentes pasan, pero los equipos permanecen, eso esperamos. Con quien esté, siempre Palencia." Pues porque sólo sea porque lleve el nombre de la ciudad que nos vio nacer.